Jan Stuyt, SJ, traducido de holandés por Thorsten Philipp, SJ
La Iglesia tiene la misión de preservar la vida sobre la Tierra. Ella defiende la vida que está esta por venir. ¿Pero que pasara si no hay una tierra habitable en el futuro?
Herman Philipse, profesor de filosofía en la Universidad de Utrecht, en los Países Bajos, ha escrito recientemente un articulo sobre este tema y se preguntaba sobre “¿Quien protegerá la tierra para aquellos que todavía no han nacido?”. Fue publicado en NRC Handelsblad, un diario de los Países Bajos.
El Profesor Philipse se pregunta en su articulo como podemos dar una respuesta a las generaciones futuras, a aquellos que todavía no han nacido, sobre como estamos cuidando el planeta. Philipse añade que para obligar a un gobierno a actuar con responsabilidad ante el cambio climático se necesitan votos e incluso un numero importante de escaños en el parlamento.
El argumento de Philipse no me ha dejado indiferente. Creo que su punto de vista y el mío son verdaderamente diferente acerca de cómo podemos alcanzar ese objetivo. Herman Philipse es conocido por su “Manifiesto ateo” (manifiesto Atheïstisch) de 2004, en el que hace un ataque intenso a la fe y a la Iglesia, que bajo su perspectiva no podrán jugar ningún papel positivo y útil en el futuro.
Creo sin embargo que la iglesia está desempeñando un papel positivo en este tema. La Iglesia viene desarrollando un papel que va mas allá de una respuesta a corto plazo y que tiene una sensibilidad distintiva respecto a las perspectivas a largo plazo.
A pesar de la mediocridad y la pobreza que podemos encontrar dentro de la iglesia, al mismo tiempo encontramos líderes que son profetas: personas como Carlo María Martini, Jean Vanier, la Madre Teresa, Pedro Arrupe, y Dorothy Day. Sólo hay que pensar en la espiritualidad que emana de movimientos como los de San Egidio y los Franciscanos. El año pasado, la Compañía de Jesús publicó su visión de la sostenibilidad y la ecología, en el documento“Sanar un mundo herido”. Este documento ha puesto en marcha una campaña para recargar las fuerzas y dar un nuevo impulso al compromiso de la Iglesia con la creación.
En la Iglesia de Molenstraat en Nijmegen, se han instalado más de un centenar de paneles solares en el techo. En esta misma línea, la Parroquia Effataen Nijmegen ha realizado recientemente importantes obras de mantenimiento para el aislamiento, la calefacción y una iluminación mas eficiente. Estamos convencidos que cada iglesia debe ser una iglesia verde, sostenible. Se trata mas de una condición necesaria que de un paso revolucionario.
La verdadera misión de la iglesia es sin embargo mucho más radical. Aquellos que luchan por la preservación de la creación encontraran en la iglesia el espacio para recuperar fuerzas y orientación, observar los movimientos internos y encontrar descanso. Yo encuentro en la Iglesia consuelo en la Eucaristía y en el perdón que se articula en su interior. En la Eucaristía encuentro el desafío articulado por la experiencia del otro y por la Palabra, que de hecho muchas veces es incómoda. Dentro de la iglesia se nos pregunta “¿Dónde está tu hermano?” La iglesia tiene el papel de guardián de la creación y de ser garante del descanso de los trabajadores y obreros. En la iglesia encontramos torres que nos guían hacia el futuro y que nos recuerdan que las generaciones que vienen pagarán nuestras facturas si no cuidamos con generosidad el gran regalo de la creación, y sobre todo nos recuerdan de la viabilidad de lo que podría parecer imposible.
Jan Stuyt, SJ es Decano de Nijmegen y fue el Director del Servicio Jesuita a Refugiados Europa en Bruselas, Bélgica hasta 2008. Este artículo fue publicado originalmente en Ignis Webmagazine el pasado 15 de octubre de 2012
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