"No fue ningún acto de oportunismo. Fue un acto de perdón sincero
"Me siento con mucho dolor, con muchísima pena"
Los actos de Marcial Maciel han sido no sólo reprobables, sino terribles, dice desde Roma Álvaro Corcuera, máximo responsable de los Legionarios de Cristo, sobre los abusos sexuales del fundador y guía de la congregación, y anuncia que a mediados de mayo estará en el país para concluir el trabajo de ofrecer disculpas a las víctimas. Lo entrevista en Milenio Ciro Gómez Leyva.
¿Cómo llegaron a la decisión de emitir el comunicado del perdón?
Una vez al año tenemos la reunión con todos los superiores de la congregación, que llamamos los directores territoriales, y también con el Consejo General. Hemos conversado mucho sobre esta situación tan difícil que nos ha tocado afrontar, y todos hemos llegado al acuerdo para poder emitir un comunicado donde, lógicamente, no podemos expresar todos nuestros sentimientos.
Pero sí queremos ofrecer, una vez más, una expresión de profundo dolor y pesar hacia todas las víctimas que han sufrido estos actos. Es un acto de perdón que no tiene ninguna otra finalidad que la de abrir nuestro corazón con humildad a todas y cada una de las personas que han sido dañadas, y desgraciadamente escandalizadas, por las acciones de nuestro fundador, el padre Maciel.
¿Nada más?
Es un perdón sincero por las palabras y acciones habidas hacia las víctimas por parte de cualquier miembro de nuestra congregación, o por cualquier miembro del movimiento. Yo sé que no es fácil decirlo con palabras, pero quiero expresarles el apoyo, cercanía y el perdón a cada uno de ellos. La reunión la concluimos la semana pasada. Yo les pedí su voto. Fue un voto unánime.
Se ha criticado la fecha elegida para difundirlo, el viernes previo a la Semana Santa.
La verdad, ni siquiera lo teníamos pensado, porque coincidió con las reuniones que ya están fijadas desde el inicio del año, y este año coincidió con el inicio de la Semana Santa, pero no teníamos ninguna otra finalidad. Yo, simplemente, no quería esperar más tiempo, porque vi que era necesario, era oportuno hacer una acción más contundente, más clara y firme. No fue ningún acto de oportunismo. Fue un acto de perdón sincero.
¿Se acabó el padre Maciel para los Legionarios de Cristo?
No podemos nosotros reconocer al padre Maciel como un modelo. Sus actos han sido no solamente reprobables, sino terribles. Nos ha costado muchísimo reconocerlos, porque no coincidían con lo que nosotros experimentamos, con lo que vimos, con lo que escuchamos. Yo no te puedo decir en lo personal que no recibí unas lecciones totalmente opuestas a este comportamiento. Por lo tanto, con un dolor muy profundo, hemos de decir que no lo podemos tener como modelo de las acciones totalmente ajenas a lo que nosotros profesamos y tratamos de enseñar y comunicar.
¿Pero qué van a hacer con la figura histórica del padre Maciel?
Es evidente que tenemos que reconstruir la historia. Creo que es un reto hacia el futuro. Tenemos que reorientar totalmente la figura. Para una congregación es lo más doloroso que puedes recibir, porque estás hablando de tu propio fundador. Iremos a un momento de reflexión profunda, sincera, en la verdad. Va a depender de eso el futuro de la imagen que tengamos de él, que desde luego ha cambiado totalmente después de estos actos.
Nos dijo el viernes el vocero de la Legión, Javier Bravo, que habías ofrecido disculpas, en privado, a tres de las víctimas de Maciel. ¿Lo seguirás haciendo?
Sí. Yo tenía esa intención cuando fui a México. Pero se desató todo esto que hemos vivido en los días últimos en México.
¿Con quién hablaste?
Con el padre Félix Alarcón, que fue de los primeros que denunció estos actos. Lo fui a visitar a Madrid. Estuve un buen tiempo con él. Encontré una respuesta realmente extraordinaria, de un hombre muy bueno. Él me dijo: "Tú no hiciste estos actos". Yo le dije que experimento la necesidad de acompañarle, de pedirle un perdón por lo que estos actos pudieran implicar, por no haber creído, porque el padre Maciel había negado estos actos. Luego he tenido algunas conversaciones con otras personas, con otros padres que me han pedido privacidad. He encontrado respuestas muy positivas. Tuve la oportunidad de hablar dos veces por teléfono con Juan José Vaca, un hombre que admiro, al que había conocido un poco antes de que yo fuese Legionario de Cristo. Y también dos conversaciones breves con don Saúl Barrales, que me apena muchísimo su enfermedad: creo que es un extraordinario hombre. Apenas pueda ir a México, desde luego que quiero acercarme a las demás personas, que aprecio profundamente y estoy seguro que necesitan una palabra y una manifestación de cercanía.
