Thursday, May 31, 2018

El Papa escribe a los chilenos y agradece a las víctimas de abuso por su valentía. También declaración del Comité Permanente de los Obispos


La carta de Francisco a los fieles de Chile: el grito de los que han sufrido abusos sexuales ha llegado al cielo, la cultura del encubrimiento es incompatible con el Evangelio. Se necesita el compromiso de todo el pueblo de Dios para contrarrestar el clericalismo

El clamor de las víctimas de los abusos sexuales «llegó al cielo. Quisiera, una vez más, agradecer públicamente la valentía y la perseverancia de todos ellos. Este último tiempo, es tiempo de escucha y discernimiento para llegar a las raíces que permitieron que tales atrocidades se produjeran y perpetuasen, y así encontrar soluciones al escándalo de los abusos no con estrategias meramente de contención -imprescindibles pero insuficientes sino con todas las medidas necesarias para poder asumir el problema en su complejidad». Es un fragmento clave de la carta que el Papa Francisco envía al pueblo de Chile, un texto de ocho cartillas que lleva la fecha de este 31 de mayo de 2018. Al leer el texto, publicado por el sitio del Episcopado chileno a medio día (hora local)se deduce que el problema de los abusos sexuales, de poder y de conciencia en Chile no puede ser reducido a algunos casos circunscritos, sino que representa una enfermedad más profunda, relacionada con una manera clerical de concebir a la Iglesia, que no se supera sin la ayuda de todos. 
  
Bergoglio recuerda las oraciones que pidió a los fieles chilenos antes de su encuentro con los obispos en el Vaticano, que concluyó con la clamorosa decisión de todo el episcopado de poner en manos del Papa el destino de su mandato, para dejar que decidiera libremente. «Apelar a Ustedes, pedirles oración no fue un recurso funcional como tampoco un simple gesto de buena voluntad», sino, por el contrario, «quise enmarcar las cosas en su preciso y precioso lugar y poner el tema donde tiene que estar: la condición del Pueblo de Dios». 
  
Antes de referirse directamente al tema de los abusos, el Papa describe la situación de una Iglesia enferma de clericalismo. «Cada vez que intentamos suplantar, acallar, ningunear, ignorar o reducir a pequeñas elites al Pueblo de Dios en su totalidad y diferencias –escribe el Pontífice argentino–, construimos comunidades, planes pastorales, acentuaciones teologías, espiritualidades, estructuras sin raíces, sin historia, sin rostros, sin memoria, sin cuerpo, en definitiva, sin vidas. Desenraizarnos de la vida del pueblo de Dios nos precipita a la desolación y perversión de la naturaleza eclesial; la lucha contra una cultura del abuso exige renovar esta certeza». 
  
«En el Pueblo de Dios –insiste el Papa– no existen cristianos de primera, segunda o tercera categoría. Su participación activa no es cuestión de concesiones de buena voluntad, sino que es constitutiva de la naturaleza eclesial. Es imposible imaginar el futuro sin esta unción operante en cada uno de Ustedes que ciertamente reclama y exige renovadas formas de participación […] La renovación en la jerarquía eclesial por si misma no genera la transformaci6n a la que el Espíritu Santo nos impulsa. Se nos exige promover conjuntamente una transformación eclesial que nos involucre a todos». El problema no se extirpa de raíz sin la participación de todo el pueblo de Dios, no se resuelve solamente con medidas técnicas o nuevas normas, no se resuelve sin conversión y disponibilidad a la obra del Espíritu Santo. 
  
Por ello, afirma Francisco, hay que «mirar el presente sin evasiones pero con valentía, con coraje pero sabiamente, con tenacidad pero sin violencia, con pasión pero sin fanatismo, con constancia pero sin ansiedad, y así cambiar todo aquello que hoy ponga en riesgo la integridad y la dignidad de cada persona; ya que las soluciones que se necesitan reclaman encarar los problemas sin quedar atrapados en ellos o, lo que seria peor, repetir los mismos mecanismos que queremos eliminar». 
  
Después, el Pontífice agradece a las víctimas y a las personas que se han ofrecido para escuchar. «Todo el proceso de revisión y purificación que estamos viviendo es posible gracias al esfuerzo y perseverancia de personas concretas que, incluso contra toda esperanza o teñidas de descrédito, no se cansaron de buscar la verdad; me refiero a las victimas de los abusos sexuales, de poder, de autoridad y a aquellos que en su momento les creyeron y acompañaron. Victimas cuyo clamor llego al cielo». 
  
«Quisiera, una vez más—continúa Francisco—, agradecer públicamente la valentía y la perseverancia de todos ellos. Este último tiempo, es tiempo de escucha y discernimiento para llegar a las raíces que permitieron que tales atrocidades se produjeran y perpetuasen, y así encontrar soluciones al escándalo de los abusos no con estrategias meramente de contención -imprescindibles pero insuficientes- sino con todas las medidas necesarias para poder asumir el problema en su complejidad». 
  
Francisco subraya el problema de la falta de atención a las víctimas de abusos. «Creo que aquí reside una de nuestras principales faltas y omisión: el no saber escuchar a las víctimas. Así se construyeron conclusiones parciales a las que le faltaban elementos cruciales para un sano y claro discernimiento. Con vergüenza debo decir que no supimos escuchar y reaccionar a tiempo». La visita de monseñor Scicluna y de monseñor Bertomeu, los dos prelados autores de la investigación que sentó las bases para el la decisión del Papa, «nace al constatar que existían situaciones que no sabíamos ver y escuchar. Como Iglesia no podíamos seguir caminando ignorando el dolor de nuestros hermanos». 
  
Durante los encuentros con las víctimas de abusos, explica el Papa, «constate cómo la falta de reconocimiento/escucha de sus historias, como también del reconocimiento/aceptación de los errores y las omisiones en todo el proceso, nos impiden hacer camino». Un reconocimiento que «quiere ser más que una expresión de buena voluntad hacia las víctimas, más bien quiere ser una nueva forma de pararnos frente a la vida, frente a los demás y frente a Dios». 
  
«El “nunca más” a la cultura del abuso –escribe Bergoglio–, así como al sistema de encubrimiento que le permite perpetuarse, exige trabajar entre todos para generar una cultura del cuidado que impregne nuestras formas de relacionarnos, de rezar, de pensar, de vivir la autoridad; nuestras costumbres y lenguajes y nuestra relación con el poder y el dinero». 
  
«Hoy sabemos que la mejor palabra que podamos dar frente al dolor causado –afirma el Papa– es el compromiso para la conversión personal, comunitaria y social que aprenda a escuchar y cuidar especialmente a los más vulnerables. Urge, por tanto, generar espacios donde la cultura del abuso y del encubrimiento no sea el esquema dominante; donde no se confunda una actitud crítica y cuestionadora con traición». Y Francisco pone el dedo en la llaga de las prácticas eclesiales que tratan de uniformar y que no respetan las experiencias ni las instancias de los fieles.  
  
