Tuesday, November 13, 2012

Dinamarca; la guerra por el árbol de Navidad


Los representantes de una unidad habitacional dicen “no” a los gastos para adobar un abeto navideño, pero gastan diez veces más para una fiesta islámica. La historia se vuelve un caso nacional

MAURO PIANTAROMA

Todo comenzó por un árbol de Navidad. Hace algunos días, los representantes de una unidad habitacional de la ciudad de Kokkedal, al norte de Copenhage, votaron en contra de la propuesta para comprar el clásico abeto navideño. ¿Cuánto? Entre 5 y 7 mil coronas (unos 1000 euros). Lástima que pocas horas antes, la misma asamblea (de mayoría musulmana, 5 de 9 miembros) hubiera votado para consentir el uso de 60 mil coronas para celebrar la fiesta islámica del sacrificio, ritual durante el que se degolla un cordero.

Esta decisión llegó a los periódicos nacionales después de la firme reacción del parlamentario conservador Tom Behnke: «Es alarmante –había dicho– constatar el fracaso de todos nuestros esfuerzos en el campo de la integración. Las personas tienen derecho de celebrar la fiesta de la propia tradición religiosa, pero es necesario respetar también las tradiciones del país que les recibe. No tiene sentido convertir a Dinamarca en un país musulmán».

Había incluso llegado una furgoneta de un canal danés para seguir la historia desde el lugar. Pero este “gesto” no fue bien aceptado, por lo que 25 hombres encapuchados atacaron al vehículo gritando “Neo-nazis”. Afortunadamente, además de los daños materiales que sufrió la furgoneta, los periodistas resultaron ilesos. La policía está investigando sobre lo sucedido.

Lo cierto es que la decisión de una unidad habitacional, escriben los periódicos daneses, podría transformarse en un conflicto nacional entre cristianos y musulmanes étnicamente daneses. Las acusaciones de intolerancia y racismo vuelan de una a otra parte. Mientras tanto, un joven empresario anónimo ofreció, para que no hubiera más problemas, donar 7 mil coronas para el árbol de navidad y otras 7 mil para la fiesta del sacrificio. Pero no se trata de una cuestión de dinero.

Vatican Insider

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