El que busca a Dios tiene que volverse totalmente hacia su interior. Solo en el santo silencio puede encontrarse a Dios. Tiene que orientarse constantemente hacia Dios, tenerlo siempre ante la mirada y olvidarse permanentemente de sí mismo. Casi siempre buscamos a Dios de forma intelectual. Queremos entenderlo y saber quién es y cómo es. Así no se puede encontrar a Dios. Dios está en nuestro corazón. Solo el silencio mantiene el alma alejada de los pensamientos y de las representaciones de la imaginación. En este sagrado silencio encontramos a Cristo en nosotros. La presencia de Dios solo puede destellar si el entendimiento está en silencio. Dios existe más allá de doctrinas. El silencio es el indicador del camino. Más allá no hace falta.
Franz Jalics, sj
Escrito por Nano Crespo
Nova Bella
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