«Esto nos tiene que impulsar como Iglesia a buscar con humildad a todos los actores que configuran la realidad social y promover instancias de diálogo y constructiva confrontación para caminar hacia una cultura del cuidado y protección. Pretender esta empresa solamente desde nosotros o con nuestras fuerzas y herramientas nos encerraría en peligrosas dinámicas voluntaristas que perecerían en el corto plazo». Es una invitación a la Iglesia a que colabore con la sociedad y con las autoridades públicas que se ocupan de crear un ambiente saludable y seguro para los menores. 
  
El Papa exhorta «a todos los cristianos y especialmente a los responsables de Centros de formación educativa terciaria, de educación formal y no formal, Centros sanitarios, Institutos de formación y Universidades, a mancomunar esfuerzos en las diócesis y con la sociedad civil toda para promover lúcida y estratégicamente una cultura del cuidado y protección. Que cada uno de estos espacios promueva una nueva mentalidad».  
  
«La cultura del abuso y del encubrimiento es incompatible con la lógica del Evangelio –insiste Bergoglio– ya que la salvación ofrecida por Cristo es siempre una oferta, un don que reclama y exige la libertad. Lavando los pies a los discípulos es como Cristo nos muestra el rostro de Dios. Nunca es por coacción ni obligación sino por servicio. Digámoslo claro: todos los medios que atenten contra la libertad e integridad de las personas son anti-evangélicos». 
  
«Invito a todos los Centros de formación religiosa, facultades teológicas, institutos terciarios, seminarios, casas de formación y de espiritualidad a promover una reflexión teológica que sea capaz de estar a la altura del tiempo presente, promover una fe madura, adulta y que asuma el humus vital del Pueblo de Dios con sus búsquedas y cuestionamientos». Francisco quiere promover de esta manera «comunidades capaces de luchar contra situaciones abusivas, comunidades donde el intercambio, la discusión, la confrontación sean bienvenidas. Seremos fecundos en la medida que potenciemos comunidades abiertas desde su interior y así se liberen de pensamientos cerrados y auto- referenciales llenos de promesas y espejismos que prometen vida pero que en definitiva favorecen la cultura del abuso».  
  
Para concluir, Francisco, después de haber recordado la importancia de la pastoral como antídoto contra el clericalismo que «busca siempre controlar y frenar la unción de Dios sobre su pueblo», invita a apreciar también el bien que existe y a tener en cuenta «a muchos fieles laicos, consagrados, consagradas, sacerdotes, obispos que dan la vida por amor en las zonas más recónditas de la querida tierra chilena». El Papa invita, y se parece mucho a la invitación que dirigió el mismo Bergoglio a los consagrados en Santiago de Chile durante su viaje de enero de este año, a «no disimular, esconder o encubrir nuestras llagas. Una Iglesia llagada es capaz de comprender y conmoverse por las llagas del mundo de hoy, hacerlas suyas, sufrirlas, acompañarlas y moverse para buscar sanarlas. Una Iglesia con llagas no se pone en el centro, no se cree perfecta, no busca encubrir y disimular su mal, sino que pone allí al único que puede sanar las heridas y tiene un nombre: Jesucristo». 
  
«Esta certeza es la que nos moverá a buscar, a tiempo y destiempo, el compromiso por generar una cultura donde cada persona tenga derecho a respirar un aire libre de todo tipo de abusos. Una cultura libre de encubrimientos que terminan viciando todas nuestras relaciones. Una cultura que frente al pecado genere una dinámica de arrepentimiento, misericordia y perdón, y frente al delito, la denuncia, el juicio y la sanción». Es decir, todo lo contrario del silencio, del encubrimiento, del descrédito de las víctimas, de la defensa auto-referencial con actitudes de casta, que se han, desgraciadamente, registrado en Chile. Y, no hay que olvidarlo, también en otros lugares.  

Andrea Tornielli
Vatican Insider

Comunicado de los Obispos del Comité Permanente

Fecha: 31/05/2018
Referencia: 59/2018
País: Chile
Ciudad: Santiago
Autor:



Acompañamos la publicación de la carta del Papa Francisco “Al Pueblo de Dios que peregrina en Chile”, con profunda gratitud por su ministerio de Sucesor de Pedro que ilumina y orienta la situación que estamos viviendo como Iglesia. Acogemos su llamado, y pedimos a todos los fieles, que continuemos en estado de oración, para contar con la asistencia del Espíritu Santo y “seguir construyendo una Iglesia profética, que sabe poner en el centro lo importante: el servicio a su Señor en el hambriento, en el preso, en el migrante, en el abusado” (Francisco, Carta a los Obispos de Chile, 17.05.2018).



Recibimos esta carta justo cuando los Obispos de la Comisión Pastoral del Episcopado nos encontramos reunidos con los Equipos de Conducción Pastoral de las diócesis del país. Nos hemos reunido en un clima de oración, escucha y diálogo, para discernir la voluntad del Señor con respecto a la crisis que vivimos como Iglesia. Esta iniciativa se agrega a los procesos de reflexión y discernimiento que se están iniciando en las diócesis de nuestro país.

De igual forma, estamos trabajando en una propuesta global frente a la situación de la Iglesia en Chile, entre otras cosas, rediseñando las funciones del Consejo Nacional de Prevención de Abusos y Acompañamiento de Víctimas para que pueda asumir otras tareas de las que hasta ahora ha desempeñado. 

Exhortamos a los laicos, laicas y personal consagrado de la Iglesia en Chile a entrar en sintonía con lo que el Papa nos pide en su carta, de manera que todos nos comprometamos en la reflexión y en la acción para suscitar caminos de solución y superar la cultura del abuso y del encubrimiento. Todo el Pueblo de Dios tiene una palabra que decir al respecto, que es necesario escuchar y acoger. 

Por este motivo, este mensaje del Santo Padre ha de difundirse ampliamente en nuestras comunidades y constituirse en objeto de atenta meditación personal y comunitaria en todas las instancias eclesiales, para que oriente efectivamente nuestro servicio pastoral. 

Hoy celebramos la Fiesta de la Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel. Que esta actitud de humilde servicio de la Madre de Jesús inspire nuestro caminar como Iglesia en el Chile de hoy. 


