Su testimonio, su sinceridad y sus lágrimas conmovieron al Papa Francisco y al mundo entero.
"¿Por qué Dios permite que pasen estas cosas, si los niños no tenemos la culpa?, ¿y por qué hay tan poca gente dispuesta a ayudarnos?”
El Papa se quedó sin palabras. Su respuesta fue este tierno abrazo.
La historia de Glyzelle es, por desgracia, la de muchos niños en Filipinas. Francisco conoció a algunos de ellos durante su visita por sorpresa a un centro de la ONG ANAK-Tnk en Manila. Glyzelle fue rescatada de la calle por esta organización fundada por un jesuita en 1998.
La mayoría de estos niños fueron abandonados por sus padres. Se vieron obligados a buscarse la vida solos, viviendo de la basura y durmiendo en la calle. Además muchos cayeron en redes de prostitución y en las drogas.
Están prácticamente desamparados porque son hijos de nadie y la corrupción hace que no se apliquen debidamente las leyes contra la prostitución que deberían protegerlos. De acuerdo con esta ONG, hay unos 60.000 niños en Filipinas que son víctimas de la explotación sexual.
Esta organización les rescata de la calle y les da una segunda oportunidad. Cuentan con 12 centros en Manila en los que cuidan de 220 niños que han vivido en la calle, sin familia y sin un techo donde cobijarse. También tienen programas para los niños con desnutrición, con discapacidad o que viven en el basurero de Manila.
3 de cada 10 personas en Filipinas viven con menos de dos dólares al día. De ellos, aproximadamente la mitad tienen menos de 15 años.
Para más información: http://www.anak-tnk.org
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