Wednesday, July 06, 2011

Independencia con sangre en el Sur de Sudán



Violencia e inseguridad siguen imperando en el nuevo Estado, que se erige el 9 de julio


ALBERTO EISMAN | El 9 de julio, el Sur de Sudán se erige en el estado número 193 del mundo y el 55 de África, desmembrándose del Norte, tras el referédum de enero que confirmó un apoyo masivo a la independencia de la región. Lo que debería ser un momento de esperanza y de renacimiento, reflejado en la pacífica y multitudinaria participación durante los días previos y posteriores al plebiscito, se ha convertido últimamente en una situación altamente insegura y volátil.

En los primeros meses del año se sucedieron esporádicos ataques de “grupos armados” contra la población civil en los estados del Alto Nilo, Unidad y Jonglei, resultando el desplazamiento de 10.000 civiles en esos estados.

En las semanas previas al 9 de julio, el Ejército del Norte de Sudán decidió entrar en la disputada ciudad de Abyei, violando los términos del acuerdo de paz de 2005 y provocando un exilio de habitantes locales, sobre todo de la etnia Dinga Gok, que se ha calculado en más de 40.000 personas. Al escribir estas líneas, se ha alcanzado un acuerdo para que los ejércitos del Norte y del Sur se separen de la línea divisoria antes del sábado 9, y la ONU ha aprobado el posicionamiento de 4.200 fuerzas de paz etíopes en Abyei y alrededores.



A pesar de estos avances, la situación en el Sur Kordofán (más conocido por sus Montañas Nuba, pertenecientes a la parte norte del país) sigue siendo crucial, después de semanas de bombardeos, saqueos y persecución a todas aquellas personas nuba sospechosas de apoyar al SPLM (partido de las antiguas milicias antigubernamentales sudanesas), y la situación ha llegado al extremo de que diferentes observadores internacionales la definen como una verdadera limpieza étnica y un brote de premeditada violencia por parte de cuerpos de seguridad del Gobierno de Jartum.

La ONU calcula que el desplazamiento causado por este nuevo brote de violencia supera las 73.000 personas (otras fuentes hablan de 500.000).
“No es una guerra de cristianos contra musulmanes”

Se ha llevado a cabo una sistemática ‘caza al nuba’ simplemente por la sospecha de que la mayoría apoya ideológicamente los principios del SPLM, el movimiento que durante años alentó, con las armas y las negociaciones, la autodeterminación del Sur frente al gobierno central islamista, represor e intolerante.

Muchos nuba formaron parte del SPLM, y ahora que el Sur consigue su ansiada independencia, ven frustradas sus opciones de autodeterminación ante una brutal y extendida represión.

“Esta no es una guerra de sur contra norte, ni de cristianos contra musulmanes o de negros contra árabes”, asegura un activista nuba anónimo por razones de seguridad. “Hay tantos nubas cristianos como musulmanes, y un sano porcentaje de seguidores de tradiciones espirituales. Ellos ven su futuro en el norte, se han entremezclado a través de matrimonios mixtos y han vivido junto a grupos nómadas árabes y comunidades norteñas durante siglos. Los nuba están luchando para resistir a un régimen que les niega derechos básicos y una voz. Esto es importante, porque los nuba aportan una visión de un Sudán construida sobre la tolerancia religiosa y sobre un concepto local de democracia que es ahora relevante para muchas zonas del mundo actual”.


El papel de la Iglesia

Las Iglesias católica y anglicana se han visto desde el principio afectadas por la violencia. Especialmente en los ataques en el Sur Kordofán, se ha visto claramente el hecho de que tanto bienes como personas relacionadas con la Iglesia estaban en el punto de mira de las fuerzas de seguridad. Algunos líderes cristianos locales han sido asesinados a sangre fría, e iglesias y centros de culto han sido quemados.
Paralelamente, como preparación al evento de la independencia, la Iglesia católica organizó nueve días de oración con el tema de la tolerancia y el diálogo interreligioso.

A medianoche del 9 de julio, las campanas y los tambores del país sonarán en todo el país saludando la independencia, la cual colma las aspiraciones de una región donde todavía no se ha erradicado la violencia y donde sigue habiendo más incertidumbres que certezas.

Vida Nueva

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