LOS OBISPOS DEL COMITÉ PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE


Dan a conocer la carta que envió el Papa Francisco a Chile


Dan a conocer la carta que envió el Papa Francisco a Chile

Este jueves la Conferencia Episcopal dio a conocer los detalles de la carta que el Papa Francisco envió "al pueblo de Dios que peregrina en Chile". 
La misiva fue enviada este mismo 31 de mayo, y relata parte de las impresiones de la máxima autoridad de la Iglesia Católica tras la visita de las víctimas de abusos sexuales y los obispos chilenos al Vaticano.
En el texto de 8 páginas de Francisco asegura, entre otras cosas que "la renovacion en la jerarquía eclesial por si misma no genera la transformación a la que el Espiritu Santo nos impulsa. Se nos exige promover conjuntamente una transformación eclesial que nos involucre a todos".
Más adelante, en relación a los testimonios de las víctimas, postula: "Seriamos injustos si al lado de nuestro dolor y nuestra vergtienza por esas estructuras de abuso y encubrimiento que tanto se han perpetuado y tanto mal han hecho, no reconociéramos a muchos fieles laicos, consagrados, consagradas, sacerdotes, obispos que dan la vida por amor en las zonas m6s recónditas de la querida tierra chilena".
Y añade: "Reconozco y agradezco su valiente y constante ejemplo que en momentos de turbulencia, vergüenza y dolor siguen jugándose con alegria por el Evangelio. Ese testimonio me hace mucho bien y me sostiene en mi propio deseo de superar el egoismo para entregarme más".
PUEDEN VER LA CARTA COMPLETA, AQUÍ
Por medio de un comunicado, leído más tarde en un punto de prensa por el monseñor Juan Ignacio González, la Conferencia Episcopal reaccionó a las palabras del Papa afirmando que la carta "ilumina y orienta la situación que estamos viviendo como Iglesia". 
Con ello, han anunciado el rediseño de las funciones del Consejo Nacional de Prevención de Abusos y Acompañamiento de Víctimas.
"Este mensaje del Santo Padre ha de difundirse ampliamente en nuestras comunidades yconstituirse en objeto de atenta meditación personal y comunitaria en todas las instancias eclesiales, para que oriente efectivamente nuestro servicio pastoral", añaden.



CNN CHILE



Confirmado: Charles Scicluna y. Jordi Bertomeu vienen en misión a la Diócesis de Osorno. Comunicado de la Santa Sede

Mons. Charles Scicluna / Foto: Conferencia Episcopal de Chile




Declaración del Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Greg Burke, 31.05.2018


Este próximo fin de semana, tal y como estaba previsto, el Santo Padre hospedará en la Casa Santa Marta a un grupo de sacerdotes chilenos: http://press.vatican.va/content/salastampa/it/bollettino/pubblico/2018/05/22/0380/00826.html

Con el fin de avanzar en el proceso de reparación y sanación de las víctimas de abusos, en los próximos días partirán de nuevo a Chile S.E. Charles Scicluna y Mons. Jordi Bertomeu, esta vez en misión a la diócesis de Osorno, de acuerdo con el Papa Francisco.

Mientras tanto, el Papa hará llegar al Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile una carta redactada personalmente y dirigida a todo el Pueblo de Dios, como había prometido a los obispos.

Wednesday, May 30, 2018

Jaime Escobar de Reflexión y Liberación sobre la venida de Jordi Bertomeu




El sacerdote Jordi Bertomeu volverá a nuestro país, quien entrevistó a víctimas de abusos durante la visita de Charles Scicluna.
Jaime Escobar, editor de la revista "Reflexión y Liberación", señaló que es una buena noticia pues "captó exactamente la magnitud de la crisis en la iglesia en Chile".
Además, Escobar adelantó que Bertomeu llegará a Osorno y que posiblemente lo haga acompañado de Scicluna.
"Una de las tareas esenciales del padre Bertomeu va a ser ir a Osorno conversar y hacer lo que cualquier institución seria tiene que hacer, dialogar", señaló Escobar.
Con todo, aún no hay certeza sobre la fecha en la que viene ni tampoco las razones tras su visita.

Conversando con Tony Mifsud sobre la revista Mensaje del mes de junio



Tony Mifsud sj. es el director de la revista Mensaje y con él conversamos sobre el próximo número de esta revista, es decir, la del mes de junio de este año.
Uno de los temas es la situación de la iglesia en Chile y en este sentido está la editorial de la revista como una entrevista a un psicólogo -que además estudió teología- y en opinión de Tony Mifsud es un muy buen artículo. Presenta una hipótesis  y propuestas para salir de esta situación.
También se encontrará una entrevista al obispo Alejandro Goic, quien es el más antiguo de los obispos y les pareció que era bueno que él de su mensaje de su experiencia, como también le consultaron de los últimos acontecimientos acaecidos en su diócesis.
Destaca también el director de la revista Mensaje una entrevista  realizada a Juan Andrés Murillo sobre la Fundación  para la Confianza y sobre el Observatorio para la Confianza.
Otro de los temas de este número está relacionado con los migrantes y el proyecto de ley sobre migraciones  actualmente en el Congreso Nacional.
También en esta conversación, Tony Mifsud, señala que la revista Mensaje volverá a organizar seminarios y el primero de este año, a efectuarse en el mes de octubre, está relacionado con la Educación.
Los invito a escuchar y ver esta entrevista



Hoy en radio Duna: El giro del obispo González tras defender a Juan Barros: “El Papa cambió de opinión y yo también”

Obispo Juan Ignacio González

El obispo de San Bernando, respondió a las críticas que ha recibido por parte de las víctimas de Fernando Karadima y analizó la renuncia presentada al Sumo Pontífice y su cambio de opinión en la defensa del prelado de Osorno.

“Del caso Karadima yo nunca he sabido nada porque no he estado metido en él. Precisamente uno de los puntos que preocupa al Papa es que ahí no se hizo el acompañamiento de las víctimas que se tenía que hacer” explicó el obispo y aseguró que “nadie ha leído el informe Scicluna”.


La crisis al interior de la Iglesia Católica en Chile vive su peor momento, no solo por el llamado del Papa Francisco a los obispos al Vaticano, sino que también por los casos de abusos por parte de “La Familia” en Rancagua y las nuevas acusaciones contra el ex párroco de El Bosque, Fernando Karadima.
En Hablemos en Off, el obispo de San Bernardo y actual presidente del Consejo de Prevención de Abusos y Acompañamiento de Víctimas, Juan Ignacio González, aseguró que los religiosos “estamos dispuestos a cambiar, mejorar y seguir adelante”. 
Respecto a las críticas realizadas por parte de las víctimas de Karadima, José Andrés Murillo y Juan Carlos Cruz, sobre su designación al mando del consejo de Prevención de Abusos tras la salida del obispo Alejandro Goic, González señaló que “hemos tenido contacto con muchas víctimas y hemos curado a mucha gente”.
Sin embargo, afirmó no conocer personalmente a ninguna de las víctimas del ex párroco de El Bosque y señaló que “estamos actuando todos los días, lo que pasa es que a la gente le cuesta entender que esto es muy complicado para las víctimas”. 
Asimismo, aseveró que sobre las tres víctimas de Karadima “hubo falta de empatía y cercanía, eso lo tengo claro y lo tiene claro la autoridad de la Iglesia y la Santa Sede” . 
El obispo aclaró que en su visita al Vaticano fue idea de los religiosos presentar su renuncia y no del Papa Francisco. “A nosotros se nos ocurrió, viendo que el Sumo Pontífice tiene que tomar medidas, muchos dijimos ‘disponibilidad total , Papa haga lo que quiera'”.
Al ser consultado sobre la autocrítica que está realizando el clero, el religioso aseveró que ” la estamos haciendo y la corrección fraterna del Papa la hemos aceptado”.
Sobre su defensa al obispo de Osorno Juan Barro, González aseveró que fue la misma que realizó el Papa, y explicó que “el Papa cambió su opinión y yo también, pero no tengo antecedentes para decir el porqué cambié mi opinión pero el Papa si los tiene”.

