Saturday, March 30, 2013

Reforma de la Curia, prueba del algodón de la "primavera" del Papa Francisco



Bratolini: "Escucha a todos pero decide en solitario"


El nombramiento del nuevo Secretario 

de Estado darán la pauta del alcance 

de sus cambios


El papa argentino Francisco ha multiplicado los gestos en sus dos semanas de pontificado, en particular durante esta Semana Santa, momento grande del catolicismo, pero el más esperado será un cambio en la polémica Curia Romana, el gobierno central de la Iglesia.
Desde que fue elegido el pasado 13 de marzo, casi no pasa un día sin que este jesuita de gustos sencillos y carácter de hierro, introduzca algún cambio en la liturgia, como se ha visto en las ceremonias de esta Semana Santa, o prefiera, por el momento, una humilde habitación de la residencia de Santa Marta, una especie de colegio mayor de religiosos, en vez del lujo del apartamento papal del Vaticano.
El Jueves Santo decidió ir a una cárcel de menores para la ceremonia del lavado de pies a doce reclusos de varias nacionalidades, sexos e incluso confesiones religiosas, pues entre ellos había dos musulmanes, y se permitió decirles a estos jóvenes emocionados y alucinados que "quien está en lo más alto debe servir a los demás".
El propio predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa, comparó en la liturgia pascual de este Viernes Santo a la Iglesia católica con un "antiguo edificio" e instó a Francisco a "volverla a la simplicidad y la sencillez de sus orígenes".
Para el sacerdote español Juan Rubio, director de la revista Vida Nueva y autor del libro "La viña devastada", la "gran responsabilidad del nuevo Papa es devolver la credibilidad que la iglesia estaba perdiendo".
"Hemos pasado del Vaticano como una corte a una gran parroquia", declaró por teléfono a la AFP. Rubio considera que los "pequeños gestos" que ha prodigado el exarzobispo y cardenal de Buenos Aires "preceden a los grandes cambios".
Y es que para Francisco, la Iglesia debe "salir de sí misma e ir a la periferia, no solo geográfica, sino existencial". Este trabajo sin duda lo ha facilitado su predecesor, Benedicto XVI con su renuncia, lo que en sí ya ha supuesto un paso gigantesco, reconoce Rubio.
Y al menos en las apariencias hay una gran complicidad entre el viejo y cansado Papa emérito, que pasa sus días en la residencia de verano papal de Castelgandolfo, y el nuevo ocupante del trono de Pedro.
En estos quince días se han reunido o han hablado en varias ocasiones, la última el Jueves Santo en una "larga" llamada telefónica "intensa y significativa", según el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.
Según Rubio, el escándalo "Vatileaks", la filtración a la prensa de documentos confidenciales del papa Benedicto XVI, y el informe secreto que éste le entregó a Francisco servirán para empezar a depurar a la Iglesia.
"Escucha a todos pero las decisiones las toma solo", dice por su parte el vaticanista italiano Bruno Bartoloni a la AFP.
"Da la sensación de que sabe lo que quiere y lo que hace", agrega, antes de vaticinar que el nuevo Papa puede "ir bastante lejos" en las urgentes reformas de esta Iglesia salpicada en los últimos años por grandes escándalos, como las luchas de poder intestinas, los casos de pederastia entre el clero o los turbios tejemanejes del Banco del Vaticano, el IOR, en la mira de la justicia italiana por blanqueo de dinero.
Se esperan cambios sobre todo en la Curia Romana, considerada un avispero por las luchas descarnadas por el poder. Por eso, los nombramientos que haga Francisco, en particular el poderoso secretario de Estado, darán la pauta del alcance de sus cambios.
Hasta ahora, la curiosidad que suscita el primer Papa jesuita y procedente del nuevo mundo ha sido mayor que la irritación que genera su intención de comportarse como "obispo pobre" entre los prelados más conservadores, recuerda el vaticanista Marco Politi. Por eso, nadie espera que su labor vaya a ser fácil.(RD/Agencias)

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