El país ha conocido la información entregada por la oficina de prensa del Vaticano el sábado 10 de enero, donde señala que el Papa nombró como obispo de la diócesis de Osorno al obispo Juan Barros Madrid, hasta ahora Ordinario Militar para Chile.
El anuncio produjo inmediata reacción de molestia en múltiples sectores del país, por tratarse de un cercano colaborador de Fernando Karadima, condenado canónicamente por graves delitos de abuso contra menores y otras gravísimas faltas contra el ejercicio del ministerio sacerdotal, delitos también acreditados por la justicia penal chilena que no pudo sancionarlos por haber prescrito.
El desconcierto y la molestia se ha expresado en el clero, en la vida religiosa, en fieles laicos y laicas, en ciudadanos y, obviamente, en las víctimas de Karadima. Las redes sociales y la prensa han dado cuenta de indignación; mientras en la diócesis de Osorno se ha organizado una campaña de recolección de firmas para protestar por dicho nombramiento, reuniendo a la fecha cerca de dos mil adhesiones.
Según las víctimas, que gozan de amplia credibilidad social en el país, el obispo Barros, en su condición de discípulo incondicional de Karadima –como seminarista, sacerdote y obispo– habría jugado un rol de colaboración, complicidad, encubrimiento y obstrucción a la justicia. Entre los hechos que se le imputan están: la participación en actos de connotación sexual con Karadima, incluyendo tocaciones y besuqueos; hostigamiento contra seminaristas; destrucción de documentación en la fase de denuncia de los delitos; así como el envío de cartas y viaje a Roma para abogar por la inocencia del sacerdote.
Atendiendo a la evolución de los hechos, surge como evidencia un nuevo deterioro a la imagen social de la Iglesia chilena, donde lo nuevo es que, esta vez, el daño se asocia a una decisión del papa Francisco como responsable del nombramiento. Ello contrasta con el gran cariño y respeto que despierta el papa entre los chilenos y chilenas. También llama la atención porque existe certeza respecto de la severidad con que el papa Francisco ha enfrentado a los abusadores y a sus cómplices.
Por lo tanto, es evidente que el nombramiento de monseñor Barros como obispo de Osorno, no responde a la línea de gobierno del papa Francisco, concluyéndose que el papa no ha sido debidamente informado ni aconsejado en esta decisión, especialmente si se considera que los vínculos de monseñor Barros con Fernando Karadima eran conocidos.
Consecuentemente muchos se preguntan: ¿Por qué el papa no ha sido debidamente informado ni aconsejado en este importante nombramiento episcopal?
No es fácil responder a tan delicado cuestionamiento, especialmente cuando es sabido que el buen consejo es siempre una manifestación de amor y lealtad.
Cabe precisar que en los nombramientos episcopales intervienen en la confección de las ternas el nuncio apostólico, el presidente de la Conferencia Episcopal y alguna otra autoridad eclesiástica;responsabilidades que en el caso de Chile recaen en monseñor Ivo Scapolo y el cardenal Ricardo Ezzati.
Cuando el papa enfrenta en Roma y en otras latitudes una creciente oposición en las estructuras de la Iglesia, tanto por su espíritu reformista como por su denuncia profética de la corrupción eclesial, el nombramiento de un obispo que no reúne la exigencia de ser “irreprochable”, pareciera comunicar un mensaje severo de los consejeros del papa a la Iglesia chilena.
La severidad de ese mensaje no sólo hiere la relación de los pastores con su pueblo, sino lo que es más grave, vuelve a victimizar a quienes fueron violentados sexual y sicológicamente por un ministro de la Iglesia y por la complicidad de sus superiores.
En razón de ello, y sumándonos a los sentimientos de cercanía y contención que siempre ha manifestado el papa Francisco a las víctimas de abusos, como miembros de la Iglesia Pueblo de Dios expresamos un hondo clamor de perdón, de cariño y admiración por su coraje a las víctimas inocentes de Fernando Karadima. Y en un gesto de solidaridad acompañamos a la Iglesia de Osorno en su dolor y frustración, sumándonos a su clamor por revertir el nombramiento de Juan Barros como obispo de la diócesis de Osorno.
Consejo Editorial de Revista Reflexión y Liberación - Chile.
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