Es la propuesta (irónica) de un obispo chileno. «Después del 21 de diciembre rezaremos por nuestros benefactores»
MAURO PIANTAROMA
¿El fin del mundo está por llegar, tal y como asegura la profecía de los Mayas? ¿Teme usted por su alma y también por su patrimonio? No se preocupe: lo soluciona la Igelsia chilena. Como indica la Agencia vaticana Fides, el obispo de la diócesis de Punta Arenas, en Chile, monseñor Bernardo Bastres Florence, propuso a todos los que «están preocupados» por el fin del mundo que entreguen sus bienes a la Iglesia. Una especie de testamento anti-mayas.
Dice el obispo: «Si muchos creen que el mundo se acabará el 21 de diciembre, nosotros como iglesia, no tenemos ningún problema en que la gente nos deje testamento de sus propiedades. Yo les aseguro que después del 21 de diciembre rezaremos eternamente por ellos. Porque yo estoy seguro que nosotros seguiremos vivos después de esa fecha. Si ellos desean partir al otro lado, podrían hacer un bien enorme regalando sus propiedades a la Iglesia». Es decir, puro pragmatismo salesiano.
El obispo concluyó diciendo que « Esta historia del fin del mundo no tiene seriedad alguna. Yo no tengo ningún problema, tengo planificado hasta el próximo año y si nos morimos, sera la voluntad de Dios».
“L’Osservatore Romano”, en cambio, encargó al jesuita José Funes, director del opbservatorio astronómico vaticano, un comentario sobre la profecía de los Mayas, titulado “El fin que no llegará (por lo menos por ahora)”.
El sacerdote argentino subraya que «no vale la pena discutir sobre el fundamento científico de estas afirmaciones (obviamente falsas)» y que, incluso reconociendo que el estudio de la astronomía maya es «fascinante», recordó que la misma se llevaba a cabo «en función de la política y de la religión, con la obsesión por los ciclos temporales». Según la moderna teoría científica de la “inflación”, «el universo, en un futuro muy lejano (hablamos de miles de millones de millones de años) acabará por “rasgarse”. Es lo que puede decir la cosmología, con una cierta base científica, sobre el futuro del universo», pero «hay que insistir en que nuestra comprensión, aunque sea bastante avanzada, no es completa».
Otra cosa es el discurso de la fe: «En la visión cristiana, el universo y la historia tienen un sentido», subraya el “astrónomo del Papa”, citando el libro del Apocalipsis. «El Apocalipsis es un texto profético, no una información científica sobre el futuro del cosmos ni del hombre. Es una profecía porque nos demuestra el fundamento íntimo y la orientación de la historia». Bajo esta óptica, «la historia humana (y cósmica) tiene un sentido que le ha sido gracias al Dios-con-nosotros. Aunque no seamos perseguidos, siempre necesitamos que nos animen. La Palabra de Dios nos recuerda que vamos hacia un futuro fundamentalmente bueno, a pesar de las crisis de todo tipo en las que vivimnos sumergidos. Porque –escribe el padre Funes– nos garantiza que en Cristo hay un futuro para la humanidad y para el futuro».
Vatican Insider
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