Sunday, September 21, 2008

¿Anulará Roma este matrimonio?


Doña Elena podría solicitar la anulación de su enlace en el Vaticano. Sería una salida lógica por su condición de Infanta de una monarquía católica. Carolina de Mónaco es un precedente. La ruptura legal de los duques de Lugo, que parece definitiva, iría acompañada además de la nulidad eclesiástica. Siendo la Infanta miembro de una monarquía católica y habiéndose casado por la Iglesia, la anulación matrimonial parece la única salida posible si quiere rehacer su vida. «Un divorcio y posterior matrimonio civil la pondría en situación de concubinato desde el punto de vista eclesiástico, lo que le impediría, por ejemplo, recibir la comunión», explica Montserrat Perales, doctora en Derecho canónico.
Una tarde del pasado agosto, mientras compraba un billete de Iberia para sus primeras vacaciones solo, Jaime de Marichalar contestaba a una pregunta directa sobre la marcha de su posible divorcio de la Infanta Elena. «No hemos tenido necesidad de recurrir a ningún abogado. ¿Concha Sierra? Es mi amiga y además los dos somos consejeros en Portland, la empresa de Esther Koplowitz...».
El duque de Lugo parecía sincero, pero en realidad eludía pronunciarse sobre un tema tan delicado y actuaba con extrema discreción. Por su parte, Concha Sierra, la famosa abogada matrimonialista, artífice de divorcios duros y con grandes beneficios para sus clientas, entre ellas Esther Koplowitz, comunicaba hace unos días que no haría la menor declaración sobre si defendía o no a Marichalar en su complicada separación. En el bufete de Uría y Menéndez, posibles abogados de la Infanta, se limitaban a manifestar que nunca confirmarían si estaban trabajando o no en el divorcio.
La ruptura legal de los duques de Lugo, que parece definitiva, iría acompañada además de la nulidad eclesiástica. Siendo la Infanta miembro de una monarquía católica y habiéndose casado por la Iglesia, la anulación matrimonial parece la única salida posible si quiere rehacer su vida. «Un divorcio y posterior matrimonio civil la pondría en situación de concubinato desde el punto de vista eclesiástico, lo que le impediría, por ejemplo, recibir la comunión», explica Montserrat Perales, doctora en Derecho canónico.
La Infanta posiblemente consiga la nulidad directamente en Roma, sin pasar por los tribunales eclesiásticos españoles. Según ha sabido Crónica de fuentes de la Rota española, Doña Elena, tras asesorarse, habría optado por pedir directamente al Papa la declaración de nulidad. Puede hacerlo por ser quien es y cuenta, además, con el precedente de Carolina de Mónaco.
La princesa monegasca, no obstante, no lo tuvo fácil. Lograr que el Vaticano le diera la nulidad de su boda con su primer marido, Philippe Junot, le costó 12 años. La consiguió en 1992, cuando su segundo esposo, Stefano Casiraghi, había fallecido.
Los trámites de asesoramiento para cursar la petición de nulidad del matrimonio de la Infanta Elena habrían comenzado ya entre finales de junio y principios de julio. Según el Derecho canónico, podría presentar su causa de nulidad en la diócesis de Sevilla (donde se casó en marzo de 1995), en la de Madrid (donde viven ambos) o directamente ante la Rota Romana. Todos los expertos le han podido aconsejar que opte por Roma. «Las causas del Rey por derecho propio las lleva la Santa Sede, así como las causas de relevancia social como ésta», explican fuentes de la judicatura eclesiástica española. Para que el expediente de nulidad de la Infanta se tramite en la Rota Romana debe cursar una petición al Papa.
La causa o las causas aducidas para la nulidad son secreto del sumario, pero todo apunta a que podría acogerse al célebre canon 1095, también llamado canon «coladero». En él se establece que «son incapaces de contraer matrimonio quienes tienen un grave defecto de discreción de juicio acerca de los derechos y deberes esenciales del matrimonio que mutuamente se han de dar y aceptar» y «quienes no pueden asumir las obligaciones esenciales del matrimonio por causas de naturaleza psíquica». Más del 70% de las nulidades se conceden por problemas psíquicos, sobre todo inmadurez, motivo que aducen todos los famosos.
Sobre la posible ruptura civil, hace meses que un personaje muy cercano a la Casa Real por su lealtad personal y su vinculación al Patrimonio Nacional, José Manuel Romero, conde de Fontao, intermedia entre los letrados de los duques de Lugo. Es el interlocutor perfecto porque, además de su cercanía a la Familia Real, es patrono de la Fundación AXA, que preside Marichalar. Las pasadas Navidades, Fontao comentaba con tristeza: «Lo estoy pasando mal, le tengo afecto a este chico y esto es triste y complicado...».
El día que la Infanta decidió dejar el piso del barrio madrileño de Salamanca que compartía con su marido, lo hizo en una especie de estampida repentina que dejó muchos cabos sueltos. Desde cuestiones económicas a la custodia de los niños o futuro del patrimonio común aunque hubiera separación de bienes.
Con todo, lo más delicado será anular el vínculo religioso. ¿Dirá el Vaticano que el matrimonio nunca existió a pesar de los dos hijos? Sobran precedentes.
Isabel Preysler. Ha conseguido la nulidad en dos ocasiones. De Julio Iglesias, en 1979, en el Tribunal Eclesiástico de Brooklyn (EEUU). Y en 1991, de Carlos Falcó, su segundo marido.
Carmen Martínez Bordiú. Se casó por la Iglesia con Alfonso de Borbón en 1972 y obtuvo la nulidad en 1986, cuatro años después del divorcio.
Carmina Ordóñez. Le concedieron la nulidad de su matrimonio con el torero Francisco Rivera en 1983.
Marisol. Obtuvo la nulidad de Carlos Goyanes, en 1975, alegando inmadurez de los contrayentes.
Rocío Jurado. Anular su matrimonio católico con Pedro Carrasco le costó sólo un año. Lo logró en 1993.
Rocío Carrasco. La Rota confirmó la nulidad de su boda con Antonio David Flores, en abril de 2007.
M Otras nulidades: Carolina de Mónaco (de Philippe Junot), María del Mar Martínez-Bordiú (de Jimmy Jiménez Arnau), Camilo José Cela (de Rosario Conde) y Massiel (de Luis Recatero).
Periodista Digital

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