Tengo mis puertas y ventanas abiertas
para que entres en mis entrañas
y descoloques y centres mi corazón
en tus proyectos y ofertas.
Escucho, en silencio y con asombro,
el rumor de tantos ángeles humanos
que sugieren tu presencia y rostro
con sus gestos, hechos y abrazos.
Creo en tu creación manifiesta,
creo en tu promesa y esta tierra,
creo y gozo las primicias del Reino:
me siento tocado por tus obras y signos.
Acojo tu paz buena y gratuita
para no vivir con miedo y angustiado
ahora que te vas a la casa del Padre.
¡Y espero que vengáis a vivir conmigo!
Por eso, me dejo conducir por tus caminos
con tus regalos –gubia y Espíritu-
hacia esos lugares olvidados y rotos
para ser testigo de tus pasiones y mimos.
Así, aunque me encuentre perdido,
siento que mi vida tiene sentido
y me desborda la alegría de ser testigo
pobre y herido, pero bendecido.
Florentino Ulibarri
Fe Adulta
Fe Adulta
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