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Wednesday, August 03, 2011
Aspectos de género en el cambio climático
Irene Dankelman
Una de los más persistentes desigualdades en nuestras sociedades consiste en la desigualdad (construcción social) entre mujeres y hombres. Y esto a pesar del progreso que se ha hecho en los últimos años para lograr el Objetivo 3 de Desarrollo del Milenio sobre la igualdad de género, principalmente por la mejora del acceso de las niñas a la educación. Las mujeres están menos involucrados en la toma de decisiones, ocupan menos puestos de responsabilidad en los mercados de trabajo, y reciben menos salario por el mismo trabajo. En muchos países y comunidades, la opresión, las pobres condiciones de vida y de salud, así como la violencia contra las mujeres, constituyen una preocupación importante. No sin razón, se insiste todavía hoy que la mayoría de las personas que viven en la pobreza son mujeres y niños.
Las normas sociales y culturales han contribuido a asignar diferentes roles y responsabilidades a hombres y mujeres. Mientras que tradicionalmente, tanto en occidente como en los países en desarrollo, el funcionamiento del hogar, el cuidado diario de los niños, de los enfermos y los ancianos son tareas femeninas, los hombres suelen tener un trabajo fuera de la casa. También vemos que, especialmente en muchos países en desarrollo, las mujeres se encargan de la producción agrícola y llevar a cabo alguna actividad generadora de ingresos en el sector informal.
En las últimas décadas se ha hecho evidente que las mujeres juegan un papel importante en el uso y manejo de los recursos naturales. Por lo general, ellas son los responsables de la provisión de agua y de la biomasa energética para el hogar.
Parece lógico que también se vean afectadas más severamente por los cambios en la disponibilidad y calidad de los recursos naturales. Si no hay agua potable o combustible disponible cerca de su hogar, usted tiene que caminar largas distancias – a menudo con cargas pesadas sobre terrenos irregulares. Si hay menos comida disponible, y están acostumbradas a ser las últimas en comer, quedará menos comida disponible para usted. Con frecuencia, la mala salud de las mujeres es además puesta bajo mayor presión.
Esta interfaz entre el medio ambiente (eco-esfera) y la sociedad humana (entorno social) -, en donde las relaciones de género tienen lugar – es más evidente si se produce el cambio climático. Después de todo, la producción agrícola se encuentra bajo presión, agua potable y (biomasa) energía son más escasos, el calor y las enfermedades van en aumento, y los desastres climáticos se vuelven más frecuentes.
Las cargas y el estrés en las mujeres son más pesadas, y sus oportunidades de recibir capacitación o educación es cada vez menor. También hay un aumento de la violencia.
Un estudio muy discutido elaborado por la London School of Economics y otros (Neumayer / Plümper 2007) indica que dentro de 141 desastres naturales en el período comprendido entre 1981 y 2002, la probabilidad de muerte para las mujeres fue significativamente mayor que la de los hombres. Cuanto más fuerte fue el desastre, mayor es la diferencia. Y cuanto mayor sea la disparidad de género, mayor es el impacto diferenciado por género. Los autores concluyeron que las vulnerabilidades específicas de género, socialmente construidas , son las principales causas.
Asimismo, en tales circunstancias, la mujer no es simplemente una víctima. En casi todas las situaciones en las que he participado o que he estudiado, he visto cómo las mujeres se reúnen y se organizan. Es claramente visible que son activistas y líderes en la lucha contra el cambio climático, la gestión de desastres y la reconstrucción.
También participan activamente en el restablecimiento de su sociedad. Hay numerosos ejemplos donde las mujeres participan activamente en la protección del clima y la adaptación a condiciones climáticas cambiantes.
Otra consideración importante es el grado en que las mujeres y los hombres contribuyen de manera diferenciada al cambio climático. Varios estudios europeos recientes sugieren que el comportamiento de los hombres contribuye al calentamiento global. El estudio realizado por Gerd Johnsson-Latham (2007) de Suecia muestra que las mujeres siguen un estilo de vida más sostenible y producen un menor impacto ambiental. También en este caso, los roles socialmente construidos constituyen un factor importante.
Las dimensiones sociales del cambio climático requieren atención urgente. Es importante que los expertos y los políticos presten mayor atención precisamente a estos grupos más vulnerables y encuentren formas de compensar sus pérdidas y garantizar su seguridad. Esto no será posible sin escuchar a las mujeres junto a los hombres, a los niños junto a adultos, a los pobres y los refugiados junto a los ricos, y de integrarlos en la planificación y la ejecución de políticas. La participación y el fortalecimiento de las organizaciones no gubernamentales existentes es un problema importante: basta pensar en los grupos de mujeres, organizaciones juveniles y las escuelas, las organizaciones de refugiados, y el sector social en general en el futuro régimen climático. Esto también es una cuestión de justicia climática.
La autora trabaja como asesora política y es profesora de Desarrollo Sostenible en la Universidad de Radboud Nijmegen (Países Bajos). Su investigación se centra en temas ambientales y de género. Recientemente publicó el libro “Gender and Climate Change: An introduction” (Earthscan 2010). Contact: irene.dankelman (at) heltnet.nl.
Este artículo ha sido publicado en la revista jesuita Streven (06/2011) y se ha resumido para Ecojesuit. Traducción del holandés: Thorsten Philipp.
Ecología y Jesuitas en comunicación
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