Friday, August 27, 2010

CONTAGIO

Se entiende por "contagio" la transmisión, por contacto, de una enfermedad. Pero, además de este significado, hablamos también de "contagio" cuando nos referimos a la transmisión de hábitos, actitudes, simpatías... por efecto de la convivencia con otras personas.
Esto supuesto, con bastante frecuencia ocurre que no somos conscientes de que las experiencias y las pautas de conducta más determinantes de nuestra vida las asimilamos, no por las "enseñanzas" que recibimos, sino por el "contagio" de las personas y ambientes que nos rodean o nos envuelven. Un bebé, desde el momento en que viene a este mundo (o antes incluso), empieza a integrar en su vida las experiencias y sentimientos que le contagian sus padres y el ambiente en el que sea cria y va creciendo. Así, integramos en nuestra vida el cariño, el miedo, el desamparo, la seguridad, la dicha y la tristeza, el amor y la envidia, la esperanza y la desesperación, etc, etc. Sin duda alguna, las experiencias más determinantes de nuestra vida las asmilamos por contagio.
Y es que la comunicación entre los seres humanos se realiza por medio de "signos" y por medio de "símbolos". Dicho de la forma más sencilla, un "signo" es toda cosa que nos lleva a conocimiento de otra cosa. Los linguitas dicen que el signo es la unión de un "significante" y un "significado". Por ejemplo, las palabras son signos fonéticos: cuando yo oigo el fonema "león", eso es el "significante". Cuando ese fonema se une con el "concepto" que yo tengo de lo que es o representa un león, eso es el "significado". Al unirse el fonema (significante) y el concepto (significado), se forma el signo. Por eso, el signo se sitúa siempre a nivel del conocimiento. Y tiene como finalidad enseñar, trasnmitir un concepto, una idea.
Pero en la vida de los humanos, antes que los conceptos, que nos llegan por medio de signos, están las "experiencias" que se nos transmiten por medio de "símbolos". El bebé percibe, antes que ninguna otra cosa, los símbolos que le comunican experiencias. Por ejemplo, un beso, un abrazo, el tacto de la piel, la mirada de la madre...., todo eso son símbolos, por medio de los cuales ese bebé se va configurando como una persona feliz o desgraciada, de buenos o malos sentimientos, capaz de orientar su vida en un sentido o en otro. Por poner un ejemplo: la mirada precede al ojo. Percibimos antes la mira de una persona que el tamaño, el color o la forma de sus ojos. El ojo nos trasmite un conocimiento; la mirada nos comunica una experiencia, que puede ser de respeto, de odio, de desprecio...
Con lo dicho, creo que hay bastante para hacerse una idea de la fuerza decisiva que tiene en nuestra vida lo que se nos contagia por la convivencia con las personas que vivimos. Por eso he dicho, tantas veces, que el respeto se contagia. Como se contagia la intolerancia, la prepotencia, la soberbia del que jamás da su brazo a torcer o simplemente sirempre quiere llevar la razón. Hay gente que sabe de todo, y habla de todo, y se empeña en tener la razón en todo... Como hay personas eminentes que preguntan, que respetan los puntos de vista de los demás, que jamás reprochan nada...
¿Qué contagiamos en la vida a quienes conviven con nosotros?
Como respuesta a esta pregunta, sugiero que pensemos (puesto que hablamos de teología) por qué en los evangelios se dice tantas veces que la gente sencilla, el pueblo llano, buscaba a Jesús, seguía a Jesús, no se cansaba de escuchar a Jesús. La gente sencilla hace eso cuando encuentra acogida, comprensión, cercanía, estima, cariño.
Repito: ¿qué contagiamos en nuestra vida? No vendría mal que esta pregunta nos acompañe con frecuenia, casi obsesivamente. Seguro que así, los que se rozan con nosotros se sentirían más felices. ¡Y eso sí que es importante!


José María Castillo
Teología sin censura
RD

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