Aumentan las nuevas religiones y la indiferencia, según la agencia Adista, debido incluso al impacto negativo del escándalo de la pederastia
LUCA ROLANDIROMA
Los datos significan mucho. Claro, la fe no se mide en números, pero a veces hay que tomarlos en cuenta, de forma crítica y con mucha atención. La investigación que presentó el director del Instituto Nacional de Estadística, Francisco Labbég revela escenarios que el investigador resume de esta manera: «quien tiene el pelo cano no cambia la propia religión; pero si se procede en un análisis por edad, se confirma que son más propensos a los cambios los jóvenes entre los 15 y 25 años».
El censo de la población chilena de 2012 indicó una sorpresa amarga para la Iglesia católica: los seguidores han disminuido 2,59% en 10 años. En el censo de 2002 el 69,9% de la población se declaraba católico; ahora lo declara el 67,4%. Hay que considerar que la población chilena pasó de 15 millones 116 mil habitantes a 16 millones 572 mil, con un aumento de un millón y medio de personas, dato que podría sugerir que la Iglesia católica ha tenido un impacto menor entre los más jóvenes de la población.
En el mes de mayo, el arzobispo de Santiago y presidente de la Conferencia Episcopal del país, monseñor Ricardo Ezzati, afirmó que no hay que excluir «que los resultados del censo» indiquen una disminución del porcentaje de católicos; en diciembre del año pasado, monseñor Alejandro Goic, obispo de Rancagua y presidente del Consejo para la prevención de los abusos, indicó que la disminución de fieles afecta a diferentes países y no solo a Chile. ¿Las causas?: «los escándalos que los ciudadanos conocen», es decir los abusos sexuales de religiosos pederastas.
El portavoz de la Conferencia Episcopal chilena, Jaime Corio, reconoce el problema: la disminución proporcional de los católicos, indicó, «es en sí un signo importante que nos invita a una introspección sincera para identificar las debilidades en nuestra manera de vivir la fe y los aspectos que debemos reforzar». Entre las debilidades más graves destacó la de los abusos sexuales: «la Iglesia ha dado pasos importantes para afrontar estos casos, en verdad y justicia, y para prevenir este flagelo e ntoda la sociedad. Sin embargo, no podemos dar por terminada esta obra. Como comunidad eclesial todavía estamso en deuda». Por ello es importante, dijo, la reflexión y el impulso «profundo en las parroquias, en las escuelas y en los movimientos».
Para ratificar el compromiso sin descanso en el combate a esta plaga aboninable, la semana pasada concluyó un congreso sobre la prevención de los abusos cometidos por religiosos, organizado por Paulinas Otec (organismo técnico de capacitación para profesores, gestores y administradores en los campos de la educación, la cultura y la tecnología), con el apoyo del Consejo nacional para la prevención de los abusos y para el apoyo a las víctimas, además de la Conferencia de religiosos chilenos (Conferre).
El relator principal fue justamente Hans Zollner, jesuita y psicólogo, vicerector de la Universidad Gregoriana de Roma. Bajo su dirección se llevó a cabo el simposio “Hacia la renovación y la curación”, en febrero de 2012, para analizar la respuesta de la Iglesia ante los abusos y en el que participaron representantes de 110 conferencias episcopales.
Vatican Insider
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