Tuesday, July 15, 2008

¿Quién es el imprudente?


El polémico libro de José Antonio Pagola
Artículo de opinión de Gabriel Mª Otalora sobre la obra del teólogo José Antonio Pagola 'Jesús. Una aproximación histórica'
La Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe ha publicado una dura Nota con la autorización de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española (junio de 2008), sobre la obra del teólogo José Antonio Pagola “Jesús. Una aproximación histórica” justo al tiempo que el libro obtuviera el Nihil obstat del obispo Juan María Uriarte.

En dicha Nota, se le acusa al teólogo vasco de múltiples cuestiones, algunas tan graves como el de “tergiversar” la historia de Jesús de Nazareth, utilizar una metodología “dañina” para la doctrina de la Iglesia, o de “adulteración” y “ruptura entre la fe y la historia”. De nada han servido las explicaciones públicas del propio Pagola en las que desmonta, una a una, los argumentos de José Rico Pavés como director del secretariado de la comisión que vela por la ortodoxia doctrinal en España. En sus detalladas explicaciones, Pagola incide de manera particular en demostrar que su metodología es precisamente la que marca el Vaticano para este tipo de textos.
A modo de justificación, la Nota doctrinal de la Conferencia recuerda que la creciente difusión del libro ha venido acompañada de “una reacción de preocupación entre muchos lectores, confundidos ante planteamientos y conclusiones no siempre compatibles con la imagen de Jesús que presentan los evangelios…”
Nada dicen, en cambio, de las miles de manifestaciones de personas de todo signo a las que este libro les ha reconciliado con Jesucristo y su mensaje de misericordia, abriéndoles a una dimensión evangélica tan en retroceso dentro del Primer Mundo. Ni una palabra sobre la esencia del Mensaje evangélico que se destaca e el libro, a pesar de ser un libro histórico, y ni una sola referencia ni autocrítica a la respuesta del propio Pagola.
El Concilio que abrió Juan XXIII tendió puentes hacia el mundo moderno, hacia quienes muchos solo veían síntomas de corrupción y habían perdido la esperanza de amar. Tendió su mano, como Cristo, a los pobres y pequeños, a los alejados, y se atrevió a pensar que la verdad es suficientemente fuerte como para imponerse sin que precise de nuestros látigos ni las descalificaciones nada caritativas. Porque si algo le enfadó fue la hipocresía de los corazones duros.
Hace tiempo que toda la Jerarquía debería preguntarse con humildad si estamos haciendo algo mal, si los peligros y males de la Iglesia están solo fuera, o nos bastamos solitos para ser causa de escándalo y descrédito. Si acontecimientos como el libro de Pagola son los que desestabilizan el Mensaje de Cristo o, por el contrario, la viga enorme del ojo propio no nos deja ver las verdaderas llagas de esta Iglesia Madre dirigida, tantas veces, peor que una mala madrastra; llagas como algunas de las que atinadamente recoge el número 153 de Cristianismo y Justicia, de la Fundación Lluis Espinal:
- Olvido de la centralidad de los pobres: la presencia de grandes masas miserables o famélicas de unas cuantas fortunas desorbitadas, lejos de ser un accidente natural es radicalmente contraria a la voluntad de Dios, tal como reconoce la enseñanza de la misma Iglesia.
- Primacía de la jerarcología, como defiende el propio Rico Pavés sin cortarse un pelo en su demoledora crítica a Pagola. Las apelaciones a la comunión eclesial no deben traducirse por sumisión, como les gusta a los críticos del Concilio, que entienden al Pueblo de Dios como un mero reduccionismo sociológico. Juan XXIII lo expresó muy claramente: “Quiero sacudir todo el polvo imperial que desde Constantino, se ha pegado al trono de Pedro.”
- Primacía del eclesiocentrismo. Una jerarquía eclesiástica burócrata y distanciada del género humano al que considera enemigo y perdido a menos que vuelva a ella. Por eso le preocupa más la autoridad que su servicio.
Cuando la Iglesia olvida unos valores evangélicos, Dios los hace aparecer fuera de ella.
En definitiva, la Nota de la comisión episcopal ha sido dolorosa para Pagola, un desaire para Uriarte así como un baculazo para la Iglesia toda, propiciando un gran malestar en muchos círculos eclesiales ante unos jerarcas que añoran una situación de poder eclesial. No es esto lo que predicó Cristo, sino todo lo contrario, hasta el extremo de ser crucificado.
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