Sunday, February 10, 2008

¿Dónde va la Iglesia en China? Recepción en China de la Carta del Papa Benedicto XVI


Era una iniciativa atrevida la del Papa Benedicto XVI al dirigir una carta pública a todos los obispos, los sacerdotes, las personas consagradas y los fieles laicos de la Iglesiacatólica en China. No debe sorprender, pues, el que aún hoy, cuatro meses después de su publicación, la carta siga resonando y cobrando actualidad en distintos ambientes, tanto eclesiales como sociales.

Ya unos meses antes de su publicación, cuando el pontífice anunciaba la futura redacción de una
carta dirigida a la Iglesia en China, al finalizar la reunión que había tenido lugar en el Vaticano durante el 19 y el 20 de enero de este año 2007 con varios especialistas, la noticia suscitó peculiar interés en todo el mundo. Especialmente los católicos chinos aguardaban con ansia el mensaje oficial de la Santa Sede para salir de la incertidumbre, pues en distintas diócesis de China acuciaba la problemática en torno a la autoridad del clero, de la administración de los bienes eclesiásticos, de las vocaciones, o de la relación con el mismo gobierno comunista.


Salió, por fin, a la luz la mencionada carta el 30 de junio, con la intención de responder a las
muchas inquietudes del pueblo de Dios en China. Hay que tener en cuenta que el mensaje está dirigida en primer término a los católicos chinos, sin pretensión de dialogar con el gobierno comunista ni intención de abordar todos los detalles de problemas complejos que exigirían un dialogo sereno.


Lo que pretende el Papa es “ofrecer algunas orientaciones sobre la vida de la Iglesia y la obra de la evangelización en China” para ayudarnos a los católicos chinos a descubrir lo que quiere el Señor de nosotros. La sinceridad y la claridad que ha demostrado en la carta hacen descartar por
parta del Papa cualquier intención política. Benedicto XVI entiende muy bien el “llanto” y el “temor” de los cristianos y “el silencio de Dios frente a las persecuciones”, exaltando la fidelidad
de tantos “testigos de la fe”, considerándolos como “la esperanza de la Iglesia futura”. Pero, por otra parte, se muestra también muy comprensivo al tratar de los obispos ilegitimos y los sacerdotes en situación irregular, invitando a todos a vivir la comunión explícita con el sucesor de
Pedro, el perdón recíproco, la colaboración pastoral para la misión y el bien de toda la sociedad china. La actitud fundamental del Papa es abierta, no impositiva. También con el gobierno, al que le transmite en nombre de la fe católica, una reivindicación de libertad de la Santa Sede para nombrar obispos. Con profundo “respeto” a las autoridades políticas, les tranquiliza declarando que la misión de la Iglesia no es “cambiar la estructura o la administración del Estado” y se muestra deseoso y abierto para una normalización de las relaciones diplomáticas entre China
y el Vaticano. De este modo, Benedicto XVI habla “con interés particular” manifestando un “vivo aprecio”al pueblo chino y su cultura (n. 4).


En fin, no vamos a exponer de nuevo todo el contenido de la carta1, que ha sido tan estudiado por diversos ámbitos de la Iglesia en China, y también por muchos de fuera del país China preocupados por el tema. Lo que nos interesa a continuación (al concluir esta breve presentación del ambiente donde nació la carta y la clave para entender lo que trata) es hacer un seguimiento
de la reacción de los chinos con respecto al mensaje y sus consecuencias.


Resonancia en la Iglesia en China

En comparación con otros documentos anteriores, que podían causar, y de hecho causaron, confusiones en el pueblo chino, esta carta llegó con una explicación muy clara y una actitud muy decidida de la Santa Sede para con la Iglesia en China. Casi en todas las diócesis del país se han organizado reuniones de los sacerdotes y fieles comprometidos para estudiar seriamente
la carta y discutir la mejor forma de su aplicación en la situación concreta de cada sitio. En general todos, ya sean de la Iglesia oficial o de la clandestina han expresado de una manera u otra su fidelidad a la Santa Sede y su decisión de mantener la comunión con la Iglesia universal.


