El cardenal Martini era un soñador
Capacidad de comprender y de dialogar
con la cultura
No pretendo añadir ningún elogio a los muchos que se han vertido sobre la figura del Cardenal Martini, ni tampoco subrayar alguna de sus posiciones sobre temas controvertidos y sensibles en los ambientes católicos. No cabe duda de que Carlo María Martini ha sido una de las figuras más destacadas de la Iglesia en el último cuarto de siglo. Este es un dato objetivo. El propio Papa ha tenido palabras elogiosas con este querido hermano que ha servido fielmente al Evangelio y a la Iglesia. El Pueblo de Dios, con su sentido de la fe, ha reconocido la valía de este pastor bueno al desfilar devotamente ante la capilla ardiente.
Como ocurre con todas las grandes personalidades, las reacciones encontradas que suscitó en vida se han repetido con motivo de su muerte. Estas reacciones denotan, en primer lugar, el talante y la mentalidad del que se posiciona ante al Cardenal de una u otra forma. Pero son también prueba de que sus posiciones no dejaban a nadie indiferente. Posiciones que él siempre expresaba con elegancia y respeto, como suele ser propio de personas sabias e inteligentes. Personas así son muy necesarias, aunque sólo sea para dejar claro que la Iglesia no es una fortaleza monolítica, sino un espacio en el que el pensamiento es bien venido, y muy necesario; un espacio donde hay libertad de palabra y donde no se confunde la ortodoxia con la más rancia doctrina. En la Iglesia se puede estar en desacuerdo en muchas cosas, sin que eso suponga romper la comunión en la misma fe y en el mismo amor.
El Cardenal Martini era un soñador: “sueño con una Europa del espíritu”. Soñaba con una sociedad nueva. Para ello quería una Iglesia más evangélica, más pobre, cercana, dialogante, acogedora, capaz de ser impulso y motor del cambio. Espíritus como el de Carlo María Martini representan una buena línea de “ser Iglesia” y de ser cristiano. Por sus tomas de postura proféticas y sapienciales, por su amor a la Sagrada Escritura, por su capacidad de comprender y de dialogar con la cultura.
Martin Gelabert Ballester OP
Nihil Obstat
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