"Los cristianos deben responder al mal con el bien", afirmó el Papa en una emotiva ceremonia en el Coliseo; durante las 14 estaciones se leyó un mensaje de jóvenes libaneses con referencias a la amistad con musulmanes
ROMA.- Luego de encabezar la celebración que recuerda la Pasión de Cristo (las últimas horas de la vida de Jesús) y depostrarse contra el suelo de la Basílica de San Pedro como símbolo de la pequeñez humana ante la inmensidad del amor de Dios, el papa Francisco presidió en el Coliseo romano el primer Via Crucis de su pontificado.
El Papa rezó este Viernes Santo por Oriente Medio y la amistad con los musulmanes. "Los cristianos deben responder al mal con el bien", dijo Francisco, quien recordó el viaje de su predecesor, el Papa Benedicto XVI al Líbano en septiembre pasado, cinco meses antes de renunciar al pontificado.
"Hemos visto la belleza y la fuerza de la comunión de los cristianos de aquella tierra y de la amistad de tantos hermanos musulmanes y muchos otros", recordó.
Vestido con un abrigo blanco, Francisco siguió desde la terraza del Palatino las 14 estaciones que rememoran el calvario de Cristo escenificadas alrededor del Coliseo romano, donde fueron arrojados muchos cristianos a los leones en los primeros siglos.
Varios miles de personas de todo el mundo, muchos de ellos latinoamericanos, e incluso egipcios de confesión musulmana, se dieron cita en este incomparable marco para conmemorar este punto álgido de la liturgia pascual.
"La cruz es la palabra con que Dios respondió al Mal del Mundo", afirmó Francisco en un breve mensaje leído luego de completado el recorrido del Vía Crucis. "Caminamos esperando la resurrección, en Cristo que es todo amor", expresó.
"A veces nos parece que Dios no da ninguna respuesta al mal, y se queda en silencio. En realidad, Dios habló y respondió. Y su respuesta es la cruz de Cristo -aseveró el Sumo Pontífice-. Una palabra que es amor, misericordia, perdón y también juicio. Dios nos juzga amándonos".
El símbolo del Viernes Santo fue cargado por personas de nacionalidad italiana, india, china, nigeriana, libanesa y dos jóvenes brasileños, a los que Francisco nombró especialmente, en relación a la próxima Jornada Mundial de la Juventud que se realizará en Río de Janeiro, en julio de este año.
El argentino Jorge Mario Begoglio llegó en un automóvil negro al anfiteatro iluminado a pleno, donde fue recibido por el alcalde de Roma, Gianni Alemano y altas autoridades religiosas, en medio de una multitud entusiasmada de fieles con antorchas encendidas para presidir uno de los momentos cruciales de los ritos tradicionales de Pascua.
El cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, llevó la cruz en la primera y última estación (la decimocuarta). Una familia italiana y otra india la llevaron en la segunda y tercera.
Un enfermo y tres voluntarios de Unitalsi, grupo católico italiano que lleva enfermos a Lourdes, portaron la cruz en la cuarta y quinta y dos seminaristas chinos lo hacieron en la sexta y séptima.
Después, el símbolo de los cristianos fue portado por dos frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa (en la octava y novena estación), y por dos religiosos, uno nigeriano y el otro libanés, en la décima y undécima estaciones.
En la duodécima y decimotercera estaciones la cruz la portaron dos jóvenes de Brasil, país donde se celebrará la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en julio próximo, a la que asistirá el papa Francisco.
UNA CEREMONIA ESPECIAL
Jóvenes libaneses han escrito las meditaciones del Vía Crucis de este año, en las que denunciaron las injusticias de los poderosos, exigen libertad religiosa y piden a los cristianos que sigan en Tierra Santa, a pesar, incluso, de la persecuciones que sufren.
Las meditaciones que acompañaron a las catorce estaciones del Vía Crucis, han sido escritas bajo la dirección del cardenal Becharas Boutros Rai, patriarca de la Iglesia Maronita, y fueron solicitadas por Benedicto XVI tras el viaje que realizó a Líbano el pasado año.
El mensaje fue una forma de destacar el drama que vive Oriente Medio, con la guerra de Siria, pero también la difícil coexistencia entre musulmanes y cristianos, el auge del Islam y la huida de muchos cristianos de la región ante la persecución que sufren, en particular en Egipto.
Estas meditaciones encargadas por el ahora Papa emérito se centraron en la defensa de la vida, amenazada por guerras, intolerancia, opresión, y también, según la Iglesia, por las leyes (aborto, eutanasia) que no defienden lo suficiente los derechos de los más pobres. Conceptos que Francisco, que alza constantemente su voz a favor de la "protección", asume plenamente.
Agencias EFE y AFP La Nación
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