Radio Duna

¿Quiso Jesús un clero como el que tenemos? por José María Castillo


Es un hecho, suficientemente conocido, que el papa Francisco, está encontrando numerosas y, a veces, fuertes resistencias que provienen, no de los tradicionales enemigos de la Iglesia, sino precisamente y de manera sorprendente de sectores importantes del clero. Resistencias que inevitablemente se contagian a no pocos seglares, que se distancian de la Iglesia o desconfían del papa Francisco y sus enseñanzas.
Sea lo que sea de este asunto, no cabe duda que las relaciones del papa Francisco con el clero no son siempre fluidas y sencillas. Este papa ha criticado no pocos comportamientos de hombres del clero, sin reparar en cargos, dignidades y comportamientos de los “hombres de Iglesia” que, en no pocos casos, han puesto al descubierto asuntos turbios o incluso escandalosos. ¿No sería mejor ocultar – o intentar ocultar – determinadas conductas que, al hacerse públicas, escandalizan a la gente y hacen daño a creyentes y no creyentes?
No cabe duda que este papa quiere cambiar muchas cosas. Como el mismo papa ha dicho, hace pocos días, “esto va en serio”. Hasta llegar a donde sea preciso. Hasta las últimas consecuencias
Y ¿cuál sería la última de esas consecuencias? Pues, si es que vamos hasta el fondo y sin miedos, creo que ha llegado el momento de afrontar una pregunta que posiblemente nos asusta: ¿estamos seguros de que Dios quiere que en la Iglesia exista un clero como el que tenemos?
La palabra “clero” no aparece en el Nuevo Testamento. Ese término lo introdujeron algunos escritores cristianos seguramente, en el s. III. Como es sabido, la palabra clero viene del griego kleros, que significa “lote”, en el sentido de “herencia”. De ahí que “clero” se entendió como grupo o conjunto de personas “privilegiadas” o exentas de cargas fiscales y otras obligaciones, que se concedieron a la Iglesia, sobre todo a partir del año 313, con motivo de la llamada conversión del emperador Constantino (Peter Brown, Por el ojo de una aguja, Barcelona, Acantilado, 2016, 103-104). En concreto, los “privilegiados” fueron los dirigentes de la Iglesia. Dicho brevemente, el “clero” se volvió distinguido porque era privilegiado. Así ha sido desde el s. IV. Y así lo sigue siendo.
Sin embargo, si algo hay claro en los evangelios, es que Jesús no quiso ni privilegios, ni privilegiados, en su comunidad de “seguidores” y discípulos. A esto se opuso Jesús, de forma tajante, cuando dos de sus discípulos, Santiago y Juan, pretendieron los primeros puestos (Mc 10, 35-46; Mt 20, 20-28). Y, sobre todo, en la Cena de despedida, Jesús les impuso a sus apóstoles el ejemplo de vida que tenían que llevar: lavar los pies a los demás (Jn 13, 12-15). Lo que era decirles que tenían que ir por la vida, no precisamente como privilegiados, sino como esclavos al servicio de los otros.
Pero ocurrió que, con el paso del tiempo, las cosas cambiaron. Fue entre los siglos IV y VI, cuando obispos y clérigos alcanzaron posiciones de privilegio, enormes riquezas y condiciones que llevaron a aquellos hombres a ser los grandes señores de Occidente. Al decir esto, no pretendo ni insinuar que los clérigos de hoy sean “grandes señores”. No lo son. Pero sí ocurre, no pocas veces, que encuentra uno “hombres de Iglesia” que en realidad lo que buscan en la vida es más “instalarse” en este mundo que “seguir a Jesús”, con todas sus consecuencias.
¿Se puede asegurar que Jesús quiso una Iglesia dividida y separada en dos categorías de cristianos, “clérigos” con poderes y dignidades los unos, “laicos” sumisos y profanos, los otros? Por supuesto, así se ha mantenido sólidamente la religión, sus templos y sus liturgias. Pero, a partir de semejante división, ¿hemos vivido y vivimos mejor el Evangelio? ¿Somos así mejores “seguidores de Jesús”?
El “clero”, tal como lo tenemos y tal como funciona, no fue un invento de Jesús el Señor. Lo inventó el egoísmo humano. Ni pertenece a la “Fe divina y católica” que la Iglesia tenga que estar dividida así. En la Iglesia puede haber ministros del Señor, testigos del Evangelio y personas responsables de las comunidades cristianas, que cumplan tales funciones sin necesidad de ser los “privilegiados” y “consagrados”, como lo vienen siendo desde la Antigüedad tardía.
¿No se podrían ir introduciendo cambios, que el pueblo creyente sea capaz de ir asimilando, para preparar una Iglesia del futuro, que sea menos “clerical”, pero más “evangélica? ¿O es que nos va mejor con la Religión que con el Evangelio?

José María Castillo
Teología sin censura
RD

Chile, las palabras del Papa sobre los homosexuales y las indicaciones olvidadas de Wojtyla por Andrea Tirnielli



El caso chileno demuestra la existencia de graves problemas (y no solo en el país sudamericano) en el discernimiento vocacional, en los seminarios y en los procesos para nombrar a los obispos

El caso chileno y la explosión de nuevos escándalos después de la renuncia que todo el episcopado puso en manos del Papa Francisco dejan en evidencia la profundidad de las raíces que tiene la enfermedad que aflige a la Iglesia de ese país (y no solo). Demuestra también que muchos enseñamientos de los Pontífices, publicados en las últimas décadas, han sido considerados letra muerta por muchos obispos. 
  
La semana pasada, dialogando a puerta cerrada con la asamblea general de la Conferencia Episcopal de Italia, el Papa Francisco (que ya había manifestado toda su preocupación por la disminución de las vocaciones sacerdotales) los invitó a ocuparse más de la calidad que de la cantidad de los futuros sacerdotes, refiriéndose al caso de personas homosexuales que deseen entrar al seminario: «Si tienen incluso la mínima duda, es mejor no dejar que entren». Francisco habló siguiendo la huella de dos documentos publicados en los últimos años por la Santa Sede: el primero es de 2005, cuando comenzaba el Pontificado de Benedicto XVI; el segundo es de 2016 y fue promulgado ya durante el Pontificado de Bergoglio. En ambos, respetando profundamente a las personas en cuestión, se sostiene que no es posible admitir en el seminario ni en las órdenes sacras a «aquellos que practiquen la homosexualidad» o que «presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas». 
  
