Carta del obispo de Terrassa, monseñor Josep Angel Saiz Meneses, para el domingo 25 de julio de 2010, solemnidad del Apóstol Santiago
Este domingo celebramos la fiesta de Santiago apóstol. Y como cada año que el 25 de julio coincide con el domingo, se celebra un Año Santo en Santiago de Compostela. Miles y miles de personas, durante siglos, han hecho el famoso “Camino de Santiago”, la peregrinación que por esta ruta –en la que se dice que nació Europa- lleva hasta la tumba del apóstol. Un camino que nos ayuda a recordar la ruta de nuestra vida y Aquél que es nuestra meta y que da sentido a todo el camino: Jesucristo. Me referí a esto el pasado domingo.
Hoy deseo continuar mis reflexiones ante la celebración del Encuentro Europeo de Jóvenes (PEJ), que tendrá lugar en Santiago los primeros días de agosto y en el que espero tener el gozo de poder participar. Comentando el lema del Encuentro, me referí a la expresión “amigos del Señor” y subrayé que el encuentro con la persona de Jesucristo es el objetivo fundamental de toda acción evangelizadora con los jóvenes.
Hoy, escribo a partir de la primera parte del lema “Como el apóstol Santiago”. La referencia al apóstol nos invita a valorar la experiencia de la Iglesia en el camino de la conversión a Cristo y de la vida cristiana. La referencia a Santiago, uno de los Doce apóstoles de Jesús, nos invita a valorar la experiencia de la fe vivida en la comunidad eclesial. La Iglesia, una, santa, católica y apostólica es un don del Señor para los hombres y mujeres de todos los tiempos.
Celebrar la fiesta de un apóstol es siempre un motivo para referirnos a la Iglesia, de la que los Doce son como las columnas levantadas sobre el único fundamento que es Cristo. Es mirar con agradecimiento hacia atrás, a los orígenes de nuestra fe, y contemplar a Jesús que encarga a aquellos Doce discípulos suyos extender su Evangelio, es decir, su Buena Noticia, y ser el punto de referencia de la comunidad de sus seguidores, de la Iglesia.
La fiesta del apóstol –de todos los apóstoles- nos invita a ver la Iglesia como la familia formada por las personas que creemos en Cristo, y como la gran obra de Cristo, expresión de su amor, como su “sacramento” para la salvación del mundo, con la asistencia del Espíritu Santo. Un pueblo de Dios en el que todos tenemos una misma dignidad fundamental. Un pueblo de Dios en el que todos hemos sido ungidos por el mismo Espíritu y que en ese Espíritu hacemos de toda nuestra vida una oblación agradable al Padre.
Todos, en la Iglesia, necesitamos redescubrir la necesidad de la conversión. Y todos hemos de imitar al apóstol Santiago, que vivió una auténtica conversión. Nos lo narra con mucha expresividad el Evangelio de hoy, cuando la madre de Santiago y Juan le pide a Jesús para que sus hijos ocupen un lugar importante en el Reino. La madre pide una posición de privilegio y de poder. Y Jesús les habla de oblación, de ofrecer su vida por amor.
Este es el “Camino de Santiago” interior que hemos de hacer todos y hemos de pedir por los jóvenes que participarán en la PEJ de 2010. Se resume bellamente en la plegaria que ha compuesto para esta peregrinación el arzobispo de Santiago, Mons. Julián Barrio y que comienza así: “Padre Santo, te presento toda mi vida. Alegrías y tristezas, trabajo y descanso, salud y enfermedad… Acéptala en unión a tu Hijo amado, Jesucristo, como una ofrenda permanente de amor”. Esta es la meta interior a la que hemos de llegar todos los peregrinos del Camino de Santiago y de todos los “caminos cristianos” del mundo.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
Ecclesia
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