El quinto capítulo del Evangelio de Marcos nos describe dos sanaciones de Jesús: la de una niña moribunda, de doce años y la de una mujer enferma durante doce años. En ambas sucede un contacto físico con Jesús. La mujer se acerca a través de la multitud para tocarlo. Jesús toma a la niña de la mano. La mujer con hemorragia es la patrona de los pacientes médicos: ella había acudido a numerosos médicos, y había gastado todo lo que tenía en los tratamientos, sin mejorarse; incluso estaba peor.
Llega un momento en nuestra enfermedad cuando nos damos cuenta que la medicina, por sí sola, no va a ser la solución. Nos volvemos hacia el Señor y encontramos su ayuda; quizás no una cura, pero sí una paz. Cuando otras ayudas fallan, Señor, acompáñame. No puedo tocar tu manto, pero me acerco a Tí en la Fe. Dijiste de la niña: "No está muerta, sólo duerme", y la despertaste. Espero sentir Tu Mano sobre mí, para sentir que vivo... Déjame oir que me dices: "Talitha cumi."
Espacio Sagrado
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