Saturday, January 24, 2015

El Papa: «¿Abstemio? No, bebo vino de todo el mundo, pero poco»


Lo dijo el Pontífice al recibir en una audiencia a los representantes de los productores italianos, que le entregaron un diploma de “sommelier” de honor

MAURO PIANTATURÍN

«No soy abstemio, pero bebo poco. Vino italiano y de todo el mundo. Pero poco, poco, ¿eh?». Papa Francisco se dirigió con estas palabras ayer por la mañana, 21 de enero, a Franco Maria Ricci, presidente de la Fondazione Italiana Sommelier, que guiaba una delegación del “pueblo del vino” (más de 180, entre productores, enólogos, expertos y comunicadores) que fue recibida por el Pontífice en el Aula Pablo VI para un breve saludo al final de la Audiencia general. Palabras que iluminaron la jornada que organizó el mismo Ricci y que ahuyentaron los rumores de quienes decían que Bergoglio, con un abuelo viñador de origen piamontés, era abstemio. «Cuando pronunció esa frase –dijo Ricci a Vatican Insider con una sonrisa–, como que me tranquilicé. En el fondo decidí organizar este viaje porque siempre había soñado encontrarme con el Santo Padre, que recurrió a la imagen del “buen vino”».


De hecho, si uno busca en las predicaciones de Bergoglio, no es raro encontrar referencias enológicas positivas: «El vino, entre más viejo, mejor», dijo refiriéndose a las calidades de la vejez; y al hablar sobre la comunicación, había dicho que debe de ser como «aceite perfumado para el dolor y vino bueno para la alegría». Y justamente sobre el vínculo entre el vino y la alegría se había detenido cuando comentó una parábola evangélica: «¿Recuerdan el milagro de las bodas de Canaán? En cierto momento falta el vino y la fiesta parece arruinada. Imagínense acabar la fiesta tomando tè... ¡Sin vino no hay fiesta!».


Como sea, esta bebida es un elemento importante para la religión cristiana. El primer milagro de Jesús fue justamente el de la transformación del agua en vino, que, con el pan, es un signo de la sangre de Cristo y de su presencia real en la Iglesia, mediante la Eucaristía. Y hay muchas parábolas vinculadas con el vino. Es inolvidable el saludo de Benedicto XVI, apenas elegido sucesor de Pedro, que se definió «humilde siervo en la viña del Señor». Y ayer, el “abstemio” Bergoglio recibió de la delegación guiada por Ricci el diploma de “sommelier” de honor, un “tastevin” para las degustaciones y una cajita de madera con dos botellas de tinto, (di) vino.

Vatican Insider

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