Afirma que permitió que un sacerdote alemán acusado de abusos volviera a trabajar con niños
La diócesis reconoce que se cometieron "muchos errores" en ese caso
Las acusaciones sobre la relación del Papa con casos de pederastia no cesan. El diario estadounidense The New York Times afirma este viernes que Ratzinger encubrió los abusos de otro cura pederasta en los 80 durante su época de Cardenal en Munich. Ayer, el mismo periódico acusó a Benedicto XVI de tapar el caso del reverendo estadounidense Lawrence Murphy, que abusó de 200 niños sordos entre 1950 y 1974. El Vaticano ha reaccionado diciendo que se trata de una conspiración de los medios contra el Papa.
Joseph Ratzinger había sido informado de que un cura, al que él mismo había enviado en 1980 a terapia contra la pederastia, iba a volver a trabajar a escasos días de haber comenzado el tratamiento. El sacerdote fue arrestado más tarde por volver a abusar de los niños en otra parroquia.
El diario asegura que a principios de este mes, un informe de la archidióceis de Munich, responsabilizaba al ayudante de Ratzinger, el reverendo Gerhard Gruber, de permitir que el cura volviera a ejercer sus labores. Pero ese documento, no sólo muestra que el futuro Papa mantuvo una reunión el 15 de enero de 1980 aprobando su traslado, sino que además supo a qué parroquia fue enviado.
El papel del Papa en la toma de decisiones no queda clara. Pero la Iglesia asegura que el reverendo Friedich Fahr, que era jefe de personal y tuvo conocimiento del asunto desde el primer momento, estuvo siempre informando personalmente a Ratzinger.
El caso tiene especial importancia porque Benedicto XVI, que después sería encargado de perseguir los abusos en la Iglesia, podría haber denunciado o al menos haber evitado que Peter Hullermman, el cura en cuestión, volviera a tener contacto con niños.
La archidiócesis alemana ha reconocido al periódico que en el caso de Hullermman hubo "muchos errores" en la toma de decisiones. No obstante, rechazan echar todas las culpas al Papa y lo hacen contra los encargados de informarle.
Según el reverendo Lorenz Wolf, el informe era algo rutinario y "difícilmente acabó en la oficina de Ratzinger", de manera que él hubiera podido leerlo. Aunque Wolf no fue capaz de decir al periódico con certeza si Ratzinger lo había hecho o no.
RD
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