Esperanza de vida vs vida esperanzada
La cadencia del tiempo acostumbra a revelarse imperceptible, silenciosa, discreta, con ciertas excepciones de gala tales como el día de hoy, en que el calendario llama puntualmente a la puerta revolviéndolo todo. Y uno se sorprende de que, apenas tomado el pulso a este delicado oficio en que parece consistir el quehacer humano, la mirada alcance ya a divisar tanto pasado custodiado como futuro razonablemente prometido.
Los cumpleaños. Demasiado a menudo los cumpleaños pasan de puntillas sin dejar una gran huella, coleccionando a un mismo tiempo llamadas esperadas, mensajes protocolarios y pasteles prescindibles. El pensamiento, caprichoso él, se interroga ahora sobre si en Botswana, donde mi actual edad es la apropiada para ir despidiéndose del mundo, afrontan cada nuevo año cumplido igual que yo, mitad curiosidad, mitad hábito. Y sospecho que no.
Al menos en 2009 tengo claro lo que me conviene como regalo: Un buen libro que me aconseje leer menos y escribir más, rezar más, crear más. Si lo encuentras, hazme el favor de avisarme con urgencia. Y si no es así, prométeme en todo caso descansar en condiciones, que lo tienes merecido. ¿Nos vemos en otoño?
Luis Carlos /luiskar@gmail.com
pastoralsj
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