En una nota del documento entregado por el Papa Francisco a los obispos chilenos cuando estos últimos llegaron a Roma, se puede leer una crítica por haber encomendado la guía de los seminarios a «sacerdotes sospechosos de practicar la homosexualidad». La existencia de entramadas y organizadas redes de sacerdotes que cazaban presas en internet, así como los casos de abusos contra menores en los que se han visto involucrados eminentes sacerdotes, indican claramente que los criterios de discernimiento no se han aplicado correctamente. 
  
En 1992, es decir diez años antes de que se publicara la instrucción de la Congregación para la Educación Católica en agosto de 2005 sobre el tema “Criterios de discernimiento vocacional en relación con las personas con tendencias homosexuales en vista de su admisión al seminario y a las órdenes sacras”, y más de veinte años antes de que se publicara la “Ratio Fundamentalis” de la Congregación para el Clero, titulada “El don de la vocación presbiterial” (son dos documentos que invitan a no dejar que entren al seminario a quienes presenten tendencias homosexuales profundamente arraigadas o practiquen la homosexualidad), Juan Pablo II divulgó la exhortación apostólica “Pastores dabo vobis”, dedicada a la «formación de los sacerdotes en las circunstancias actuales». 
  
  
En ese documento se lee: «Puesto que el carisma del celibato, aun cuando es auténtico y probado, deja intactas las inclinaciones de la afectividad y los impulsos del instinto, los candidatos al sacerdocio necesitan una madurez afectiva que capacite a la prudencia, a la renuncia a todo lo que pueda ponerla en peligro, a la vigilancia sobre el cuerpo y el espíritu, a la estima y respeto en las relaciones interpersonales con hombres y mujeres. Una ayuda valiosa podrá hallarse en una adecuada educación para la verdadera amistad, a semejanza de los vínculos de afecto fraterno que Cristo mismo vivió en su vida». 
  
El Papa Wojtyla también afirmó que «la madurez humana, y en particular la afectiva, exigen una formación clara y sólida para una libertad, que se presenta como obediencia convencida y cordial a la “verdad” del propio ser, al significado de la propia existencia, o sea, al “don sincero de sí mismo”, como camino y contenido fundamental de la auténtica realización personal. Entendida así, la libertad exige que la persona sea verdaderamente dueña de sí misma, decidida a combatir y superar las diversas formas de egoísmo e individualismo que acechan a la vida de cada uno, dispuesta a abrirse a los demás, generosa en la entrega y en el servicio al prójimo». 
  
El problema que surge con los recientes escándalos no se relaciona solamente con la patología de la pederastia: en varios casos se trata, efectivamente, de abusos contra menores que ya son adolescentes. El problema más amplio, profundo y al que todavía no se ha dado una respuesta adecuada, tiene que ver con la inmadurez afectiva de los candidatos al sacerdocio, que, si no son hombres “resueltos” y maduros en su afectividad (sean heterosexuales u homosexuales) se dejarán condicionar por su inmadurez afectiva en las relaciones con los demás. 
  
Que exista un problema relacionado con la homosexualidad dentro del clero lo demuestran las estadísticas de la OMS, según las cuales alrededor de 150 millones de niñas y chicas, y 73 millones de niños y chicos que no han cumplido los 18 años son obligados y sometidos a tener relaciones sexuales.  
  
Si tomamos en cuenta los abusos contra menores perpetrados por exponentes del clero, las víctimas masculinas representan el alrededor del 75%. 
  
El problema de la inmadurez sexual en los candidatos al sacerdocio, que acaba de explotar en Chile pero no solo existe en este país latinoamericano (como demuestran los diferentes escándalos en países europeos y en otras partes del mundo) indica que ha habido en las últimas décadas un grave problema con los criterios para seleccionar a los obispos. 
  
La reacción de absoluta cerrazón auto-referencial y auto-defensiva con la que los pastores chilenos reaccionaron al escándalo (poniendo siempre en primera línea el buen nombre de la institución en lugar de defender a la grey, a los fieles, a los más pequeños y a los más indefensos entre los fieles) debería suscitar más de una pregunta sobre los criterios de selección y sobre el poder de grupos a la hora de promover ciertos candidatos al episcopado. Incapaces de vigilar sobre la madurez afectiva de sus seminaristas y de sus sacerdotes. Incapaces de hacer las cuentas con la realidad y de cobrar conciencia de los abusos (incluso cuando se denunciaban) escudándose en comportamientos de casta y lavándose las manos. Frente a los abusos, a los delitos terribles, ala inmadurez afectiva de sus sacerdotes, prefirieron hacer finta de no darse cuenta y demostraron, a la vez, ser inmaduros como padres. 
  
Francisco en varias ocasiones (en entrevistas, homilías y libros) ha subrayado la distancia que existe entre la actitud de Jesús y la de Poncio Pilatos: Cristo vino para servir y lavó los pies a sus discípulos. Pilatos, en cambio, se lavó las manos. Una imagen útil para interpretar muchos casos eclesiales contemporáneos. 

Vatican Insider

Y AHORA, ¿QUÉ? por Sergio Silva ss.cc.(1)



