Llega la llamada “semana santa” (como si todas las otras semanas del año fueran pecadoras) y el comercio, algunos clérigos adustos y la gente sin sentido crítico, llaman a consumir pescado, en los días de la pasión de Cristo.
¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra? Nadie lo sabe. Simplemente se sigue una rutina añeja que no tiene el menor sentido.
Hay varias situaciones que se concatenan: el pescado es un alimento sano; mi país es un país marinero ya que tiene uno de los bordes costeros más largos del planeta; en tiempos de Maricastaña, cuando la gente comía carne en abundancia, se hacía un llamado a cambiar un tanto el régimen y se indicaba la pesca como sucedáneo; se hacía un recuerdo de Jesús de Nazaret, quien dejó su tierra campesina bastante tradicional en sus costumbres, y se fue a vivir entre los pescadores y marineros, que llevaban una existencia más suelta, más libre, más divertida.
Jesús amaba el gran lago de su patria. Y algo sabría de marinería cuando acudieron a él para dominar las olas en un peligro de naufragio, y él salvó la situación maniobrando el timón y dando gritos de ordenanza a los tripulantes (“dio orden al mar y lograron la calma” dice la versión idealizada de un evangelio).
Pero todo aquello no explica por qué se tomó la costumbre de comer pescado en los días centrales de la semana que recuerda la pasión.
Y, desde luego, pronto se empezó a desvirtuar el sentido de mortificación que significaba privarse de la carne de chivitos, vacunos y cerditos, entre los cristianos.
Hay gente muy devota que no consume carne esos días. Los cocineros de los restaurantes elegantes saben que esos días sube la exigencia por meros en salva varsoviana, camarones ecuatorianos, bacalaos a la vizcaína, congrio colorado y pulpo a la gallega.
Los restaurantes para pobres y en las casas de humilde gente piadosa, preparan merluza frita.
Pero en general, en la población, esos casos son los menos. Todo el mundo sigue comiendo lo de todos los días, sin confundir pescado con pecado. Y eso es lo mejor.
José Agustín Cabré Ruffat
El Catalejo de Pepe
RD
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