El mensaje de Benedicto XVI a Obama y la reacción de una parte de la cúpula eclesiástica
ANDREA TORNIELLICIUDAD DEL VATICANO
Benedicto XVI envió un mensaje a Obama, garantizando su oración para que Dios le «asista en sus altísimas responsabilidades frente al país y a la comunidad internacional» y para que «los ideales de libertad y justicia» que guiaron a los padres fundadores de los Estados Unidos «sigan resplandeciendo en el camino de la nación». El portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, añadió que espera que el presidente pueda «servir al derecho y a la justicia» en el «respeto de los valores humanos y espirituales esenciales, en la promoción de la cultura de la vida y de la libertad religiosa». Alusiones poco casuales, dado que en los últimos meses la nueva cúpula de los obispos estadounidenses (renovada por Ratzinger) ha criticado duramente sobre estos argumentos al inquilino de la Casa Blanca.
La actitud de la Santa Sede parece mucho más cauta con respecto a la que mostró en noviembre de 2008. Entonces, al saber de la elección de Obama, “L’Osservatore Romano” tituló: “Una elección que une”. El periódico del vaticano, acusado por los prelados estadounidenses de optimista, ahora subraya que «la oleada de esperanza en un cambio radical» de hace cuatro años se ha agotado.
En el Vaticano vive una patrulla de prelados estadounidenses que apostaban por la victoria de Mitt Romney: el cardenal Raymond Burke, Prefecto de la Signatura, conocido por sus posturas anti-Obama; el asesor de la Secretaría de Estado, Peter Brian Wells y elPrefecto de la Casa Pontificia, James Harvey. También se oponen a Obama otros dos cardenales curiales, aunque se han jubilado, Bernard Law y James Stafford.
El Vaticano comparte muchos aspectos sobre la política internacional con Obama: el combate a la pobreza, el diálogo con el islam, la búsqueda de soluciones diplomáticas para la crisis en Siria, Irán y con respecto a la cuestión palestina, la gestión de la inmigración. Pero, para Benedicto XVI y sus colaboradores de la Secretaría de Estado, siguen siendo indispensables los valores «no negociables». Por ello, al recibir a Obama en julio de 2009, Ratzinger le regaló una copia de la instrucción “Dignitas personae”, dedicada a la bioética y a la dignidad que debe ser reconocida en todo ser humano desde su concepción.
La Iglesia estadounidense, con el apoyo papal, se manifestó con fuerza. El cardenal arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, definió como «desconsiderada» la decisión de hacer obligatoria incluso para las asociaciones religiosas la aseguración sanitaria para los empleados, que comprende los gastos por anticoncepción y aborto. El cardenal de Chicago, Francis George, invitó al clero a «instruir» a los fieles antes de las elecciones. El obispo Daniel Jenky pidió a los sacerdotes que leyeran desde los púlpitos una carta anti-Obama, mientras el arzobispo de Baltimore, William E. Lori, dijo que la refomra sanitaria era «una amenaza a la libertad religiosa».
Una batalla que ha tenido eco también en Europa, como demuestra el apoyo de la Fundación “Juan Pablo II para el Magisterio social”, que preside el obispo de San Marino Luigi Negri. Esta Fundación publicó una nota con la esperanza de que el pueblo estadounidense «no deba arrepentirse» de su elección.
Vatican Insider
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