Chile ayer, Haití hace unos días, Lisboa hace doscientos cincuenta años, qué más da.
El dolor es el mismo, la rapiña es la misma, la generosidad es la misma, la fragilidad del ser humano es la misma. La tierra tiembla, llega el mar y se van los dolores de espalda, las decepciones deportivas, las sonrisas de los niños, las cosas que debí decirte y me callé. Se van los afanes de cada día, los no te imaginas lo que me acaba de pasar, las grandes y pequeñas decepciones, los cansancios y los descansos, las alegrías y las desolaciones.Bajo las ruinas, los cascotes y el fango salado del maremoto queda la esperanza. Volverá a ocurrir, volveremos a sufrir, pero entre tanto seremos felices otra vez.
Ricardo Reis
pastoralsj
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