QUÉ VUESTRO CORAZÓN NO SE ACOBARDE
Por José María Maruri, SJ
1. - Tubos por la nariz, entubado por la tráquea, respiración asistida, gota a gota con suero, las enfermeras constantemente pendientes, monitores del cerebro y del corazón. Todo eso, que tantas veces hemos visto en la UVI, medios externos para mantener la llama de una vida que se apaga internamente, con resultados ordinariamente muy precarios, las más de las veces, la prolongación inútil de unos días de vida, no es vida.
En la vida social, en la política y hasta en la religiosa hay fenómenos muy parecidos. Cuando falta el ideal, la ilusión, el espíritu interno, ninguna ayuda externa sirve de más, que de prolongar una agonía que necesariamente acaba en muerte.
2. - Jesús anuncia su partida de este mundo. No les deja un ideario escrito. No les da leyes. No establece un derecho penal contra los transgresores. Sus palabras vivirán dentro de ellos porque el espíritu de Jesús vendrá a ellos y les enseñará por dentro. El Espíritu les recordará y les hará comprender lo que Jesús quería de ellos y así cumplirán su palabra.
Y ya desde el principio como hemos oído en la Primera Lectura, la misma Ley de Moisés estuvo en peligro de convertirse en celda de barrotes de oro para encerrar al Espíritu. Y fue el Espíritu el que no consintió convertirse en prisionero. “Nos ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros no imponer más cargas”.
3. - Jesús nos ha dicho: “no tiemble vuestro corazón no se acobarde”. En cuanto sentimos temblar el edificio con el menor terremoto lo rodeamos de andamios y rodrigones para que no se nos caiga el edificio, pero impidiendo, al mismo tiempo, la entrada del Espíritu que es el único que va a mantener el edificio.
Cuando sentimos el envite del mundo y de las persecuciones, desconfiamos de que el Espíritu pueda mantener firmes a nuestros cristianos y nos encerramos con ellos en la sacristía, donde el olor de cera rancia e incienso impide la entrada del Espíritu.
Ante el rápido progreso de las ciencias con su evidente peligro de distorsiones, lo único que se nos ocurre es acudir a las leyes negativas. Y, empapelamos el Espíritu que es un sí, dado a la vida y al desarrollo, en una legislación del no que trata de ahogar al Espíritu.
4.- Cuántas antinomias hemos creado: materia y espíritu; Iglesia y mundo; obediencia y conciencia; humano y sobrenatural. Cuando todo podría armonizarse bajo la dirección del Espíritu Santo que es fuente de todo.
Cuando nos falta el espíritu tendemos a fortalecer la estructura, los organismos, el andamiaje, nos entubamos, queremos mantenernos con transfusiones de sangre y sueros. Pero lo que conservamos es el cerebro plano y una respiración artificial.
5. - El Señor se llama a sí mismo Vida y nos ha dejado dicho que ha venido a darnos vida y vida abundante. Y ese es su Espíritu que nos habla por dentro.
-- ¿Sentimos esa vida en nosotros o nuestra vida cristiana es una fatigosa carrera de obstáculos sobre los “noes” de los mandamientos?
-- ¿Somos cumplidores, por cumplido, de las normas eclesiales o venimos a revitalizar esa vida que Dios nos ha dado?
-- ¿Seguimos con honesta paz el dictado de nuestra conciencia y corazón o necesitamos de seguridades cuasi mágicas que nos haga parecer que andamos por buen camino?
En resumen, hermanos, ¿nos mueve el Espíritu de Dios o nos mueve la costumbre? ¿Nos movemos con Dios o nos empujan? ¿Vivimos por nosotros mismos o estamos en la UVI?
Betania
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