Asianews, una web católica dedicada a ofrecer noticias sobre la Iglesia en Asia, ha calificado
las reacciones de China a la carta, dos días después, como “mesuradas” y “esperadas”. Li Jingfeng, obispo de Fengxian (provincia de Shaanxi), considera la carta del Papa como la llave del cambio de la Iglesia en China. Otro obispo de la Iglesia clandestina de Zhengding (provincia de Hebei), Jia Zhiguo, piensa que la carta ha señalado muy bien la dirección precisa por la que tiene que seguir trabajando la Iglesia en China, a pesar de las dificultades, aunque, a raíz de esta carta, la actitud del gobierno comunista chino con respecto a la Iglesia no vaya a cambiar mucho,
ya que sigue anclado en una ideología comunista anticuada. Pero no todos han reaccionado favorablemente a la carta. Ciertamente la opinión de las bases eclesiales acerca del citado documento (según he podido escuchar personalmente durante un reciente viaje a mi país) se divide en varias posturas.


Dentro de algunas diócesis de la Iglesia oficial, se percibe una actitud de indiferencia, puesto que
ellas ya se creían estar en la misma línea que ha trazado el Papa, por lo tanto, no añade nada nuevo; mientras en otras, se sigue notando un cierto miedo a aplicar algunas directrices de la carta (que comuniquen en breve los obispos el hecho de ser reconocidos por la Santa Sede,
“y que estos Prelados legitimados expresen cada vez más gestos inequívocos de plena comunión
con el Sucesor de Pedro”). Por otra parte, la Iglesia clandestina ha experimentado muchas dificultades a la hora de aplicar las orientaciones del Papa, y no faltan quejas acerca de la incomprensión de la Santa Sede con respecto a la situación real en China bajo el control del gobierno comunista. Ciertas diócesis incluso se han equivocado a la hora de interpretar el mismo mensaje del Papa y así han causado no pocos problemas para los sacerdotes, las personas consagradas y los fieles laicos.



Recepción del gobierno chino


En realidad, el texto de la carta ya había sido enviado al gobierno comunista de China unos diez días antes de la publicación de la misma, como signo de “cortesía” por parte de la Santa Sede. En un primer momento, la reacción del gobierno estaba dentro de lo que se podía lógicamente esperar, pues empezó a vigilar intensamente a las dos partes de la Iglesia en China después de la reunión convocada por el Frente Unido, que había tenido lugar el 28 de junio, dos días antes de la aparición pública de la carta. Sólo en un segundo momento (unos días después) el gobierno se dio cuenta de la influencia que podía tener la divulgación de la carta en el país, y bloqueó todas
las páginas web en las que se encontraba el texto de la misma. Pero eso ya no supone ninguna dificultad para los buscadores de la verdad, ya que muchos la habían copiado o impreso de antemano, y otros se la han procurado por otros medios.



Podemos afirmar que la carta ha podido llegar prácticamente a todas las personas que deseaban
conocerla, a pesar de los impedimentos que han puesto el gobierno y la Asociación Patriótica.
En resumen, podemos decir que, por una parte, el gobierno se ha mostrado en las palabras favorable con la actitud amistosa del Papa, y por otra, muy paradójico en los hechos, pues nunca ha cesado de perseguir a la Iglesia. Por ejemplo, deteniendo en el mes de agosto al obispo Jia Zhiguo de la diócesis Zhengding por haber difundido la carta en su diócesis; a varios sacerdotes
de Heibei y de Mongolia Interior, y últimamente, en el mes de octubre, convocando a los clérigos
de la región de Guangxi para someterlos a un lavado de cerebro, etc. El caso de Han Dingxian (obispo de la diócesis de Yongnian / Handan, Hebei), muerto repentinamente el 9 de septiembre a los 68 años, sin que nadie sepa la causa, ha causado a todo el mundo gran perplejidad, puesto que el obispo estaba desaparecido desde que fue detenido por la policía hace dos años. Ahora cuando su familia recibió la llamada de la policía y acudió al hospital de Shijiazhuang, Mons. Han ya estaba en colma; falleció sin poder pronunciar ni una palabra, y en pocas horas las autoridades incineraron el cadáver, antes de poner el hecho en conocimiento de la diócesis de Yongnian.
Después, la policía no ha dado ninguna explicación de la causa de la muerte, ni una justificación del anómalo proceder con sus restos mortales.