Una de esas personas es José Barba, el líder del grupo. Él dijo el viernes que en el comunicado no está explícito el perdón para ellos.
Yo creo que hay otras personas también que han sido afectadas por estos hechos tan tristes, tan difíciles. Me parecía difícil enumerar a todas las personas. Pero desde luego al padre Félix Alarcón, al licenciado José Barba, a Saúl Barrales, a Alejandro Espinosa, a Arturo Jurado, a los hermanos Pérez Oliveros, a Juan José Vaca. Y también es una cosa que veo providencial, desde los ojos de la fe y el lado humano, a Francisco González Parga. Cuando yo estaba en Irlanda hace muchos años tratando de aprender inglés, él fue el primero que me habló de la vocación sacerdotal. Le tengo una profunda gratitud, porque soy muy feliz como Legionario de Cristo, soy muy feliz con mi sacerdocio.
Tal parece que ahora toda la crítica es al padre Maciel y no a la estructura de los Legionarios de Cristo, al menos la estructura de 1955 a 2005.
En el comunicado, que aunque es largo no deja de ser sintético, hemos expresado también nuestro perdón por no haber creído. Pero creo también que es un periodo muy importante para hacer una sana crítica. Es un periodo de renovación, donde tienes que seguir dirigiendo todas las cosas buenas para el bien de la sociedad. Y también tenemos que orientar, corregir, mejorar varias facetas de nuestra congregación. La visita apostólica también nos está ayudando en este sentido.
¿Tienes información de cómo han tomado las personas de la Legión y el Regnum Christi el documento que emitieron el viernes?
Me da pena decirlo, pero han sido días muy intensos y no he podido recoger la información. Han llegado respuestas en general positivas. La gente quería este comunicado, necesitaba escuchar que aquello que predicamos y profesamos, aquello que hemos hecho lo posible por comunicar, no correspondía a estos actos. Creo que es una reacción que la gente ha agradecido. Siempre habrá diversas opiniones: si fue débil, si no fue clara. Pero, en general, he recogido impresiones positivas.
¿Cuándo vas a estar en México?
Pienso ir en mayo. Voy a estar unos días en Roma, luego tengo unos compromisos en España, regreso a Roma y, con la gracia de Dios, voy a estar allá a mediados de mayo.
Quizá para mayo se tenga ya el resultado de la investigación que el Vaticano le hace a los Legionarios de Cristo. ¿Qué esperas de esa investigación?
Espero, sinceramente, que sea un parteaguas en la congregación. Espero que la Santa Sede nos ayude a corregir, a reorientar la figura de nuestro fundador. Y también a hacer un análisis, una autocrítica profunda. Y estamos dispuestos a llevar a plenitud todo aquello que recibamos.
¿Vivirá, continuará la Legión de Cristo?
Yo creo que sí. Los Legionarios de Cristo es una obra que, para mí, como sacerdote, la veo como venida de Dios. Sé que ha hecho un grandísimo bien. Tengo confianza total en que va a seguir y que tenemos que aprender lecciones de humildad. Espero que las aprendamos en las diversas facetas de nuestra vida espiritual, humana, apostólica, pastoral, y que podamos dedicarnos a hacer el bien en la sociedad, especialmente en México, tanto en la clase dirigente como en las clases más necesitadas y pobres, para poder orientar hacia allá nuestro trabajo.
¿Cómo te sientes, Álvaro? Finalmente hicieron este deslinde, a mi juicio claro, de Maciel?
Me es muy difícil expresarlo. Siento que no tengo derecho a manifestar lo que he sufrido, y lo que hemos sufrido como congregación: la ofuscación, la tristeza, el dolor, la pena profunda. Yo no quisiera expresar que lógicamente me las he pasado muy mal, pero estoy muy sereno, tranquilo de conciencia, porque hemos buscado actuar de conciencia, con todos los errores y limitaciones. Me siento con mucho dolor, con muchísima pena. Es algo que yo nunca hubiera imaginado el día cuando fui elegido. Si hubiera sabido todo lo que iba a venir, pues creo que hubiera habido un funeral, me hubiera dado un infarto. Pero, sin embargo, estoy muy orgulloso de esta familia. Estoy muy, muy feliz con todo lo que veo en mis hermanos, en la sociedad. Me siento, por un lado, con muchísimo dolor, con muchísima responsabilidad. No quiero pensar en lo que yo esté pasando, sino en las personas que han sufrido, en todos estos hombres que han tenido situaciones de profundo dolor, profunda pena, y daría la vida por poder suavizar la carga y el sufrimiento de tantas otras personas.
RD
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