Del 15 al 17 de noviembre, médicos de todo el mundo reflexionarán en la conferencia “El hospital, lugar de evangelización: misión humana y espiritual”. El llamado de Zygmunt Zimowski, “ministro vaticano de salubridad”
GIACOMO GALEAZZICITTÀ DEL VATICANO
No hay justicia sin defensa de la vida e igualdad de trato para los pacientes ricos y pobres. «Las cuestiones fundamentales son el absoluto respeto de la vida desde su concepción hasta su fin natural, la humanización de las curas, el pleno respeto hacia la persona enferma y las terapias paliativas». Una crítica indirecta a la “reforma sanitaria” del presidente estadounidense Barack Obama y con un “no” claro a la distinción entre enfermos de primera y segunda clase.
En el dicasterio vaticano de salubridad, la 27ª Conferencia de los agentes sanitarios será una advertencia en contra de la cultura de la muerte que representan el aborto y la eutanasia. Zygmunt Zimowski, “ministro vaticano de salud”, usó tonos que no dejan lugar a dudas al presentar en la Sala de Prensa vaticana este encuentro, que se llevará a cabo del 15 al 17 de noviembre en la nueva aula del Sínodo y que se titula este año “El hospital, lugar de evangelización: misión humana y espiritual». Llegarán a la Curia romana 600 médicos y voluntarios de todo el mundo y de más de 60 países.
Además del arzobispo polaco también hablaron al respecto el Secretario del dicasterio, Jean-Marie Mupendawatu, el subsecretario Augusto Chendi, Vincenzo Saraceni (presidente de la Asociación de Médicos católicos italianos), Giuseppe Profiti (presidente del hospital “Bambino Gesù” y manager de confianza del cardenal Tarcisio Bertone). «Los hospitales –subrayó Zimowski– son lugares privilegiados de evangelización, mientras que la coyuntura económica lleva a reconsiderar drásticamente los servicios sanitarios y se deben afrontar graves desafíos, empezando por la defensa de laidentidad de los hospitales y de los demás entes sanitarios católicos y del mantenimiento de su específico papel de subidiariedad».
Mientras tanto, en el tercer mundo, denuncia la Santa Sede, todavía existe «una grave carencia incluso en la posibilidad de acceso a las curas básicas y, a menudo, las personas mueren por la falta de fármacos que cuestan solo pocos dólares, como en el caso de las terapias en contra de la malaria». Además, faltan «los equipos de diagnóstico básicos y la posibilidad de hacer que funcionen, una deseable formación especializada del personal sanitario».
Lo que «une a los grandes complejos metropolitanos y a los pequeños hospitales rurales» debe ser «la relación paciente-agente sanitario». El modelo es «el Buen Samaritano de la homónima parábola evangélica». El Secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, presidirá el evento inaugural del congreso. Como indicó el secretario del dicasterio vaticano para la salud, Jean-Marie Mupendawatu, la «cultura de la salud en nuestra época cubre un conjunto cada vez más amplio de problemas relacionados con la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural (cuestiones relacionadas con el aborto, la limitación del nacimiento, los diagnósticos prenatales, el respeto de la vida en los que tienen alguna discapacidad, la tercera edad, la fecundación artificial, los transplantes de células).
La Santa Sede se opone a estas «soluciones aberrantes, sin ninguna orientación ética irrenunciable». Por ello, los «agentes sanitarios que se inspiran en la fe y en la moral cristiana deben convertirse en promotores y pioneros de una formación ética que acompañe su preparación profesional». En este punto surgen las alusiones indirectas a la Casa Blanca: «No debe y no puede huir de la mirada de la opinión pública que las peores carencias, que se registran incluso en las diferentes políticas sanitarias del mundo y en las relativas reformas sanitarias, tienen una clara implicación ética y moral».
Por ello, el agente sanitario católico, «no puede delegar al moralista o al experto de ética los problemas que le interpelan directamente. No se puede pensar que el experto de ética es una persona o una institución que, desde lo alto de una cátedra, mira con recelo y desconfianza al necesario y exaltante progreso de la ciencia y de la técnica, y se limita a formular sentencias abstractas». El sodalicio entre medicina y moral, entre ética y ciencia, «debe traducirse en una constante atención para los que están llamados a servir al hombre». Al final, el subsecretario Augusto Chendi llamó la atención sobre la distribución de los recursos financieros, en una época de recortes al gasto público, y sobre la investigación farmacéutica, que no puede perseguir solo los intereses del mercado.
Vatican Insider
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