Durante la misa en Santa Marta, el Pontífice recordó que la alegría «no es algo que se compre en el mercado», sino un don del Espíritu Santo
La alegría es la «respiración del cristiano», pero se trata de una alegría de verdadera paz y no engañosa, como la que ofrece la cultura contemporánea, que «se inventa tantas cosas para divertirnos», tantísimos «pedacitos de dulce vida». Durante la misa matutina de hoy, 28 de mayo de 2018, el Papa Francisco afirmó nuevamente cuál es uno de los rasgos distintivos de los cristianos: la alegría, a pesar de las pruebas y de las dificultades.
Comentando los pasajes de la Primera lectura de San Pedro y del Evangelio de Marcos, el Papa insistió, en la capilla de la Casa Santa Marta, según indicó Vatican News, que un verdadero cristiano no puede ser «oscuro» o «entristecido». «Ser hombre y mujer de alegría», constató, significa «ser hombre y mujer de paz, significa ser hombre y mujer de consolación».
«La alegría cristiana es la respiración del cristiano, un cristiano que no es alegre en el corazón no es un buen cristiano. Es la respiración, la manera de expresarse del cristiano, la alegría. No es una cosa que se compre o que haga yo con mi esfuerzo. No. Es un fruto del Espíritu Santo. El que hace la alegría en el corazón es el Espíritu Santo».
La alegría cristiana se apoya, según el Papa Francisco, sobre la roca sólida de la memoria: no podemos, afirmó, olvidar «lo que ha hecho el Señor por nosotros», «regenerándonos» a una nueva vida; y tampoco podemos olvidar lo que nos espera: el encuentro con el Hijo de Dios. Memoria y esperanza son los dos elementos que permiten que los cristianos vivan en la alegría, no una alegría vacía, sino una alegría cuyo «primer grado» es la paz.
«La alegría no es vivir de carcajada en carcajada. No, no es eso. La alegría no es ser divertido. No, no es eso. Es otra cosa. La alegría cristiana es la paz. La paz que está en las raíces, la paz del corazón, la paz que solamente Dios puede dar. Esta es la alegría cristiana. No es fácil custodiar esta alegría».
El mundo contemporáneo, advirtió Jorge Mario Bergoglio en su homilía, desgraciadamente se conforma con «una cultura no alegre», «una cultura en la que se inventan muchas cosas para divertirnos», muchos «pedacitos de dulve vida», pero que no satisfacen plenamente. La alegría, afirmó el Pontífice argentino, «no es algo que se compre en el mercado», «es un don del Espíritu» y también vibra «en el momento de la turbación, en el momento de la prueba».
«Hay una inquietud buena –concluyó el Papa–, pero hay otra que no es buena: la de buscar seguridades por todas partes, la de buscar el placer por todas partes. El joven del Evangelio temía que si dejaba las riquezas no habría sido feliz. La alegría, la consolación: nuestra respiración de cristianos».
CIUDAD DEL VATICANO
Vatican Insider
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