El Mensaje del Pontífice en voz del cardenal Angelo Comastri
MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI EN OCASIÓN DE LAS EXEQUIAS DEL
CARDENAL CARLO MARIA MARTINI, S.I.
Queridos hermanos y hermanas,
en este momento deseo expresar mi cercanía, con la oración y el afecto, a toda la Arquidiócesis de
Milán, a la Compañía de Jesús, a los parientes y a todos los que estimaron y amaron al Cardenal Carlo
Maria Martini y que quisieron acompañarle por este último viaje.
«Tu palabra es una lámpara para mis pasos, y una luz en mi camino» (Sal., 118 [117], 105): las palabras
del Salmista pueden resumir toda la existencia de este Pastor generoso y fiel de la Iglesia. Fue un
hombre de Dios, que no solo estudió la Sagrada Escritura, sino que la amó intensamente, hizo de ella la
luz de su vida, para que todo fuera «ad maiorem Dei gloriam». Y es justamente por ello que fue capaz de
enseñar a los creyentes y a E proprio per questo è stato capace di insegnare ai credenti e a los que están
en busca de la verdad que la única Palabra digna de ser escuchada, acogida y seguida es la de Dios,
porque indica a todos el camino de la verdad y del amor. Lo fue con una gran apertura de ánimo, sin
rechazar nunca el encuentro y el diálogo con todos, respondiendo concretamente a la invitación del
Apóstol de estar «siempre dispuestos a defenderse delante de cualquiera que les pida razón de la
esperanza que ustedes tienen» (1, Pedro, 3, 15). Lo fue con un espíritu de Caridad pastoral profunda,
según su lema episcopal, Pro veritate adversa diligere, atento a todas las situaciones, especialmente a las más
difíciles, cercano, con amor, a los que estaban extraviados, en la pobreza, en el sufrimiento.
En una homilía de su largo ministerio de servicio a esta Arquidiócesis ambrosiana oraba así: «Te
pedimos, Señor, que tú hagas de nosotros agua que surge para los demás, pan compartido para los
hermanos, luz para los que caminan en las tinieblas, vida para los que se tambalean en las sombras de la
muerte. Señor, sé la vida del mundo; Señor, guíanos tú hacia tu Pascua; juntos caminaremos hacia ti,
llevaremos tu cruz, gustaremos tu comunión con tu resurrección. Junto a ti caminaremos hacia la
Jerusalén celeste, hacia el Padre» (Homilía del 29 de marzo de 1980).
El Señor, que guió al Cardenal Carlo Maria Martini en toda su existencia, acoja a este incansable siervo
del Evangelio y de la Iglesia en la Jerusalén del Cielo. A todos los presentes y a todos los que lloran su
fallecimiento, llegue el consuelo de mi Bendición.
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