LECTURAS
Domingo 17 del tiempo ordinario
2 REYES 4, 42-44
Vino un hombre de Baal Salisa y llevó al hombre de Dios primicias de pan, veinte panes de cebada y grano fresco en espiga; y dijo Eliseo: «Dáselo a la gente para que coman.»
Su servidor dijo: «¿Cómo voy a dar esto a cien hombres?»
El dijo: «Dáselo a la gente para que coman, porque así dice Yahveh: Comerán y sobrará.» Se lo dio, comieron y dejaron de sobra, según la palabra de Yahveh.
Dentro de este libro, que cuenta historias de los reyes de Israel, encontramos dos “ciclos proféticos”, el de Elías y el de Eliseo. Fueron sin duda personajes reales, que vivieron hacia el año 850 a.C. y predicaron al pueblo la fidelidad a Yahvé, en tiempos de general apostasía. Pero las figuras han sido engrandecidas y deformadas por la leyenda, de modo que más parecen símbolos que personajes históricos.
El ciclo de Eliseo es, además, el que más relatos de milagros contiene de todo el Antiguo testamento. El que hoy leemos narra un “suceso” semejante al del evangelio, y por ese motivo se lee hoy.
EFESIOS 4, 1-6
Os exhorto, pues, yo, preso por el Señor, a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos.
Las primeras expresiones hacen suponer que Pablo escribe esta carta desde la prisión, lo que la situaría en Roma, hacia los años 60. También podría ser un recurso literario del verdadero redactor. Esta parte de la carta es una exhortación a la vida cristiana, que contiene frases famosas y muy utilizadas por la iglesia.
José Enrique Galarreta, S.J.
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