Thursday, October 02, 2014

Chile: polémica por la “Humanae vitae” y el Sínodo. Por artículo escrito por Jorge Costadoat S.J.


El artículo de un jesuita afirma que la Iglesia debería cambiar su doctrina sobre la anticoncepción artificial porque los fieles no la siguen

ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZCIUDAD DEL VATICANO
La noticia pasó desapercibida, eclipsada por el debate que ha capitalizado las discusiones previas a la asamblea del Sínodo de los Obispos que se abrirá en Roma el próximo domingo, a saber la posibilidad o no de otorgar la comunión a algunos divorciados vueltos a casar. Resulta simbólico que el papa Francisco haya decidido declarar beato a Pablo VI en la misma ceremonia de clausura de ese encuentro episcopal. Mientras esto ocurre, en Chile pretenden aprovechar la reunión para poner sobre el tapete una “tácita abolición” de su encíclica “Humanae vitae”.

El anuncio de la beatificación apareció en el calendario de actividades bimestrales del pontífice, apenas destacada. En mayo ya se había informado sobre la luz verde papal al milagro que llevaría a los altares a Giovanni Battista Montini, pero no se había dicho que el rito estaría unido al cierre del Sínodo. Por eso, el hecho reviste capital importancia y el episodio chileno muestra por qué. Unas semanas atrás se abrió un encendido debate después de la publicación de un artículo del sacerdote jesuita Jorge Costadoat en el diario El Mercurio.

“¿Qué pasará con la Humanae vitae?”, fue el título del escrito que inició estableciendo que el Sínodo sobre la familia “probablemente tendrá que pronunciarse sobre los métodos artificiales de control de natalidad”. Y aseguró que desde la aprobación de la encíclica en 1968 (la cual admitió la legitimidad únicamente de los métodos naturales) “la inmensa mayoría de los católicos” no ha recibido sus enseñanzas.

Atribuyó al “sensus fidelium”, es decir a la compresión de la fe de los fieles y de las consecuencias para sus vidas, la no aceptación de tales prescripciones morales. “Si una enseñanza como esta no es aceptada a lo largo de los años, y por tantos años, conviene que las autoridades de la Iglesia, representantes de la fe de los católicos, se replanteen el tema”, apuntó.

Como respuesta a lo que el autor llamó un “cisma blanco”, de aquellos fieles que ignoran los preceptos, propuso directamente cambiar la doctrina y aceptar el uso de medios artificiales de control de la natalidad.

“Dudo que el sínodo declare inmoral al pueblo de Dios por usar métodos artificiales de contracepción. Sería un despropósito pastoral de marca mayor descartar la eventual rectitud de juicios prácticos de conciencia”, apuntó Costadoat.

Su artículo desató una tormenta. Las respuestas públicas llegaron a través del mismo diario El Mercurio, con cartas firmadas por Julio Alvear Téllez y Fernando Ugarte Vial que encendieron el debate. El primero indicó “equívocos exuberantes” en las tesis de Costadoat y aunque no las rebatió todas, sí se centró en corregir su concepción del “sensus fidelium”.

Y escribió: “El autor afirma que como existe una dicotomía entre la moral sexual que la mayoría de los católicos practican (¿tendremos que concedérselo?) y la moral sexual que ‘la Iglesia Jerárquica’ enseña, esta tendría que adaptarse a los tiempos. ¿Por qué? No atreviéndose a sostener in recto
 el argumento tan débil de las ‘mayorías’, que asumieron en la década de los sesenta las doctrinas vetero-marxistas de la iglesia ‘popular’, hoy nos habla de ‘sensus fidelium’. O sea, la fe se expresa a través de las mayorías, y por eso serían sagradas”.

Por su parte Ugarte Vial precisó: “El hecho de que haya católicos que no acaten las enseñanzas de la Iglesia en materia de métodos artificiales de control de la natalidad, no es argumento válido para modificar la doctrina del magisterio. De lo contrario, deberíamos declarar irremisiblemente abolido, por ejemplo, el octavo mandamiento, pues nadie hay  que no haya faltado deliberadamente a la verdad decenas de veces”.

Los malhumores con Jorge Costadoat no se reducen sólo al artículo. Reflejan molestia porque el sacerdote ha insistido en los últimos meses con estos temas desde su puesto de profesor en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Como director del Centro Teológico Manuel Larraín ha ordenado que se fotocopien las respuestas al cuestionario previo del Sínodo y sean entregados a los jóvenes como material de estudio. Pero no todas las respuestas de las conferencias episcopales, sólo algunas (coincidentes con sus teorías).

Para sus detractores, el jesuita “abiertamente actúa y habla en contra de la doctrina católica” y, por eso, buscan su alejamiento al menos como punto de referencia en estas materias. El problema es que su labor es extendida: escribe libros para la Editorial San Pablo, publica editoriales en sitios y medios de comunicación diversos. Una presencia tan activa que, justamente, lo convierte en un punto de referencia tanto dentro como fuera de la Iglesia.

Él, por su parte, se ha defendido destacando que cinco conferencias episcopales han detectado el problema de la falta de recepción de los fieles a la “Humanae vitae”; aclarando que “las personas son fines y las doctrinas son medios”; que “la buena nueva no cambia” mientras “la doctrina a veces debe renovarse”, porque “Si el Evangelio no es para todos, no es para nadie”.

Vatican Insider



Ver ¿Qué pasará con Humanae Vitae? por Jorge Cistadoat S.J., aquí

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