Todas esas circunstancias siguen envueltas en el enigma, dado que el obispo antes de su secuestro policial no padecía ninguna enfermedad importante, según su médico. En resumen, todos estos sucesos no pueden menos que suscitar serias sospechas acerca de la reacción
aparentemente positiva del gobierno a la carta del Papa. ¿Una máscara?





Efectos en la Iglesia universal


La carta no solamente ha tenido amplia resonancia en el ámbito territorial de China, también fuera del país. Se refleja, en primer lugar, en la atención que ha recibido por parte de los especialistas católicos en otros sitios. Así, por ejemplo, Mons. Zen Ze-kiun, cardenal de Hongkong, ha expresado por escrito en distintas ocasiones su aprecio por la carta, aunque tuvo que esforzarse para corregir los errores de la versión al chino2. Mons. Zen ha insistido en subrayar la intención religiosa y no política de la carta, sin olvidar, al mismo tiempo, el problema
de la relación de la Iglesia con el gobierno chino, aunque éste no fuera el destinatario de la carta en un primer momento. Acerca de la repercusión eclesial del documento, el cardenal defiende que la intención original de la carta del Papa ha sido mal interpretada por algunos, por ejemplo, Jeroom Heyndrickx, un sacerdote belga, religioso del Sagrado Corazón de María, especialista en temas religiosos de China, que realizaba en otro artículo una lectura demasiado sesgada, concluyendo que “ahora ya no se da razón para que siga existiendola comunidad clandestina de la Iglesia en China”3. El cardenal no está en absoluto de acuerdo con dicha afirmación y ha publicado, a su vez, un interesante artículo discutiendo los “puntos ciegos” del análisis
del sinólogo belga. Sirva ese detalle para señalar la enorme influencia que ha tenido la carta fuera de la China continental. También en otros países asiáticos como Corea del Norte y Vietnam se está estudiando con mucho interés la carta del Papa, ya que para muchos, ese mensaje, aunque dirigido a la Iglesia en China, puede ser clave envistas a promover la apertura religiosa
de Corea del Norte, oficialmente comunista y atea, bajo la dictadura de Kim Il Sung. El régimen de Pyongyang (capital de Corea del Norte) podría aprender de la lección de la Iglesia en China, reconociendo la importancia de la libertad religiosa además del desarrollo económico.
Así lo ha sugerido también Nong Duc Manh, el secretario general del Partido Comunista de Vietnam, durante un reciente viaje a Corea del Norte.


Ahora bien, ¿dónde va la Iglesia de China? ¿Qué cambios se producirán en ella a raíz de esta
carta?


Pasados ya cuatro meses de la publicación de la misma, la realidad de la Iglesia en China
comienza a ser muy distinta. Lo he notado durante mi última visita a distintas diócesis, a comunidades tanto de la Iglesia oficial como de la clandestina. Se palpa la convicción de que el Espíritu Santo no dejará de guiar a su Iglesia durante este tiempo crucial de la historia
del cristianismo en China. Y también se percibe la expectación ante ciertos retos inminentes:


¿Quién sabe qué va a pasar con los JuegosOlímpicos de Beijing 2008? ¿Qué cambios podrán producirse después del 17º Congreso del Partido Comunista chino que seacaba de celebrar? ■


Faustino Xie

Sacerdote de China Continental que se encuentra realizando estudios de dotorado en España y envía esta crónica, Revista Inforchina, de sus impresiones sobre la recepción que ha tenido la reciente carta del Papa Benedicto XVI a los católicos chinos.



Fuente:
Revista Inforchina
17/12/07



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