La Palabra de Dios
Juan 21:1-13
Después de esto, nuevamente se apareció Jesús a sus discípulos en la orilla del lago de Tiberíades. Y se hizo presente como sigue: Estaban reunidos Simón Pedro, Tomás el Mellizo, Natanael de Caná de Galilea, los hijos del Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar». Contestaron: «Vamos también nosotros contigo». Salieron, pues, y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba parado en la orilla, pero los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: «Muchachos, ¿tienen algo que comer?» Le contestaron: «Nada». Entonces Jesús les dijo: «Echen la red a la derecha y encontrarán pesca». Echaron la red, y no tenían fuerzas para recogerla por la gran cantidad de peces. El discípulo de Jesús al que Jesús amaba dijo a Simón Pedro: «Es el Señor». Apenas Pedro oyó decir que era el Señor, se puso la ropa, pues estaba sin nada, y se echó al agua. Los otros discípulos llegaron con la barca -de hecho, no estaban lejos, a unos cien metros de la orilla; arrastraban la red llena de peces. Al bajar a tierra encontraron fuego encendido, pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar». Simón Pedro subió a la barca y sacó la red llena con ciento cincuenta y tres pescados grandes. Y no se rompió la red a pesar de que hubiera tantos. Entonces Jesús les dijo: «Vengan a desayunar». Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle quién era, pues sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo repartió. Lo mismo hizo con los pescados.
Palabra del Señor
Escuchando La Palabra
Lee este texto lentamente, varias veces, y percibe si alguna palabra, o frase, se destaca de las demás, y quédate con ella por el tiempo que quieras, antes de seguir leyendo.
Este ejercicio es como probar un dulce. No trates de analizar la frase, tal como no se debe mascar un dulce para que dure más, o que tampoco examinarías en qué consiste el dulce antes de probarlo.
A menudo una frase atraerá la atención de nuestro subconsciente, antes de nuestra mente consciente se dé cuenta de la razón de esa atracción. Por eso es bueno quedar meditando esa frase lo más posible, sin tratar de analizarla.
Pueden aparecer muchas distracciones en mi mente; pero algunos pensamientos, lejos de ser distracciones, pueden convertirse en la sustancia de mi oración. Es como si la frase de la Escritura fuera una linterna, que ilumina la corriente de mis pensamientos, memorias, reflexiones, sueños, esperanzas, ambiciones y temores, y mi oración llega a ser una mezcla de la Palabra y de mis pensamientos y sensaciones profundas.
Reflexiones sobre la lectura de hoy
- Pedro está perdido sin saber qué hacer. El siente que es un fracaso en lo que normalmente sabe hacer bien. ¿Me puedo identificar con él algunas veces? Pero Pedro está abierto a otra voz, que él reconoce tenuamente pero no completamente. Él hace lo que le es sugerido y le siguen maravillosos resultados.
- Por tanto esto también puede ser para mí, si yo estoy abierto a ser sorprendido. Señor, permíteme aceptarte hoy día, como el Dios de las buenas sorpresas.
Conversación
Como me ha llegado la Palabra? Me ha dejado indiferente?
Me ha consolado, o me ha impulsado a actuar en otra forma?
Imagino a Jesús mismo, sentado o de pie, cerca de mí.
Me vuelvo hacia Él y le abro mi corazón.
Me ha consolado, o me ha impulsado a actuar en otra forma?
Imagino a Jesús mismo, sentado o de pie, cerca de mí.
Me vuelvo hacia Él y le abro mi corazón.
Conclusión
Gloria al Padre,
Gloria al Hijo,
Gloria al Espiritu Santo,
como era en el principio,
es ahora, y siempre será,
por los siglos de los siglos
Amen
Fuente: Espacio Sagrado
Gloria al Hijo,
Gloria al Espiritu Santo,
como era en el principio,
es ahora, y siempre será,
por los siglos de los siglos
Amen
Fuente: Espacio Sagrado
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