“Francisco le ha dado un remezón muy fuerte al episcopado. Tiene la potencia de un terremoto como el de Valdivia en 1960, que cambió la estructura geológica de la región, levantando unas partes, hundiendo otras. Desgraciadamente, los remezones humanos no tienen efecto si no son asumidos conscientemente por los “terremoteados”, que no son solo los obispos, sino –insisto, aunque parezca majadero­– todos los fieles, incluidos nosotros. Si no nos ponemos las pilas todos (o una importante mayoría), el remezón a lo más será como el terremoto del 85 en Santiago, que en mi casa botó algunos platos y vasos que se quebraron, casi todos los libros que quedaron desordenados en el suelo, y que revolvió unas pocas tejas del techo, pero dejó intactas las estructuras de la casa”.
Es posible que muchos en Chile quieran que el proceso que ha iniciado el Papa con el envío del arzobispo Scicluna termine en carnicería: que salgan del episcopado todos los obispos formados por Karadima, no solo Juan Barros; y quizá también otros más, según el “gusto” eclesial de cada uno. El papa Francisco tiene claro que también debe haber salidas de obispos. Pero eso, me parece –y es asimismo el parecer del Papa–, no resuelve los problemas de fondo de nuestra iglesia chilena. Francisco entregó a los obispos, al empezar las reuniones, un escrito confidencial para que lo meditaran. Por una bendita filtración conocemos el texto. En él, Francisco compara la situación actual de la iglesia chilena con la de “antes”, un antes que no especifica, pero que es claramente el del tiempo en torno a la dictadura militar; y echa de menos en la iglesia chilena de hoy el profetismo que tuvo antes. La pregunta que me surge es: ¿qué nos ha pasado que, como iglesia, hemos perdido ese profetismo? Ciertamente las causas de esa pérdida son múltiples y no se pueden reducir a una, por importante que sea. Yo quiero señalar una, que nos concierne a todos, no solo a los obispos, porque me parece que todos, cual más, cual menos, hemos caído en ella. Y, por lo mismo, todos podemos colaborar en la recuperación del profetismo perdido. Esa causa es la pérdida del vínculo con la gente y sus problemas reales, sobre todo con los pobres. Si algo caracterizó a la iglesia de “antes” fue precisamente su capacidad para acompañar a los pobres y a los perseguidos y para ayudarlos a salir de situaciones de muerte. Fuimos una iglesia mayoritariamente empática en todos sus niveles: obispos, clero, religiosas, laicos y laicas. Hubo en la iglesia “profetas” de primera línea que supieron arrastrarnos a muchos por los caminos que ellos emprendieron. Entre ellos, nuestro querido Esteban[2].
Al terminar la dictadura se produjo en la iglesia un clima nuevo. Tengo el recuerdo de que el entonces presidente de la conferencia episcopal chilena, Carlos González, obispo de Talca, dijo en una entrevista de prensa que ahora que en Chile se volvía a la democracia, la iglesia volvía a “lo suyo”. Parece que él, como muchos en la iglesia, entendían que “lo suyo” era ella misma, es decir, sus funcionamientos internos, sus estructuras, los servicios que ella cree que debe dar: sacramentos, doctrina y quizá sobre todo moral. Y fue eso justamente lo que empezó a caracterizar a la iglesia chilena hasta hoy. Se olvidó precisamente aquello en lo que insiste majaderamente Francisco –siguiendo las aguas de Pablo VI en Evangelii nuntiandiy, más atrás, del Concilio–: lo nuestro es Jesucristo y su evangelio, no la iglesia. Pero no el Jesús de una vida interior abstracta, sino el de la vida concreta, el Jesús al que solo podemos encontrar de verdad en los demás, ante todo en los pobres y en los que sufren.
Es en este punto donde todos tenemos que hacer un examen de conciencia a fondo. ¿Cómo es actualmente mi contacto real con los pobres y sufrientes? ¿Qué puedo –y debo– hacer para estar más cerca de ellos? Pero, para que el contacto con ellos nos haga ser una iglesia más profética, es necesario que no nos contentemos con el mero encuentro, que puede quedarse en la superficie. El paso decisivo es el que viene después del contacto. Es la pregunta –con ellos– sobre las causas de su pobreza y de su sufrimiento, y la búsqueda –con ellos– de los caminos que les permitan ir superando estas situaciones que los oprimen.
Los que lean esta página saben que no he sido hombre de la acción práctica sino de la enseñanza de la teología y del esfuerzo por pensar lo que enseño a la luz de la experiencia humana y del contexto social y cultural donde esta experiencia se da. No he sido el Esteban que movió a la gente de San Pedro y San Pablo[3]a organizarse y crear comedores infantiles, bolsas de trabajo, comités de defensa de los derechos humanos; ni el Esteban poeta que denunció tan vívidamente las violaciones a esos derechos. A pesar de todo, me atrevo a entrar un poco más en el “área chica” de lo que cada uno de nosotros puede hacer para reforzar el vínculo con la gente y sus problemas reales. Me voy a referir solo a un primer paso, que consiste en tratar de detectar esos problemas. Propongo algunas hipótesis, referidas a dos temas de creciente importancia y de efectos devastadores: narcotráfico y juventud.
Narcotráfico. Pienso en los dos lados del fenómeno: el de los productores y distribuidores y el de los consumidores. Respecto de los primeros, aparentemente no podemos hacer nada, salvo denunciarlos y envalentonar a la gente para que los denuncien. Creo que podemos hacer más, preguntándonos qué atrae a los que entran en el negocio. Una fuerza poderosa me parece que es el atractivo del dinero fácil; otra, el poder que se adquiere ante los demás, como sucede con niños de 12 a 14 años, contratados como “soldados” de los narcotraficantes, y que manejan armas de fuego. ¿No podríamos trabajar más y mejor con niños y jóvenes de nuestras pastorales para grabarles a fuego el valor del servicio y la solidaridad y del aprender a contentarse con lo necesario?
Respecto de los consumidores, creo que es inútil la pura repetición de la moral que dice que el consumo de la droga es malo, porque es pecado. La pregunta que nos ayuda a dar un paso más es la del porqué consumen. Ahí se descubre, entre muchas otras cosas, el abismo de la falta de familia, que deja a tantos niños y adolescentes a la deriva en la vida, con esa sensación devastadora de que nadie “los pesca”. Si esto es así, ¿no podríamos trabajar más y mejor con las familias?
Juventud sin horizontes humanizadores. La numerosa juventud que entró en la iglesia de “antes” tenía inquietudes; quizá unilaterales, porque se concentraban bastante exclusivamente en la lucha contra la dictadura. Por lo mismo, terminada la dictadura, nuestras capillas empezaron a quedar sin jóvenes. ¿Cómo ayudar a los jóvenes a despertar sus inquietudes de fondo? ¿Cuáles son los cauces que debemos imaginar y construir con ellos para darles curso a esas inquietudes? Todo parece estar hoy en contra. Ausencia de una familia que los contenga y los eduque. Publicidad obsesiva, envolvente, científicamente eficaz, orientada a que busquen los caminos del consumo sin freno: adrenalina, viajes, sexo, trago, droga, etc. Educación de muy mala calidad –orientada al éxito en la PSU, porque es la puerta que abre al mundo del consumo, gracias a una profesión bien remunerada– pero que no se preocupa de formar a la persona integral; mala educación reforzada porque esta es probablemente la expectativa mayoritaria de las familias y de los mismos colegiales. Nosotros como Congregaciónd de los Sagrados Corazones tenemos cuatro colegios, varios CPJs, y en las parroquias llegamos a algunos jóvenes y niños. ¿Estamos haciendo lo posible por detectar estos (y otros) problemas que los aquejan? ¿Cómo podemos ayudarlos a sortear los peligros crecientes a los que se ven expuestos? Una pista posible tiene que ver con la publicidad. ¿No podemos hacer más en la línea de formar a nuestros jóvenes y niños en una actitud crítica, que tienda a inmunizarlos contra las insidias de la cultura actual? Lo que supone que nosotros mismos desarrollemos esta actitud crítica en nuestro modo de relacionarnos con los medios y con los productos y procesos de la cultura actual.
Se podrían proponer muchas otras hipótesis, quizá más certeras que estas. Lo decisivo, a mi juicio, es que tomemos conciencia de la necesidad de que todos colaboremos en recuperar el profetismo de nuestra iglesia. Francisco le ha dado un remezón muy fuerte al episcopado. Tiene la potencia de un terremoto como el de Valdivia en 1960, que cambió la estructura geológica de la región, levantando unas partes, hundiendo otras. Desgraciadamente, los remezones humanos no tienen efecto si no son asumidos conscientemente por los “terremoteados”, que no son solo los obispos, sino –insisto, aunque parezca majadero­– todos los fieles, incluidos nosotros. Si no nos ponemos las pilas todos (o una importante mayoría), el remezón a lo más será como el terremoto del 85 en Santiago, que en mi casa botó algunos platos y vasos que se quebraron, casi todos los libros que quedaron desordenados en el suelo, y que revolvió unas pocas tejas del techo, pero dejó intactas las estructuras de la casa.
[1] Sergio Silva Gatica es religioso de los Sagrados Corazones. Doctor en Teología de la Universidad de Ratisbona (Regensburg, Alemania). Es socio fundador de la Sociedad Chilena de Teología y durante su trayectoria ha escrito un gran número de publicaciones sobre la Teología Fundamental, donde destaca su reflexión sobre la modernidad y la técnica. Hizo clases en la Facultad de Teología de la UC entre los años 1973 y 2016.
[2] Esteban Gumucio Vives, sacerdote chileno de los Sagrados Corazones en proceso de beatificación.
[3] Parroquia de la zona sur de Santiago fundada por Esteban Gumucio en 1964, donde actualmente descansan sus restos.
SS.CC. CHILE

