Tuesday, July 06, 2010

Espacio Sagrado


Mateo 9:32-38
Apenas se fueron los ciegos, le trajeron a uno que tenía un demonio y no podía hablar. Jesús echó al demonio, y el mudo empezó a hablar. La gente quedó maravillada y todos decían: "Jamás se ha visto cosa igual en Israel". En cambio, los fariseos comentaban: "Éste echa a los demonios con la ayuda del príncipe de los demonios". En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies."
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

Jesús curaba toda enfermedad y toda dolencia. Presento todos los aspectos de mi vida en mi oración, sabiendo que Dios quiere entregarme la curación que necesite.

Recuerdo momentos en que estado muy ocupada(o) o muy estresada(o). Me imagino a Jesús con su mirada compasiva en esos momentos, y me recuerda el Amor de su Corazón que yo había olvidado.

Me quedo disfrutando de la mirada compasiva de Jesús.
Puedo ser trabajador(a) de la mies, al ser compasiva(o) con los que me rodean. Ruego por obtener la gentileza, la sabiduría y la valentía que yo pueda necesitar

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