- La renuncia de todo el episcopado chileno expresa la gravedad de la situación vivida por esos obispos
Estremecidos al conocer la renuncia de todos los obispos chilenos, muchos laicos reaccionan en el país comentando aspectos ocultos o borrosos que han estado presentes en el desarrollo de estos acontecimientos y han sido poco mencionados.
Lo que explica esta situación es precisamente esa tendencia poco transparente de mantener en el secreto y la confidencialidad lo que ocurre. Incluso ahora, ante la inminencia de lo que el mismo papa Francisco les ha enrostrado, los obispos quisieron evitar que se diera a conocer el documento en el que el Papa les hizo duras críticas. Así lo afirmó Juan Carlos Cruz, una de las víctimas de Karadima recibido por Francisco, y agregó: “Me impresiona haber visto nuestras conversaciones impresas en el documento que les entregó a los obispos (…) me ha gustado ver que terminó en la renuncia de esta lacra que son los obispos chilenos”.
Un laico destacado en el país es Benito Baranda, director ejecutivo de América Solidaria, quien representó al Gobierno de Chile en la Comisión preparatoria de la reciente visita del Papa. En una columna de opinión ha dicho “me queda la impresión de que nuestras máximas autoridades eclesiásticas no vieron lo que muchos veíamos y que aún no tienen conciencia de su responsabilidad”. Consultado por Tele13 Radio se refirió al supuesto arrepentimiento de los obispos diciendo que “no se les nota en la cara…hay un porcentaje importante de ellos que no tiene consciencia del daño provocado, no tienen consciencia de que ellos también han sido cómplices de este daño, salvo algunas excepciones”.
Hay que recordar que la confianza ciudadana hacia la Iglesia católica chilena lleva más de dos décadas bajando, pasó de superar el 70% a caer bajo el 30%, de ser una de las más confiables del continente a ser la menos confiable. No solo Baranda, sino también otros dirigentes han comentado en medios de comunicación que los responsables de esta pérdida de confianza en la Iglesia son estos obispos que la han dirigido. La Iglesia chilena, insiste Baranda, “hace algunas décadas viene cargando con este grave problema que nos sucedió, y que las autoridades eclesiásticas de aquí no fueron capaces de enfrentar con la verdad, honestidad, diligencia y rigurosidad que se necesitaba”.
El camino seguido no ha servido
El papa Francisco ha dicho que no basta con la renuncia de uno o varios obispos para superar esta difícil situación que vive la iglesia chilena. En el documento con sus conclusiones después de haber leído el ‘informe Scicluna’, que Francisco entregó a los obispos les hace ver que “realizaron diversas acciones para tratar de reparar el daño y el sufrimiento ocasionados, pero tenemos que ser conscientes que el camino seguido no ha servido de mucho para sanar y curar”. A renglón seguido les describe las conductas evasivas que pudieron tener.
Lo que hoy se preguntan muchos de los que se han mantenido firmes en las denuncias a esas actitudes episcopales, es si estos mismos obispos pueden llevar adelante un proceso de renovación tan profundo como necesario. Muchos ven en ellos más bien la expresión de una iglesia pre-conciliar alejada de lo que su pueblo vive.
Juan Carlos Claret, dirigente del movimiento ‘Laicos y Laicas de Osorno’, que ha recibido felicitaciones y agradecimiento de muchos sacerdotes y laicos del país por el rol que ha tenido ese grupo, en conversación con El Diario de Cooperativa, dijo que espera que “el Papa pudiera entregar esos antecedentes a la justicia” y considera importante que el impacto de las renuncias “no diluya la responsabilidad penal de algunos”.
Anne Barrett Doyle, una de las fundadoras y actual miembro del directorio de BishopAccountability.org, organización que identifica unos 80 obispos y sacerdotes en Chile denunciados por abusos o encubrimiento, consultada si cree que el Papa enfrentará este problema, expresó: “Me gustaría creer que sí, pero soy escéptica. Hay que tener en cuenta que el Papa tomó este paso después de que la primera estrategia -atacar la credibilidad de las víctimas- fracasó. El tiempo dirá si estos encuentros con las víctimas y los obispos fueron más un control de daños o la búsqueda desesperada del necesario cambio”.
Signos positivos
Ese necesario cambio debe ir a la raíz, como ha pedido Francisco. Porque esta crisis, ya antigua, que no es solo de abusos –de poder, de autoridad, de conciencia, sexuales- sino de una cultura institucional que los ha favorecido, requiere medidas a mediano y largo plazo que evite la impunidad, el secretismo y continuar ocultando lo que ocurre.
La primera noticia positiva y alegre que se conoce ha sido la deposición de los carteles que pedían la renuncia del obispo Barros en Osorno, en una liturgia emotiva en el interior de la catedral, después de 3 años sin entrar, manteniendo su valiente e insistente denuncia el atrio de ese templo, con cantos, oraciones y reclamos. Este puede ser un signo de que esta crisis no es propiamente una crisis de la iglesia chilena, sino sólo de su jerarquía, obispos y sacerdotes.
Vida Nueva
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