Llama a consultas al administrador apostólico
Tras las manifestaciones contra el prelado, al que acusan de encubrir a un cura abusador
El papa Francisco se reunió el viernes con el obispo Fernando Natalio Chomali que encabeza la diócesis en Chile donde ha habido una oposición sin precedentes a la nominación de su sucesor, quien es acusado de encubrir a uno de los pederastas más notorios en ese país.
El Vaticano no difundió detalles de la audiencia del pontífice con monseñor Fernando Natalio Chomali Garib, quien provisionalmente encabeza la diócesis de Osorno desde que el obispo anterior fue transferido en 2013.
En enero, Francisco nombró al obispo Juan Barros Madrid para asumir el cargo permanentemente. Sin embargo, en las semanas que siguieron, unos 1.300 fieles de Osorno, 51 de los 120 legisladores nacionales de Chile y unos 30 sacerdotes de la diócesis exhortaron al papa a anular el nombramiento.
Ellos acusan a Barros de encubrir al reverendo Fernando Karadima, un destacado y carismático sacerdote sancionado por el Vaticano en 2011 por abusar sexualmente de menores. Una queja criminal contra Karadima fue desestimada porque ya había expirado el estatuto de limitaciones, sin embargo le juez chileno a cargo del caso determinó que las acusaciones de abuso eran verdaderas.
Barros ha sido cercano a Karadima y algunas de las víctimas de éste lo acusan de defender al sacerdote ante las denuncias.
El caso Barros es considerado una prueba para el papa en lo que respecta a responsabilizar a los líderes eclesiásticos que encubren a pederastas. Francisco ya envió a un investigador vaticano a la diócesis de Kansas City, Estados Unidos, donde el obispo Robert Finn se declaró culpable de un cargo menor por no reportar a un prelado que tenía pornografía infantil en su computadora.
Sin embargo, el Vaticano no ha tomado acción contra Finn y ningún obispo ha sido sancionado públicamente hasta ahora por encubrir a pederastas.
Integrantes del comité asesor sobre abuso creado por el pontífice han dicho que responsabilizar a obispos es una de sus principales prioridades y que están elaborando propuestas para que el papa sancione a los religiosos involucrados. (RD/Agencias)
Chile: Crece la oposición a obispo cuestionado
Políticos, sacerdotes, diáconos y feligreses se han manifestado en contra de la llegada de Juan Barros Madrid a la diócesis de Osorno, por sus vínculos con sacerdote culpable de abusos, Fernando Karadima
ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZCIUDAD DEL VATICANO
El Papa recibió este viernes en privado a Fernando Natalio Chomalí Garib, arzobispo de Concepción. Un encuentro que parecía como tantos otros, en la agenda cotidiana de Francisco. Salvo por un detalle: tuvo lugar mientras en Chile crece la oposición por el nombramiento como nuevo obispo de Osorno de Juan Barros Madrid, un clérigo vinculado al sacerdote Fernando Karadima, el protagonista del más triste escándalo de abusos sexuales contra menores en la Iglesia de ese país.
Chomalí Garib es todavía administrador apostólico “sede vacante” de Osorno, labor que desempeña -en paralelo con su guía pastoral de Concepción- desde inicios de 2014. Él se hizo cargo de esa diócesis luego que el anterior obispo, René Osvaldo Rebolledo Salinas, fue designado como arzobispo de La Serena a finales de 2013.
Al arzobispo de Concepción le quedan 15 días como administrador apostólico. Teóricamente. Si se cumple lo previsto, el próximo 21 de marzo el nuevo obispo, Barros Madrid, debería asumir el puesto. A dos semanas de concluir una misión eminentemente temporal, su cita con el Papa es, cuanto menos, fuera de lo ordinario.
La sala de prensa del Vaticano explicitó este viernes, en su breve anuncio de la reunión, que Francisco lo recibió en virtud de su cargo como administrador de Osorno. Aunque no ofreció mayores informes sobre el contenido del diálogo privado.
Mientras tanto, en Chile diversos sectores se han manifestado contra el nuevo destino de Juan Barros. Hasta el 10 de enero pasado él se desempeñaba como obispo castrense de Chile, cargo en el cual había sido designado el 9 de octubre de 2004 por Juan Pablo II. Eran otros tiempos para la Iglesia chilena. En ese entonces mantenía una gran influencia Fernando Karadima, desde la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de El Bosque, en Santiago.
Barros es uno de los cuatro obispos salidos de los grupos juveniles de ese templo y en torno al sacerdote, quien llegó a tener incluso “fama de santo”. Los otros son Andrés Arteaga, Horacio Valenzuela Abarca y Tomislav Koljatic. Ellos cayeron en desgracia cuando se destapó, en 2010, el escándalo de los abusos sexuales cometidos por Karadima contra varios muchachos.
El Vaticano lo halló culpable de esos delitos y lo marginó del sacerdocio. Aquella condena afectó la imagen de los cuatro obispos, que durante el proceso en los tribunales vaticanos salieron a defender a Karadima. Por esto Barros se convirtió en un personaje incómodo para el ejército chileno y algunos militares de alto rango solicitaron a la nunciatura apostólica su salida del obispado castrense.
De hecho, el mismo día en que recibió su nombramiento para Osorno automáticamente perdió toda autoridad organismo militar. La nunciatura informó que, a partir de entonces, el obispado castrense sería gestionado por Claudio Verdugo Cavieres, vicario general, “con el propósito de ofrecer a Monseñor Barros la posibilidad de prepararse adecuadamente para su nueva misión”.
Pero la designación fue rechazada no sólo en la diócesis de destino, sino también en las redes sociales. Uno de los primeros en quejarse fue Juan Carlos Cruz, una de las víctimas de los abusos ocurridos en El Bosque, quien mandó una carta al nuncio apostólico en Santiago, Ivo Scapolo, en la cual acusó a Barros de ser cómplice y encubridor de Karadima. Luego, unos 51 diputados, encabezados por el socialista Fidel Espinoza, expresaron su perplejidad en una misiva entregada a la embajada chilena ante El Vaticano.
Además 30 diáconos y sacerdotes de Osorno escribieron otra carta al nuncio solicitando que el Papa reconsidere el nombramiento de su nuevo obispo, a la cual siguió otro escrito firmado por algunos fieles laicos, quienes se manifestaron “confundidos e irritados” por la situación. “No nos corresponde meternos en la vida de una persona, menos juzgarla, pero como comunidad de fe tenemos el anhelo y el legítimo derecho de que nos pastoree un obispo íntegro, testigo de la verdad, con principios morales impecables”, escribieron.
Por lo pronto en las redes sociales ya se montó una campaña encaminada a evitar que el obispo asuma su puesto y la prensa local está alerta por posibles protestas públicas ante la llegada del nuevo pastor.
Existen antecedentes de obispos designados que no llegaron a asumir sus puestos. En 2009 Gerhard Maria Wagner desistió de ser auxiliar de Linz luego de una polémica entre el clero local que llegó hasta Benedicto XVI. Además existe un precedente en el actual pontificado: fray Carlos Alberto Novoa De Agustini pidió no asumir el cargo de obispo auxiliar de Lomas de Zamora (Argentina), poco después de su nombramiento el 3 de diciembre de 2013. En todo caso, el único que puede decidir la suerte final de un obispo (en funciones o no) es el Papa.
Vatican Insider
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