Monday, October 06, 2014

"Los divorciados casados civilmente pertenecen a la Iglesia y tienen el derecho a ser acompañados por sus pastores"


El cardenal Ërdo presenta el documento de base que debatirá el Sínodo de la familia


Se aboga por estudiar "el modelo ortodoxo, que consiente nuevas uniones tras un recorrido penitencial"


"Los divorciados casados civilmente pertenecen a la Iglesia y tienen el derecho a ser acompañados por sus pastores". Así se desprende del documento base o 'relatio disceptationem', que esta mañana leyó el relator general de Sínodo,Peter Ërdo, y que guiará los debates de la reunión de Obispos sobre la familia cuyos trabajos inauguró esta mañana el Papa Francisco.
A lo largo de dos semanas, los padres sinodales discutirán sobre este y otros temas, que han levantado suma expectación en todo el orbe católico. La primera parte del Sínodo concluirá el 19 de octubre. En el texto se constata, también, que existe un amplio consenso "respecto al hecho de que laspersonas de tendencia homosexual no deben ser discriminadas, como recalca también el Catecismo de la Iglesia Católica".
Pero también se detecta que entre las posiciones que expresarán los participantes y los fieles que fueron consultados antes de este Sínodo "no se espera una equiparación de estas relaciones [homosexuales] con el matrimonio entre hombre y mujer".
Otro de los temas más controvertidos que se afrontará será el de los divorciados que se han vuelto a casar, pero de la relación introductoria de hoy surgió que "es uno de los desafíos pastorales más apremiantes" y que "la pastoral de la Iglesia debería hacerse cargo de estas personas de modo particular".
"Los divorciados vueltos a casar por lo civil pertenecen a la Iglesia. Necesitan ser acompañados por sus pastores y tienen derecho a ello. Se les invita a escuchar la palabra de Dios, a participar en la liturgia de la Iglesia, en la oración y a realizar obras buenas de caridad", se afirma.
"La pastoral de la Iglesia debe cuidarles de una forma del todo particular, teniendo presente la situación de cada uno", según la introducción a los trabajos leída por Erdo.
Erdö se refirió a los matrimonios en dificultad o rotos, y a los divorciados que han contraído un segundo matrimonio civil señalando que «sería erróneo concentrarse sólo en recibir los sacramentos; hay que mirar a un contexto más amplio».
Según el cardenal de Budapest, «hay que distinguir entre quien ha roto de modo culpable un matrimonio y quien ha sido abandonado. La Iglesia debe cuidarlos de modo particular. Los divorciados casados civilmente pertenecen a la Iglesia y tienen el derecho a ser acompañados por sus pastores».
Al mismo tiempo dejó bien claro que «aunque el amor haya desaparecido, el vínculo matrimonial es indisoluble mientras vive uno de los esposos». Respondiendo a algunas posturas alarmistas, el cardenal Erdö reafirmó «la sacramentalidad del matrimonio y su indisolubilidad. No está en cuestión la doctrina de la indisolubilidad, reconocida incluso por quienes han tenido un matrimonio fracasado y buscan un nuevo inicio».
Compatible con esa certeza es facilitar el proceso de reconocimiento de la nulidad matrimonial en los casos donde se hubiese dado pues los tribunales eclesiásticos no «anulan» matrimonios sino constatan que fueron nulos por algún defecto, incluso en casos en que los contrayentes hayan convivido largo tiempo y tengan hijos.
Aunque no entró en detalle sobre la posibilidad de que los divorciados que se casen de nuevo puedan volver a recibir los sacramentos, que será uno de los objetos de debate.
Erdo sí que apuntó que se podrá estudiar, para evitar estos casos, que se "amplíen los casos de nulidad matrimonial, que podrían ser declaradas directamente por los obispos, así como el modelo ortodoxo que consiente nuevas uniones tras un recorrido penitencial".
Pero Erdö insistió también en que el Sínodo debe ocuparse de todos los temas, mirar a la familia con esperanza y misericordia, y anunciar la belleza de la fidelidad incluso cuando la cultura dominante la socava de modo continuo.
En este texto también se explica que otro de los temas que se afrontarán será la violencia en familia y que "son las mujeres y los niños quienes sufren violencia y abusos", como consecuencias del abuso de alcohol y drogas, la práctica de juegos de azar, consumo de pornografia y de "otras formas de dependencia sexual y de las redes sociales".
Ante ello, la Iglesia está llamada, reflexionan los obispos, al "anuncio de la sobriedad y la esencialidad, promoviendo el valor de las relaciones personales, la sensibilidad para con los más pobres, la capacidad de un uso responsable de los medios de comunicación y de las nuevas tecnologías, respetando la dignidad de las personas, especialmente las más débiles e indefensas, que pagan el precio más alto de la soledad y de la marginación".
En esta introducción, los obispos concordaron que en este Sínodo se les pide que actúen con el "espíritu del buen Samaritano" y por tanto se muestren cercanos "de aquellos a los que la vida ha herido y esperan una palabra de esperanza".

Para leer el "relato disceptationem", pincha aquí:

Introductory Report of the Relator general of the Synod 2014.10.06

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