20 de abril
Jueves de la octava de Pascua
Lucas 24, 35-48 Palpadme
Loco de ausencia te miro sin verte, palpo la herida de tu corazón, roja sangre del amor herido, las llagas tus manos, manantial de ternura infinita, acariciaste mis ojos y me diste luz, pusiste tus dedos embarrados en mi oídos y escuché tu voz de paz y de perdón, pasaste tu palma por mi rostro y dejé de buscarte porque te conocí, las llagas de tus pies que sigo como la corza vulnerada persigue al la paloma, en un bosque de robles y olivos, te palpo en el aire y te sé de carne y hueso, porque en la carne de mi barro me hiciste ser.
Luis Fernando Crespo SM
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