María en toma por Pedro Pablo Achondo ss.cc.



Hace unos días fui a misa y al entrar me llamó la atención algo inusual. Fue la imagen de María, la madre de Jesús, una escultura preciosa de madera tallada. Una pieza de más de un metro y medio de altura y claramente bien trabajada, con esmero y cariño. Lo inusual era que María no estaba ni seria ni en actitud reverencial, sino que mostraba una sonrisa triunfante; triunfante y leve; como quien sabe que nada está asegurado, pero si encaminado. Sus manos no estaban unidas ni juntas, en esa tradicional posición orante. No. María tenía una mano como ofreciéndola, su brazo doblado y su mano abierta esperando que algún osado feligrés se la tomara. El otro brazo pegado a su cuerpo con el puño cerrado.

María, la simple María no tenía ni un rosario colgando de su mano ni un ramo de flores. Nada de eso; sino un cartel que claramente alguien –o alguna para ser más exactos- habría puesto en su mano ofrecida. El cartel rezaba: “Apoyo la toma feminista. La rebelión es irreversible”.

María estaba en toma y aun así la misa ya empezaba. Un caballero murmuraba algo en voz alta, un par de señoras trataban de buscar una silla para sacarle ese sacrílego cartel a la Madre de Dios. Unos jóvenes sacaban fotos medio escondidos y el cura, sin aspavientos, como si María no estuviera ahí, como si no estuviera llena de cólera, de esa santa cólera que solo los santos son capaces de vivir y expresar; como si la Virgen no llevara años allí, en esa misma posición, con el mismo puño apretado y sudado; como si no fueran siglos y siglos de invisibilizarlas o menospreciarlas o usarlas o utilizarlas…. el cura y gran parte de la asamblea –pues varios se habían largado- solo querían que comenzara la misa y, en realidad, que terminara para volver tranquilos a sus casas dominicales y olvidar esta locura mariana.

María sigue ahí. La toma también. Nadie sacó el cartel –como los santos ciegos de Saramago- no se sabe si por miedo o por respeto a la Madre Santa. Lo que si sigue llamando la atención en esa pequeña iglesia no es el hecho de que mucha gente dejó de ir a misa después de este acontecimiento vergonzoso, sino que la mirada de María se hizo más firme, más penetrante, más tierna y dura al mismo tiempo. María no es la misma y por eso esta Iglesia en toma se ha transformado en el bastión de la silenciosa revolución feminista que hoy grita en todas partes. María es más feliz y por eso, nosotras. Y nosotros.

