EL ARZOBISPO DE LIMA, CIPRIANI
El Vatican Insider revela, en exclusiva, una carta de la Santa Sede que pide al presidente de la Conferencia Episcopal Peruana no dejarse “instrumentalizar” por la “universidad rebelde”
ANDRES BELTRAMO ALVAREZCIUDAD DEL VATICANO
La Conferencia Episcopal Peruana (CEP) no debe ser instrumentalizada por la “universidad rebelde”. Al contrario, está obligada a prestar un “decidido y claro” apoyo a las determinaciones de la Santa Sede en el contencioso por la legítima propiedad de la institución, hasta ayer Pontificia y Católica. Este es el núcleo de una carta enviada por el Vaticano al presidente de los obispos del país sudamericano, Salvador Piñeiro. Un duro llamado de atención, para acabar con las ambigüedades y el “juego sucio”.
El texto, hasta ahora desconocido y a cuyo contenido el Vatican Insider tuvo acceso, fue entregado el viernes 20 de julio en la nunciatura apostólica de Lima al secretario general de la CEP, Lino Panizza Richero. Con él se encontraban el segundo vicepresidente y arzobispo de Arequipa, Javier del Rio y el arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani Thorne.
A ellos el embajador papal James Green entregó copia del decreto con el cual la Sede Apostólica dispuso el retiro de los títulos honorarios de “Pontificia” y “Católica” a la universidad. Y también les facilitó la carta del secretario de Estado, Tarcisio Bertone, en la cual anuncia la inédita decisión al rector Marcial Rubio.
Esto ocurrió a primeras horas de la tarde. Green ordenó que los tres documentos, incluida la carta a Piñeiro, sean enviados a todos los obispos del país. Más tarde recibió en la nunciatura a las autoridades de la PUCP, a las cuales transmitió el decreto y la misiva.
El mensaje de Roma al arzobispo de Ayacucho-Huamanga dejó poco espacio para la duda: “Para el bien de la Universidad y por la responsabilidad de la Iglesia en el campo educativo, esa Conferencia Episcopal debe sostener la posición de la Santa Sede y al Arzobispo de Lima, desautorizando con vigor cualquier intervención contraria e invitando al episcopado del país a una acción colegial leal. En caso de eventuales dudas, usted y los demás obispos tendrán la amabilidad del consultar al Sr. Nuncio en Lima”.
Y agregó: “El Santo Padre espera que, en lo sucesivo, la Conferencia Episcopal preste un decidido y claro apoyo a las decisiones tomadas por la Santa Sede con respecto a la situación de la PUCP y se eviten nuevas incomprensiones y divisiones”.
La dureza de las palabras dejó en claro que, en lugar mantener una posición institucional, durante el contencioso por la universidad la cúpula de los obispos se alineó con la casa de estudios. Incluso cuando la rebeldía de sus autoridades era abierta y manifiesta.
Así quedó en claro el 17 de abril, cuando la conferencia emitió una nota pública a nombre de sus cinco obispos delegados en la Asamblea Universitaria de la PUCP. Ese texto fue desconcertante, no sólo porque su contenido estaba en sospechosa sintonía con las tesis del rectorado sino también porque fue difundido sin el consenso de algunos de los supuestos firmantes, que ni siquiera fueron consultados.
Este episodio fue calificado de “lamentable” por la carta vaticana a Piñeiro, la cual fue tajante: “Le pido que cuide que esa conferencia Episcopal evite ser instrumentalizada por el rectorado de la universidad”.
Se trata de una prueba más de la seriedad con la cual la Santa Sede ha afrontado la controversia de la ex Pontificia y Católica. Y aunque sus más radicales alumnos sostengan que el quite de los títulos “no significa nada”, la realidad es otra. Porque se trata de acabar con un contencioso durado más de 40 años y que ha llegado a niveles insostenibles.
Por lo pronto este lunes 23 está prevista una nueva sesión de la Asamblea Universitaria. En ella se analizará la decisión de Roma que, por cierto, no es definitivamente irreversible. Como bien señala el decreto pontificio, es posible rever el quite de los títulos. La salida es sencilla: si los directivos del claustro se retractan y modifican sus estatutos, recuperarán su identidad. De otra manera les espera un futuro negro.
Vatican insider
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