En un texto difundido por la casa generalicia de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X se insiste en el rechazo del Concilio que abrió la vía hacia el diálogo con las demás religiones
ALESSANDRO SPECIALECIUDAD DEL VATICANO
Los seguidores de monseñor Lefebvre no acogieron positivamente elmessaggio, firamdo en primera persona por Papa Francisco, enviado a los musulmanes de todo el mundo en ocasión de la fiesta que marca el final del Ramadán.
Nada nuevo bajo el sol. La casa generalicia de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X difundió un texto el pasado 20 de agosto en el que se condena el gesto de Francisco. Desde hace casi 50 años, los lefebvrianos se niegan a aceptar las innovaciones del Concilio Vaticano II, incluido el diálogo con las demás religiones y la libertad de consciencia.
Al respecto, desde Econe (cuartel general lefebvriano), salieron estidentes anatemas en contra de Juan Pablo II y de Benedicto XVI, incluso cuando este último trataba de llegar a una reconciliación con el grupo tradicionalista.
Sin embargo, lo que sorprende es que la crítica de los lefebvrianos llega a poco tiempo del nombramiento de monseñor Guido Pozzo como Secretario de la Pontificia Comisión “Ecclesia Dei”, una decisión que ha sido interpretada como el intento por parte del nuevo Pontífice de poner de nuevo en marcha el hasta ahora inútil proceso de diálogo con el grupo tradicionalista.
Según los lefebvrianos, en el mensaje a los musulmanes Francisco se mostró confuso, paradójico, en ruptura con la tradición y a favor del olvido de los cristianos asesinados en las tierras en las que el Islam es la religión preponderante.
Según el grupo tradicionalista, de hecho, es «paradójico» y fruto de una «confusión» el hecho de hablar, como hace el mensaje papal, de «respeto por la religión de los demás.... sin aludir al contenido de sus convicciones religiosas». «El respeto que se debe a las personas –escribieron desde Econe– no implica el respeto por su religión cuando se opone a la verdad revelada por el Dios trinitario, como en el caso del Islam».
Y añadieron: «Así como el celo del médico por la salud del enfermo equivale a su celo de combatir la enfermedad de quien sufre, de la misma manera el amor del pecador es proporcional al odio por el pecado del que se le quiere librar».
Los lefebrvianos compararon la actitud de Papa Francisco con la del santo del que tomó el nombre, que, según una de las narraciones de su encuentro con el sultán durante la Quinta Cruzada (un episodio histórico con contornos y contenidos muy discutidos) habría propuesto como única posibilidad para la paz entre los cristianos y los musulmanes la conversión de los últimos.
Por otra parte, el grupo tradicionalista subrayó que la postura de Papa Bergoglio está en sintonía con todo lo que dice la declaración conciliar “Nostra Aetate”, que invita a dejar a un lado siglos de odio y guerras entre las religiones para la construcción común de la paz y la justicia. «¿Es entonces necesario –se preguntan los lefebvrianos– añadir a la persecución sangrienta de la que [los cristianos] son víctimas hoy [...] el olvido del testimonio que ofrecen con sus vidas?».
Antes de la casa generalicia de los tradicionalistas, la provincia francesca de la Fraternidad ya había criticado a Francisco por su mensaje a los musulmanes, con un comunicato firmado por el superior, el abad Régis de Cacqueray.
Vatican Insider
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