Cuando las heridas dejan de ser una fuente de vergüenza y se vuelven fuente de curación, nos convertimos en curadores heridos. Jesús es el curador herido de Dios; por medio de sus heridas nos ha sanado de nuevo a nosotro/as. El sufrimiento y la muerte de Jesús han traído consigo alegría y vida; su humillación ha traído gloria; su rechazo ha traído una comunidad de amor. Como seguidores de Jesús, también nosotro/as podemos hacer que nuestras heridas traigan curación a otros. (H.J.M. Nouwen)
Máriam Mudarra
Soy católica y además monja, y para más detalles "contemplativa",
Del blog "Vivir contemplativamente, una forma distinta de afrontar la vida"
Periodista Digital
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