En este lugar, ante la piedra de la unción fue recibido por el sacerdote custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa, quien dio la bienvenida al nuevo prelado, haciéndose intérprete y portavoz de la alegría de los fieles de toda la diócesis, que llegaban numerosos para acoger a su pastor.
El pasaje evangélico, como centro de la celebración, comienza con estas palabras: ¡No teman! En los relatos de la Resurrección, así como en el de la Anunciación en Nazaret y el nacimiento en Belén, los grandes eventos evangélicos comienzan con esta frase: No teman.
El padre custodio concluyó su discurso de bienvenida expresando su afectuoso deseo de un camino sereno y fecundo.
En su primer discurso, el nuevo Patriarca recordó la santidad y la belleza de estos lugares, santificados por la pasión de Jesús e invitando a todos los fieles a no temer ninguna adversidad, ya que estos lugares nos demuestran la poca distancia entre el Calvario y la tumba vacía, la certeza de nuestra resurrección en la gloria después de cualquier cruz que carguemos.
Al hacer referencia a las riquezas espirituales de la diócesis, el prelado dirigió unas palabras de aprecio, entre otras personas, a los franciscanos de Tierra Santa, fieles custodios de estos lugares que entre las infinitas dificultades de la historia custodian con amor estos lugares desde el año1300.
Para concluir, el Patriarca lazó un llamamiento a los jefes de las naciones en conflicto, a toda la comunidad internacional y a los fieles de las tres religiones monoteístas, así como a las varias confesiones cristianas, para que lo antes posible se encuentre una solución pacífica a los conflictos, se hagan portadores de esperanza y paz, para que se pueda continuar y profundizar el diálogo entre las partes para reforzar nuestra solidaridad en la caridad.
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