Solidaridad, empleo, inversión real y visión a largo plazo
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 18 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- La solución a la crisis económica pasa por abandonar la mentalidad del beneficio fácil y a corto plazo y recuperar las inversiones en actividades que contribuyan al bien común.
Así lo afirmó el Papa Benedicto XVI al recibir hoy en audiencia, en el Palacio Apostólico, a los miembros de la Unión de los Industriales y de las Empresas de Roma.
El Papa afirmó a los presentes la necesidad de recuperar una visión de la empresa que vaya más allá del simple beneficio, buscando “riqueza social”. Esta regeneración ética de la empresa sería un punto clave de recuperación de los mercados.
“El empresario atento al bien común está llamado a ver su propia actividad siempre en el cuadro de un todo plural”, subrayó.
Esta actitud “genera, mediante la dedicación personal y la fraternidad vivida concretamente en las elecciones económicas y financieras, un mercado más competitivo y al mismo tiempo más civilizado, animado por el espíritu de servicio”.
Para el Papa, está claro “que una simple lógica de empresa presupone ciertas motivaciones, una cierta visión del hombre y de la vida; o sea, un humanismo que nazca de la conciencia de ser llamados como individuos y como comunidad a formar parte de la única familia de Dios”.
Ayudar a las pymes
En estos momentos de crisis, el Papa apeló a la solidaridad y a la responsabilidad de los políticos, de los inversores y de los propios empresarios
“Nadie ignora cuántos sacrificios hay que afrontar para abrir o mantener en el mercado la propia empresa, como comunidad de personas que produce bienes y servicios y que, por tanto, no tiene como único objetivo el beneficio, por otro lado necesario”, aclaró.
Llamó especialmente la atención sobre la situación de la pequeña y mediana empresa, “cada vez más necesitadas de financiación, en cuanto que el crédito parece menos accesible y es muy fuerte la competencia en los mercados globalizados, especialmente por parte de esos países donde no hay – o son mínimos – los sistemas de protección social para los trabajadores”.
En este contexto, subrayó el Papa, “es importante saber vencer esa mentalidad individualista y materialista que sugiere quitar las inversiones de la economía real para privilegiar el empleo de los propios capitales en los mercados financieros, de cada a rendimientos más fáciles y más rápidos”.
“Me permito recordar que en cambio, las vías más seguras para afrontar el declive del sistema empresarial del propio país consiste en ponerse en red con otras realidades sociales, invertir en investigación e innovación, no practicar una competencia injusta ente empresas, no olvidar los propios deberes sociales e incentivar una productividad en calidad de responder a las necesidades reales de la gente”.
Uno de las primeras responsabilidades de los empresarios es, añadió, la lucha contra el desempleo. “el aumento del paro, especialmente juvenil, el empobrecimiento económico de muchos trabajadores y el surgimiento de nuevas formas de esclavitud, exigen como objetivo prioritario el acceso a un trabajo digno para todos”, y en este sentido, “los empresarios, que deben ser particularmente alentados en su compromiso al servicio de la sociedad y del bien común”.
Cambio ético
En este sentido, el Papa Benedicto XVI insistió en que la vida de una empresa “depende de su atención a todos los sujetos con los que establece relaciones, de la eticidad de su proyecto y de su actividad”.
“La misma crisis financiera ha mostrado que en un mercado conmocionado por los fracasos en cadena, han resistido esos sujetos económicos capaces de atenerse a comportamientos morales y atentos a las necesidades de su propio territorio”, añadió.
La empresa puede ser vital y producir “riqueza social”, explicó el Pontífice, “si lo que guía a los empresarios y a los manager es una visión de futuro, que prefiere la inversión a largo plazo al beneficio especulativo y que promueve la innovación antes que pensar en acumular riqueza solo para sí”.
En este sentido, exhortó a ver la crisis “con confianza, porque puede considerarse como una oportunidad desde el punto de vista de la revisión de los modelos de desarrollo y de una nueva organización del mundo de las finanzas”.
“En la Encíclica social Caritas in veritate, he observado que venimos de una fase de desarrollo en la que se ha privilegiado lo que es material y técnico, respecto a lo que es ético y espiritual, y animé a poner en el centro de la economía y de las finanzas a la persona”.
Es necesario también, agregó, “que la política no este subordinada a los mecanismos financieros” así como “la reforma y la creación de ordenamientos jurídicos y políticos internacionales, proporcionados a las estructuras globales de la economía y de las finanzas, para conseguir más eficazmente el bien común de la familia humana”.
[Por Inma Álvarez]
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