Tras los gestos, que tanto han gustado, llega la hora de las decisiones
DARÍO MENOR | El 14 de marzo, Giannelli, probablemente el mejor humorista gráfico de la prensa italiana, dibujaba en la portada del Corriere della Sera a Francisco en el balcón central de la Basílica de San Pedro acompañado por tres purpurados. “Mis hermanos cardenales me han dado una sorpresa. Pero no es nada en comparación a las sorpresas que yo les voy a dar a ellos”, le hacía decir el dibujante al Papa.
En el mes que ha transcurrido desde entonces, el nuevo obispo de Roma ha tenido tiempo para presentarse al mundo, presidir las celebraciones de la Semana Santa y dar a conocer su idea de Iglesia. El primer pontífice latinoamericano quiere que sea "pobre y para los pobres", pide a los presbíteros que se vuelquen en el servicio y no busquen el poder y recuerda a los obispos que están llamados a ser pastores con "olor a oveja" .
También ha dado numerosas muestras de que desea estar en medio de la gente y de que no le gustan los lujos ni vivir de espaldas a la realidad.
Pasadas estas primeras semanas de pontificado, en las que sus gestos y palabras tanto han gustado a la mayoría de los católicos –también a los alejados–, llega el momento de las decisiones, muchas de las cuales serán sorprendentes, como vaticinan quienes conocieron a Bergoglio durante su etapa de arzobispo de Buenos Aires.
La primera gran sorpresa ha sido la creación de un grupo de ocho cardenales provenientes de los cinco continentes para que sean sus consejeros y le echen una mano en la reforma de la Curia romana. Este nuevo gabinete es la primera piedra sobre la que Francisco remodelará la estructura de poder de la Santa Sede.
Se avecinan cambios que favorezcan la colegialidad entre los dicasterios, los hagan más capaces de afrontar los problemas del mundo de hoy y redefinan la relación entre Roma y los episcopados locales, favoreciendo una mayor descentralización. Aunque será el Papa quien comande la reestructuración, lo hará siguiendo las peticiones que hicieron los cardenales durante las diez congregaciones generales, las reuniones previas al cónclave.
Tensión con los episcopados locales
El jesuita estadounidense Claudio M. Burgaleta, profesor de Teología en la Universidad Fordham de Nueva York, impulsada por la Compañía de Jesús, pide una reforma de la Curia romana para que deje de funcionar como “una corte medieval donde hay poca pastoral de conjunto y se tarda mucho en actualizar programas y tomar decisiones”. Las reformas impulsadas por Pablo VI y por Juan Pablo II, en su opinión, no han conseguido que este organismo supere algunos de sus grandes problemas, como la falta de colegialidad.
Pone, además, el dedo en la llaga al hablar de cómo son en ocasiones tratados los pastores por parte de los funcionarios de la Santa Sede: “Hace falta una Curia que no vea a los obispos residenciales como si fueranmonaguillos que tienen que implementar las decisiones romanas”.
Y considera que será clave para sacar adelante la reforma quién será elegido como secretario de Estado, el ‘número dos’ de la jerarquía vaticana, en sustitución del cardenal italiano Tarcisio Bertone.
Vida Nueva
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