Monday, November 12, 2012

Estados Unidos; encuentro entre “blogueros” y obispos



Una inédita reunión sobre el papel y la voz de la institución eclesiástica en la red abre la asamblea del episcopado

FABRIZIO MASTROFINIROMA

La Iglesia está retrasada en cuanto a presencia en Internet. La intuición, que no es ninguna novedad, es de Terry Mattingly, editorialista sobre temas religiosos para “Scripps-Howard News Service” y cofundador de “GetReligion.org”. Lo ingenioso fue la manera de articular la idea, además de la sede.

Comencemos por el “dónde”: un encuentro entre 25 obispos estadounidenses, diferentes “blogueros” y expertos informáticos justamente antes de la apertura de los trabajos de la Conferencia episcopal (que comienza hoy). En el diálogo entre los obispos y los “blogueros”, siguiendo la estela del encuentro que se llevó a cabo en el Vaticano en mayo de 2001, se habló con mayor libertad y, en cierto momento del debate, Mattingly subrayó que si un obispo quiere evangelizar sin un equipo adecuado en las redes sociales, «tiene un futuro muy prometedor... ¡entre los Amish!». Los Amish, como se sabe, son ese grupo religioso que se niega a usar cualquier tipo de tecnología, desde la electricidad hasta los automóviles.

Pero los datos de una investigación que llevó a cabo el Centro para el Apostolado de la Georgetown University, institución acreditada en la Conferencia episcopal, tranquilizó a Mattingly. El estudio revela que el 62% de los católicos adultos (y el 37% de los mayores de 70 años) tiene un perfil en Facebook. El 70% de los católicos adultos (84% menores de 30 años) visita regularmente YouTube.

Pero (y estos son los datos dolorosos) solamente el 5% de los católicos menores de 30 años leen los blogs relacionados con la fe y con la Iglesia. Ademas, el 53% de los que se definen católicos no saben indicar una presencia significativa de la Iglesia católica en Internet. Todo ello a pesar de los esfuerzos tanto de la Conferencia episcopal estadounidense como de la Santa Sede para tener visibilidad en Internet.

Por su parte, los 25 obispos que estuvieron en el encuentro con los “blogueros” indicaron que consideran muy difícil la discusión y el diálogo mediante las tecnologías informáticas.

«Teníamos el sistema de las vías romanas... y luego, Internet se difundió como una mancha de aceite», explicó monseñor John Gaydos de Jefferson City.  Otros observaron que el «hambre espiritual» de las personas está aumentando, pero disminuye la capacidad para atraer por parte de las confesiones institucionales.

El análisis de Mary De Turrist Poust (periodista católica muy conocida) dominó el debate. «En Google, una búsqueda con la palabra “católico”, y voces relacionadas, es menos significativa con respecto a “espiritual” y sus variaciones. Estos datos deberían abrirnos los ojos. Debemos preguntarnos cómo se logra alcanzar a ese mundo adulto desconectado de la Iglesia institucional, pero en busca de un sentido para la vida».

Sin embargo, hay también algunas respuestas. Por ejemplo, después del huracán “Sandy” en Nueva York, Facebook tuvo un papel de plaza virtual para que la arquidiócesis dirigiera a las personas hacia los centros de asistencia. De esta manera, concluyó la señora Poust, «Facebook se configura verdaderamente como una nueva sala parroquial». Es una realidad que hay que tomar en cuenta, a pesar de los problemas. Antes que nada, el alto nivel de conflictividad que se desencadena en la red. Hay católicos que incitan a la violencia y al odio, hay tradicionalistas que atacan a la Iglesia institucional y usuarios, y hay usuarios y comentadores que trascienden con facilidad.

«Tenemos un gran problema cuando las personas piensan poder expresarse de forma tan incivil y al mismo tiempo se sienten en comunión con la Iglesia», observó Rocco Palmo, animador de Whispers in the Loggia, con 25 millones de visitas cada año. Sin embargo, estas no son buenas razones para no seguir adelante.

La observación que resumió el encuentro llegó de Brandon Vogt, que tiene un blog personal. «Según mi opinión nunca hemos tenido un instrumento tan eficaz para alcanzar a los no católicos». Por lo que la pregunta que habría que hacerse es: «¿cómo llegamos a los que nunca tocarían a las puertas de una canongía?».

Vatican Insider

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