Tuesday, September 16, 2008

Algo para pensar y orar en esta semana


Vemos la vida de Jesús como una lucha contra la enfermedad y la muerte. Era un Sanador, y se dedicaba a curar los dolores de los discapacitados. Quería que olvidaran sus cuerpos y se sintieran capaces de servir, como la suegra de Simón Pedro, a quien Jesús sanó de su fiebre. Apenas le bajó la fiebre, ella se levantó y preparó té. Conocemos personas que, al sentir que les venía una jaqueca, "ofrecían" el dolor a Dios y seguían hablando de él. No es la forma cristiana de actuar: mejor tomar una medicina, olvidarse del dolor y seguir con lo que estábamos haciendo.



Recuerdo un etíope que tenía un hombro dolorido, y a quien se le insistía que fuera a ver un doctor. Conociendo el tipo de atención médica que recibiría, contestaba: "Ahora soy un hombre sano con un hombro dolorido; si voy al doctor, seré un hombre enfermo con un hombro dolorido. No, gracias." El dolor y la enfermedad son males, y deben ser enfrentados; sin embargo, el Señor nos toca a través de ellos. Llegan tiempos en que no podemos sentir su Presencia en nuestra oración; pero percibimos como Dios nos modela a través del sufrimiento.



Es maravilloso como muchos buscan la ayuda de la medicina y luego encuentran la gracia de aceptar los dolores que quedan, como un trasfondo de una existencia en paz - y sin hablar de ellos.



Espacio Sagrado

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