Pedro Pablo Achondo ss.cc.
Refleiones Itinerantes

Llega un tiempo nuevo: Mujeres en Red por Laly Serrano

Imagen de María José Gómez Pérez

Yo sigo con uno de mis temas favoritos, porque lo cierto es que las redes, últimamente, nos están dando muchas alegrías. En esta ocasión se trata de redes de mujeres, incluso aquí en mi tierra. Y es hace justo una semana echó a andar #MujeresProfesionalesEnRed en Extremadura, una iniciativa a las que unas cuantas llevábamos unos meses dándole vueltas, impulsadas por Elisa Martín Crespo. Mi amiga Elisa tiene esa visión: mujeres líderes colaborando estrechamente unas con otras, cada una desde su ámbito profesional, para que ser mujer no sea una limitación y la empresa y la sociedad ganen con ello.
A esta visión de Elisa nos hemos sumado ilusionadas muchas otras, que pensábamos que estábamos un poco solas y hemos descubierto con alegría inmensa que estamos rodeadas de mujeres valiosas y potentes, deseando colaborar, ayudar, construir, desde lo mucho que nos une.Para muchas ha sido una inyección de energía, una fuente inagotable de ánimo para seguir trabajando por el propio futuro profesional (difícil en esta tierra mucho más que en otros lugares de España) y por el futuro de este mundo tan complejo.
Estamos aún diseñando nuestra estrategia y concretando nuestros objetivos, pero tenemos claro que nuestras niñas tienen que tener referentes potentes de mujeres que han llegado a desarrollar las profesiones más dispares, más “masculinas” si queremos. Porque estamos seguras de que toda la sociedad ganará con ello, ganará si todos y cada uno de nosotros, hombres y mujeres, desplegamos al máximo nuestro potencial y lo ponemos a trabajar por el bien común.
Es una evidencia que las mujeres lo tenemos bastante más complicado. Y no descubro nada si digo que el primer obstáculo está en los estereotiposque cada una hemos interiorizado de nuestras familias, nuestra cultura, nuestra historia … Incluso el lenguaje condiciona nuestro pensamiento (hoy mismo he visto una charla TED sobre esto mismo muy iluminadora, si tenéis interés podéis verla aquí).
Contra todo esto hay que luchar por justicia, pero también por muchos otros motivos. En numerosos artículos de entreParéntesis se ha incidido ya en ello y se continuará incidiendo, pero en este post mío me gustaría resaltar estas cuatro razones:
  • Cada vez es más urgente acabar con la violencia machista. Las mujeres tienen que sentirse libres, capaces e independientes, porque no hay ningún motivo por el que no lo puedan ser. Y toda la sociedad debe acompañarlas, estar alerta y reaccionar al mínimo indicio, para que puedan vivir seguras, y con la máxima protección en caso necesario. Sólo con la implicación de todos, y sólo con una visión feminista podremos acabar con esta violencia brutal. Pero la tendencia no parece esa. Es alarmante la creencia que se percibe en muchas de nuestras adolescentes y jóvenes que otorga a sus parejas masculinas el derecho a controlar sus vidas hasta límites demenciales, que las somete a la presión de los cánones de belleza de nuestro mundo occidental, para el que la imagen de la mujer se trata tantas veces un mero objeto de consumo.
  • La perspectiva de las mujeres se pierde en los sitios donde no estamos presentes. Y con presencia no me refiero a presencia testimonial o invisible, me refiero a la capacidad de influir, a estar y tener voz y voto donde se deciden los asuntos importantes. Esta ausencia de la visión femenina lo empobrece todo: la empresa, la política, la Administración, la sociedad en general. Incluso llega a distorsionar los resultados que se persiguen. Como en el caso de La Manada, cuya sentencia es producto de un tribunal integrado solo por hombres, interpretando una ley pensada, en principio, para ampliar la protección de las mujeres. Muy interesante el programa “Ellas Pueden” de Radio 5 del domingo pasado sobre las consecuencias de esta sentencia (os dejo aquí el audio).
  • El entorno de este mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo (VUCA por sus siglas en inglés), hace imprescindible que contemos con todos los talentos disponibles, también con los talentos de las mujeres. Y ¿qué talentos van a surgir si las niñas creen firmemente que hay profesiones que son de chicos? Las chicas parecen descartar por sistema las que tienen que ver con el conocimiento STEM (siglas en inglés de ciencias tecnología, ingeniería y matemáticas), imprescindibles para la Cuarta Revolución Industrial que está llegando ya. De no corregirse esta tendencia, si no convencemos a las niñas de que tienen la misma capacidad que sus compañeros y que pueden ser grandes matemáticas, ingenieras informáticas, expertas en Big Data, etc., hay un riesgo grave de involución, y todos perderemos con ello.
  • En España, la demografía hace tiempo que es un grave problema que nuestros políticos parecen obviar de forma sistemática. Y muchos de los pocos niños que tenemos se están criando prácticamente solos, o con los sufridos abuelos como cuidadores principales. Este problema seguirá mientras pensemos que la conciliación es solo cosa de mujeres, mientras no haya una estrategia que lo aborde desde todos los ámbitos: cultural, social, familiar, empresarial, legislativo, … Y sobre todo, mientras las mujeres no nos creamos que los hijos son responsabilidad de ambos padres al 50% y actuemos para que esto sea una realidad negociando sin cesar, renunciando incluso a ciertas prerrogativas que nos han hecho creer que son irrenunciables.
Estamos viendo que esto de los estereotipos es crucial, así lo vivimos cada una de nosotras en esta red maravillosa que hemos puesto en marcha. Y con la misma visión estamos contactando con muchas otras redes que luchan por objetivos similares. Como el Club de Malasmadres, en el que participan miles de mujeres que ven la necesidad de adaptar la maternidad a estos tiempos tan complicados, la necesidad de no sentirse culpables por no obedecer al modelo de madre perfecta, de no renunciar a sus sueños y a su carrera profesional, de no dejar de ser una persona completa por ser madre.
En este club, iniciado por Laura Baena desde su propia y dura experiencia personal, todas comparten vivencias y se sienten acompañadas. Y luchan por ellas, por sus hijos y por un mundo mejor, como dice la entradilla de su web: “Club de Malasmadres con mucho sueño, poco tiempo, alergia a la ñoñería, con ganas de cambiar el mundo o al menos de morir en el intento“. Interesantísima su campaña “Yo No Renuncio” que podéis ver aquí y que incluye el Informe Somos Equipo, estudio sociológico sobre el problema de la conciliación, presentado a todos los grupos políticos del Congreso.
Otra red que hemos conocido es Inspiring Girls, fundada en Reino Unido hace tres años por la abogada española Miriam González, con presencia en varios países, en España desde hace casi dos años. Como dice su web, su objetivo es “aumentar la autoestima y la ambición profesional de las niñas en edad escolar, así como sus expectativas laborales, ayudándolas a visibilizar la amplia variedad de profesiones y trabajos que existen, sin que el hecho de ser mujer suponga ninguna limitación, siempre que se basen en el trabajo y el esfuerzo”.
Esto lo hacen con mujeres profesionales voluntarias de todos los sectores, que dan charlas en los colegios para acabar con los estereotipos de género, para que las niñas tengan referentes femeninos potentes de las profesiones más increíbles. Como la Comandante de la Guardia Civil Silvia Gil, Premio Mujer Líder 2018 entregado por la Escuela Internacional de Negocios ALITER (aquí os dejo una entrevista a esta mujer tan “superinspiring” ;).
Entre las embajadoras de Inspiring Girls España están María Blasco, Directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas; Fuencisla Clemares, Directora de Google para España y Portugal; Sara Gómez, Catedrática y Consejera de la Real Academia de Ingeniería; Rocío González, Capitana, piloto de combate; Jennifer Miranda, Campeona de boxeo de España y del mundo. Mujeres increíbles todas ellas, que quieren inspirar a nuestras niñas para que lleguen donde les lleve su vocación, y para que su vocación no esté sesgada por estereotipos de género.
Una asociación más que ejemplifica todo este movimiento es EJE&CON, Asociación Española de Ejecutivas y Consejeras, que nació en 2015 con la misión de “promocionar la presencia de las mujeres en los puestos de Alta Dirección y Consejos de Administración”, y con la creencia firme de que, para que nuestra sociedad y nuestras empresas avancen, las mujeres tenemos que ser visibles y ocupar puestos de poder, en el porcentaje que nos corresponde según el porcentaje de población femeninaEn este sentido, a mi juicio es un avance importante el Código EJE&CON de Buenas Prácticas para la Gestión del Talento y la Mejora de la Competitividad de la Empresa (puede consultarse en este enlace),presentado en sociedad hace unas semanas y al que ya se han adherido empresas de las más importantes de nuestro panorama nacional.
Con todas estas redes de mujeres, y con alguna más, nuestras #MujeresProfesionalesEnRed de Extremadura ya hemos empezado a tejer nuestra historia, y vamos a seguir haciéndolo. Como inicio, nos hemos puesto el ilusionante objetivo de apoyar a Marisa González como primera candidata a rectora de la Universidad de Extremadura (aquí os dejo una entrevista para que la conozcáis). Porque lo cierto es que nos parece un dato más que anómalo, que en las 50 universidades públicas españolas solo haya 5 rectoras. Pero no la apoyamos solo por ser mujer, también por su visión de Universidad abierta al mundo, transparente, inclusiva, diversa y de calidad, entre otras cosas que explica en su programa. Estamos muy orgullosas de ella y estamos seguras de que la UEX y la sociedad extremeña en general ganarán si se convierte en su primera rectora. De momento ha dado el valiente paso de ser la primera candidata. Dentro de unos meses sabremos el resultado, y mientras tanto seguiremos avanzando hacia un futuro mejor para todos. Porque de eso se trata.
entreParéntesis