Monday, July 09, 2007


Libro del Génesis 28, 10-17
Jacob dejó Bersebá y se dirigió hacia Jarán. Al llegar a un cierto lugar, se dispuso a pasar allí la noche pues el sol se había ya puesto. Escogió una de las piedras del lugar, la usó de cabecera, y se acostó en ese lugar. Mientras dormía, tuvo un sueño. Vió una escalera que estaba apoyada en la tierra y que tocaba el cielo con la otra punta, y por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. Yavé estaba allí, a su lado, de pie, y le dijo: "Yo soy Yavé, el Dios de tu padre Abrahán y de Isaac. Te daré a tí y a tus descendientes la tierra en que descansas. Tus descendientes serán tan numerosos como el polvo de la tierra y te extenderás por oriente y occidente, por el norte y por el sur. A través de tí y de tus descendientes serán bendecidas todas las naciones de la tierra. Yo estoy contigo; te protegeré dondequiera que vayas y te haré volver a esta tierra, pues no te abandonaré hasta que no haya cumplido todo lo que te he dicho". Se despertó Jacob de su sueño y dijo: "Verdaderamente Yavé estaba en este lugar y yo no me dí cuenta." Sintió miedo y digo: "¡Cuán digno de todo respeto es éste lugar! ¡Es nada menos que una Casa de Dios! ¡Esta es la Puerta del Cielo!"
¿Qué me estás diciendo Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

La visión de la escalera me llega muy adentro, Señor, especialmente cuando estoy pesimista. La veo como un corto camino a un lugar más feliz, con ángeles que me acompañan. Pero Jacob despierta y nos dice: "Este es un lugar sagrado. El Señor está aquí - y yo no me dí cuenta!"

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