Thursday, August 11, 2011

11 de agosto: Fiesta de Santa Clara. Así fueron su muerte y funeral


Durante el verano de 1253, cuando Clara estaba llegando a los sesenta años, sus dolencias se agravaron y todos percibieron que se aproximaba la hora de atravesar su espejo e ir al encuentro del Señor cara a cara en el cielo. Las hermanas se quedaban día y noche con ella, pero también venían varios de los hermanos de Francisco a visitarla. Hasta el papa y los cardenales, presentes en Asís, fueron a confortarla y, más que todo, a recibir fuerza de aquella mujer que ya era una imagen de Jesucristo. (
Tomado de www.fratefrancesco.org)

Un día, un hermano le preguntó si estaba sufriendo mucho. Ella le dijo: – Hermano querido, desde que conocí la gracia de mi Señor Jesucristo por medio de su siervo Francisco, nunca más pena alguna me fue molesta, ninguna penitencia fue pesada, enfermedad alguna fue dura.

Cuando vio que su hora estaba llegando, dijo a su propia alma y a Dios:
– Ve segura, alma mía, que ya tienes una buena escolta para el camino. Ve porque Aquel que te creó también te santificó; y, guardándote siempre como una madre guarda a su hijo, te amó con tierno amor. ¡Y bendito seas tú, Señor, que me creaste!


Las hermanas que estaban con ella contaron que vieron entrar en el cuarto una fila de hermosas doncellas que sólo podían haber venido del cielo. Una de ellas, que era la más alta y también la más bella de todas, llegó junto a la cama de Clara y la cubrió con su manto, que era tan leve y transparente que no había nada parecido en esta tierra. Tenían la certeza que era Nuestra Señora que, con el cortejo de las vírgenes, habían venido a buscarla para llevarla a la gloria del cielo, para celebrar las bodas eternas junto al Esposo.


Clara había tenido una profunda devoción hacia la Madre de Dios. Como San Francisco, ella enseñaba que nosotros tenemos que ser madres de Jesucristo en las otras personas, ayudando a cada una a convertirse, de verdad, en un hijo de Dios, bien parecido al Hijo más bello, que es Jesucristo.

Cuando se supo que la pobrecilla de Cristo, Clara, había muerto, el podestá de Asís cercó inmediatamente el monasterio de San Damián con soldados. Los asisienses tenían miedo de que el pueblo de las ciudades vecinas viniese a robar el cuerpo de su santa.
En aquellos días, el papa Inocencio IV estaba en Asís, hospedado con toda su corte en el Sacro Convento de San Francisco. El día 12 de agosto se hizo presente con todos los cardenales al entierro de Clara. Cuando los frailes comenzaron a cantar la misa de difuntos: " Dale, Señor, el descanso eterno...", Inocencio IV mandó parar el canto. Dijo que debían cantar la misa de las santas vírgenes. Él, como todo el mundo, consideraba que Clara era una santa.

Fue entonces que el cardenal Reinaldo, gran amigo de Clara, advirtió al papa que cantar la misa de las vírgenes equivaldría a una solemne canonización. Eso nunca se había hecho en la historia de la Iglesia. El papa pensó un poco y mandó que se cantase la misa de difuntos. Pero no permitió que, de acuerdo con la costumbre, el cuerpo de Clara fuese enterrado allí mismo en San Damián. Mando que fuese llevado a la ciudad y sepultado en la iglesia de San Jorge. Más tarde, las hermanas que moraban en San Damián se mudaron a un convento nuevo, junto al cuerpo de la santa. La iglesia de san Jorge se transformó en la basílica de Santa Clara.


SANTA CLARA DE ASÍS Sierva de Cristo y “plantita” del padre Francisco
Santa Clara de Asís, sierva de Cristo y pequeña planta del padre San Francisco: enséñanos a conocer el amor del Dios que pobre fue colocado en un pesebre,
pobre vivió en este mundo y desnudo murió en la cruz.

Ecclesia

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