No sé si el papa Francisco sabe jugar al tute, ese juego español de naipes. Parece que sí, porque le ha “cantado las cuarenta” a los obispos chilenos a quienes citó en el Vaticano.
Regresan ahora los prelados con una sonrisa un tanto forzada y bastante mohínos por dentro.
En Roma todos dejaron presentada su renuncia al cargo que ostentan y han quedado todos bailando en la cuerda floja. Es de esperar que Francisco haga una buena selección, deje a un cuarteto de ellos en funciones, y envíe para sus casas a los otros que no son un aporte para servir a una iglesia samaritana
El pueblo católico está tomando conciencia de su protagonismo y ya nada será como antes. Hasta ahora los obispos han sido impuestos a las comunidades que los reciben pasivamente. Esos nombramientos pueden despertar curiosidad, a veces simpatía, las más de las veces indiferencia. Parece llegado el tiempo de término para esas designaciones unilaterales impuestas desde arriba sin consulta a los que serán beneficiados o perjudicados con ella.
De ahora en adelante, se espera que el sistema cambie. Las comunidades tienen mucho que decir en el nombramiento de sus pastores.
Porque de eso se trata: la palabra pastor se aplica a quien cuida, quien conduce, quien protege, quien defiende, al rebaño (según la imagen pastoril tradicional (un tanto pasada de moda).
Las comunidades tienen el derecho de opinar y también de elegir, ya que son ellas las que gozarán o sufrirán a sus pastores. Y entre los pastores hay de todo. No se puede olvidar que en el lenguaje celta la palabra pastor se dice "bakkallakos", que en el lenguaje castellano es tan parecido a "bellaco"
¡A estar atentos, entonces!
El Catalejo de Pepe
RD
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